Vienen los incendios: ¿a salvo vidas y viviendas?

MA
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17 de febrero de 2021
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01:21 am
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Vienen los incendios:  ¿a salvo vidas y viviendas?

Óscar Lanza Rosales
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El 29 de abril del año pasado, un generoso amigo en elogios -que no merezco- ante los intensos incendios forestales que amenazaban las viviendas contiguo a los bosques, como El Hatillo, lo mismo que la voluminosa capa de humo sobre Honduras, y sus consecuencias en la salud de los hondureños, me envió el correo siguiente:
“Óscar, es una costumbre continuada de año con año de estar quemando los bosques, no solo en El Hatillo, sino en todo el país. Lo lamentable de esto, es que a nadie se le ocurre presentar una propuesta para que podamos en el futuro próximo ponerle remedio a esta situación. He creído siempre en ti y en tu valentía y se me ocurre que solo tú, con tu inteligencia y habilidad para escribir, serías capaz de hacer un planteamiento que sacuda la conciencia de las autoridades. Me parece que podrían ser dos artículos, el primero un análisis del problema y el otro hacer una propuesta de solución. A tus órdenes, tu amigo, Abraham Andonie”.

Sobre estas inquietudes de mi amigo Abraham, no es nada nuevo, es algo que se repite año con año, como él dice. El gobierno y todos los sectores relacionados con el bosque conocemos la solución, principalmente los profesionales forestales, que en sus estudios han cursado esa materia, y conocen la nueva tecnología, como los drones para su vigilancia. Pero es nuestra negligencia colectiva la que nos persigue en todas las actividades del desarrollo humano que no nos permite tomar las decisiones y acciones necesarias, para que un problema como este, difícil de eliminarlo del todo, pero con inteligencia reducirlo a su mínima expresión. Pero por esos descuidos es que siempre andamos mal en todo. Este pueblo, es de los más singulares del mundo, porque tropieza una y otra vez en la misma piedra, y lo repite en forma indefinida.

Ya lo hemos dicho varias veces, lo que debe hacer el gobierno, las municipalidades y la sociedad en general, es seguir los manuales de combate de los incendios forestales que han elaborado las provincias más desarrollas del planeta, para reducir al mínimo esos incendios.
El gobierno debería hacer todos los años un plan y ejecutarlo. Por ejemplo, la secretaría que se encarga de las carreteras, debe mantener bien chapeadas las orillas de estas vías, que es donde se originan gran parte de los incendios. Debería haber un buen presupuesto especial para contratar por unos 7 meses (de diciembre a junio) cada año, en forma masiva guardabosques debidamente entrenados, para proteger el bosque de los incendios o en apoyo a las ONGs que cuidan las áreas protegidas y las fuentes de agua a nivel nacional.

El gobierno le aprueba un presupuesto de 408 millones al año, al flamante Instituto de Conservación y Desarrollo Forestal (ICF) pero casi todo es para pagar sueldos y pocos recursos para ejecutar programas y proyectos, incluido el de combate a los incendios forestales. Por lo que este organismo, a lo único que se dedica es a llevar estadísticas. Más bien debería llamarse Instituto de Estadísticas Forestales (IEF). Creo que para volver efectivo el trabajo del IFC, hay que desmantelar su actual estructura burocrática, dedicarle un máximo de 20% a gastos de dirección y administración y el 80% restante, dedicarlo a los proyectos de campo.

En cuanto a las municipalidades, estas deberían jugar un papel importante en la protección del bosque. En época de verano -especialmente- debería obligar hasta con multas, a los propietarios de terrenos para que los mantengan parcelados y chapeados y con las rondas necesarias, por si se quema una parcela, que no se queme toda la propiedad. De las municipalidades, solo a la de Santa Lucía en este departamento, le he escuchado en el presente año que ha emitido ordenanzas en el sentido antes descrito. Además, creo que estas instituciones deberían recurrir a los alcaldes auxiliares en las aldeas y caseríos para cumplir estas ordenanzas. Los alcaldes auxiliares ejercieron un mejor control de los incendios cuando no existía Cohdefor ni ICF y tampoco los ingenieros forestales. Ellos fueron más eficaces en esa labor a puro voluntariado.

Los vecinos que viven próximos al bosque deben realizar en forma anticipada dos o tres anillos circulares de rondas alrededor de su vivienda para blindarla de un probable incendio.
No nos olvidemos que el bosque es vida. Si lo cuidamos, protegemos un recurso valioso; nuestra salud, porque con los incendios aumentan en un 30% las enfermedades pulmonares; la biodiversidad y nuestras fuentes agua.

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