“Inaceptables”

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22 de febrero de 2021
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12:03 am
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“Inaceptables”

Por: Edmundo Orellana

Según el exasesor para Asuntos del Hemisferio Occidental del Consejo Nacional de Seguridad durante el mandato de Barack Obama, Dan Restrepo, los precandidatos a la Presidencia “son francamente inaceptables”.

Por esa razón, afirmó que, de ser él asesor de Biden, “nunca dejaría que ninguno de esos candidatos, aún electos presidente de Honduras democráticamente, pisara la Oficina Oval con el presidente Biden”.

Es una opinión injusta porque generaliza. No todos son impresentables. Pero esa es nuestra opinión como hondureños, que, por supuesto, vale un comino para los gringos, que tienen la suya. ¿Cuántos piensan como Restrepo en Washington? No lo sabemos, pero, seguramente, es una opinión generalizada por lo que de peculiar tiene nuestra política partidista.

¿Debe preocuparnos esa opinión? Respondamos con un ejemplo reciente. El gobernante actual fue insultado directa y personalmente por Trump y, además, en varios juicios en contra de capos de la droga ha sido señalado como conspirador en el narcotráfico, y últimamente, según ha trascendido, está siendo investigado directamente. Condiciones que, sin duda, lo tornan impresentable en cualquier circunstancia, y, sin embargo, fue recibido por Trump y hasta atribuyó más autoridad científica a sus opiniones, en relación con medicamentos para evitar o atacar el coronavirus, que las de sus propios asesores, reconocidos profesionales en el área de la salud.

¿No debe preocuparnos, entonces? La diferencia con los que aspiran a ser gobernantes es que el actual encontró la manera de aproximarse a Trump y hablar sobre lo que este quería oír, sobre migración. Recordemos que para Trump todos los latinos somos apestosos, tilosos, piojosos y, en general, inaceptables en el mundo de la supremacía blanca. Su obsesión era perseguir al latino dentro de Estados Unidos, estuviese en situación regular o irregular, y evitar que llegasen más. Cualquier oferta que prometiese evitar la llegada de más hondureños, era aceptable para él.

Se sometió a sus caprichos el gobernante, ofreciendo impedir las caravanas y convirtiéndose en “tercer país seguro”, en otras palabras, en verdugo de los que huyen de sus respectivos países porque se tornan inviables para sus vidas y para los de sus familiares. Ya Guatemala y México habían sucumbido a la imposición trumpiana.

Para Trump, entonces, las acusaciones de “corrupción” y los señalamientos de “narcotráfico” dejaron de tener importancia. El gobernante hondureño era de los suyos; lo acompañaría en su cruzada en contra de aquellos que no tienen ningún “lugar propio”, porque todos los espacios, en sus respectivos países, se cerraron y no tienen acceso en ninguna parte, perdieron, pues, toda oportunidad; en otras palabras, se esfumó la esperanza de vivir en la tierra en donde nacieron.

Quien llegue a la Presidencia en las condiciones actuales, tendrá que lidiar con otros temas porque la migración ya no es el fundamental en las relaciones con la nueva administración gringa, aunque sigue teniendo importancia, desde luego. Según advierten los asesores actuales de Biden, los temas que interesan son la lucha contra la corrupción y, en general, contra la impunidad y otras cosillas. Por esto debe preocuparnos aquella opinión.

Esos temas siempre han estado presentes en nuestro país. Son problemas históricos y la causa de nuestro subdesarrollo, factores determinantes de la emigración irregular, ahora en forma de caravanas, que Biden pretende impedir atacando los males de raíz y en donde se origina el problema, en los países de donde emigran.

Los desafíos que enfrentará quien gane las elecciones serán colosales y, seguramente, desbordarán su capacidad para abordarlos globalmente y en su diversidad, por carecer de los medios para emprender tal empresa y de la aceptación general que le permita gozar de tranquilidad para dedicarse exclusivamente a atender las necesidades, todas en carácter de emergencia, que heredará del desgobierno de JOH, la pandemia y los huracanes.

No importarán sus capacidades personales ni sus destrezas y habilidades, todo será insuficiente para el nuevo gobernante, quien, para atender medianamente los problemas urgentes del país, tendrá que negociar con las demás fuerzas políticas, para, con su concurso, acometer la tarea.

Nada de esto será viable, sin embargo, si no cuenta con la participación de la cooperación internacional y en este ambiente la presencia de Estados Unidos es imprescindible. Sin su anuencia difícilmente se facilitará esa cooperación. No se cerrarán puertas, pero no se abrirán totalmente. Por eso, si la de Restrepo es la opinión que prevalece en Washington, debemos preocuparnos y evitar equivocarnos, escogiendo a los menos “inaceptables”; quizá con el tiempo se tornen “aceptables” para la comunidad internacional; para no equivocarnos gritemos a voz en cuello: ¡BASTA YA!

Y usted, distinguido lector, ¿ya se decidió por el ¡BASTA YA!?

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