Primer libro de Rossel Montes

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14 de febrero de 2021
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12:03 am
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Primer libro de Rossel Montes

Por: Segisfredo Infante

Siempre he sostenido la opinión que debemos apoyar a los escritores jóvenes, y en proceso de maduración, cuando están comenzando. No importa demasiado a qué tendencia pertenezcan porque, como decía mi viejo amigo Medardo Mejía (QEPD), los jóvenes son revolucionarios por biología. Creo que Winston Churchill hubiera apoyado la mitad de aquella afirmación medardiana. Por eso, desde que comencé a publicar en el diario “El Cronista” me entregué a la tarea de promocionar a escritores hondureños de diversas épocas, comenzando por Froylán Turcios y José Cecilio del Valle. E incluyendo a escritores jóvenes desconocidos. Recuerdo haber publicado y comentado los primeros textos del poeta Julio César Pineda, y del cuentista Abel Herrero (Carlos López Osorio hijo), ambos de tendencias ideológicas opuestas; pero amigos entre sí. No existían aquellos odios caninos ni tampoco las mezquindades que ahora mismo percibimos.

Algo pluralista también cristalizamos en la “Revista Frente”, de tendencia mayormente sindical. Más tarde, en el “Boletín Literario-Informativo 18-Conejo”, les publicamos a casi todos los escritores que comenzaban a escribir poesía o narrativa. También les publicamos a escritores maduros, o fallecidos, de todas las tendencias ideológicas, con el apoyo de rectores universitarios apodados de “cachurecos”. En forma análoga, aunque más exigente, lo seguimos haciendo en la ya desaparecida “Revista Caxa Real”. Lo verificable de lo que estoy diciendo se encuentra impreso en papel, en bibliotecas y archivos extranjeros, como muestra contundente de una visión democrática y pluralista flexible, diferente a cualquier mezquindad tribal; o proto-totalitaria.

El caso de Rossel Montes es especial. Fue mi alumno en la asignatura de “Historia Universal Moderna”, con métodos rigurosos de estudio. También destacó en aquel semestre el estudiante Darwin Maradiaga. Los dos exhibían una inclinación natural hacia la lectura. A partir de aquel momento nos hicimos amigos. Ambos fueron integrados al “Círculo Universal de Tegucigalpa Kurt Gödel” para leer, debatir y reflexionar. Con Rossel la relación fue más estrecha. Desde el comienzo percibí que se trataba de uno de los jóvenes con mayor volumen de lecturas de libros de su generación específica. Sigo creyendo que Rossel Montes es uno de los jóvenes que más lee en Honduras, con un esfuerzo supremo por escribir y publicar, razón por la cual hubo años que nos mirábamos casi todas las semanas, para conversar y comentar nuestras lecturas respectivas.

He detallado todo lo anterior para dar a conocer que, a comienzos del año 2020, el gödeliano Rossel Montes puso en nuestras manos su primer libro: “Filosofía política, existencialismo y marxismo” (diciembre de 2019), lo cual llenó de contento nuestro espíritu. Es más, en una reunión realizada el primero de febrero del año próximo pasado, a lo interno del “Círculo Kurt Gödel” se propuso una presentación formal del nuevo libro, empalmando con las tendencias auténticamente pluralistas de nuestro “Círculo”.

Como de hecho he venido conociendo la evolución gradual del discurso de Rossel Montes y el proyecto de su libro, en varias oportunidades le recomendé que buscara que alguien experto le editara las páginas que le servían de borrador. Imagino que algunos probables lectores habrán de tropezarse con estas limitaciones ortográficas y de construcción. Es más, casi todos los libros contienen errores ortográficos y de imprenta, y malos “teclazos” de computadora. Pero eso, en nada invalida la centralidad de la exposición filosófica y política de nuestro amigo, quien se agarra del discurso heterodoxo y anti-dogmático del filósofo greco-francés Cornelius Castoriadis. Diríamos que Castoriadis es el autor favorito del todavía joven Rossel Montes. O uno de sus favoritos.

En la reunión de comienzos de febrero del año pasado, Rossel confesó que “mi libro es un debate conmigo mismo”. Esa sola expresión filosófica salva al autor de cualquier otra discusión o interpretación que pudiera hacerse a partir de las páginas heterodoxas y anti-dogmáticas de su primer libro, por donde desfilan escritores humanistas, existencialistas, marxistas, posmodernos, neoliberales, neopopulistas y textos emparentados con la “teología de la liberación”. También incluye a expertos en temas democráticos como Geovanni Sartori; y a sociólogos reconocidos del capitalismo como Max Weber. En su libro hay, como quien dice, para casi todos los gustos.

Quizás el erudito Rossel Montes debiera calmar los ánimos y continuar dialogando consigo mismo, a fin de aspirar a poseer una visión más encauzada y más generosa del mundo, en cuya generosidad incluya a la misma Honduras. Siempre le he sugerido que debe hacer un esfuerzo por conocer y citar a los autores hondureños que han producido pensamiento, entre ellos Oscar Soriano. Ahora le sugiero que estudie un libro de gramática castellana. No tiene que hacerme caso. Pero el consejo es saludable y predominantemente desinteresado. Porque “Todo lo real es racional. Y todo lo racional es real”, según una frase lapidaria y sapientísima del viejo Guillermo Hegel.

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