Un humilde consejo con esto de las vacunas

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27 de febrero de 2021
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12:05 am
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Un humilde consejo con esto de las vacunas

Esperanza para los hondureños

Por: Héctor A. Martínez
(Sociólogo)

En Honduras, seguimos dando tumbos con el manejo de la pandemia. Todo indica que los funcionarios encargados de la adquisición de las vacunas se durmieron sobre los laureles, -como es muy natural en la cultura catracha-, esperando a que otros arreglaran las cosas por ellos. Al finalizar el mes de febrero, el panorama luce sombrío, y las esperanzas de inmunizar a más de 5 millones de hondureños en el 2021 parece que quedarán en simple propaganda. La “hoja de ruta” de la que tanto hablan se ha salido del camino, y solo nos resta esperar hasta el próximo año, si es que no nos morimos antes.

A decir verdad, no debería extrañarnos este comportamiento institucional proviniendo del Estado y de sus funcionarios. Varios gobiernos en América Latina están haciendo aguas en el manejo, no solo de la pandemia misma, sino también en la adquisición y la distribución de las vacunas. Pero unos han sido más precavidos que otros, como en el caso de Chile donde, hasta esta semana, se había inmunizado a 2,7 millones de personas en el transcurso de quince días, si bien el personal voluntario y de primera fila ya había recibido su primera dosis desde diciembre del 2020. Pero estamos hablando de un Estado donde la auditoría institucional es muy rigurosa y la vigilancia ciudadana es, democráticamente hablando, muy madura y exigente; ya lo hemos visto en las calles santiaguinas desde el 2019. ¿Qué nos falta para ser como los chilenos?

En el caso de México, los vituperios hacia López Obrador han ido subiendo de tono en los últimos días, en vista de que la inmunización camina al paso de las tortugas del desierto de Sonora, con una estrategia parecida a las vacunaciones masivas de los años 70 donde una ambulancia llena de funcionarios se estacionaba en la plaza central a la espera de que llegaran los pacientes. En fin: estamos llenos de anécdotas que no nos hacen ninguna gracia en vista de que se trata de vidas humanas. Cada vez que un gobierno retrasa la llegada de los medicamentos, en cada segundo de espera vana, muere la gente.

Cuando el Estado mete las manos en programas de distribución masiva, las posibilidades de éxito son mínimas, salvo que -como en el caso de Chile-, la coordinación ordenada y sistemática entre el gobierno y los diferentes sectores asegure el destino final de los recursos. Dicho en otras palabras, el programa de inmunizaciones no puede quedar totalmente en manos de los gobiernos, sobre todo porque lo del Covid-19 no es una epidemia cualquiera, que se localiza geográficamente en un área específica de una Región Sanitaria. Se trata de un problema global que sobrepasa las capacidades de cobertura de gobiernos que, como el nuestro, nunca se prepararon estratégicamente para hacerle frente a la complejidad del asunto.

Si así pinta el “trailer” esperemos a ver la película completa, porque, con la distribución de las vacunas las cosas no serán mejores. Todo mundo apuesta a que sea el gobierno quien se encargue de la aplicación sectorial de las dosis, que la vacunación será cuestión de hacer fila -como sucede en las sociedades organizadas-, y que el problema estará resuelto. Pero nadie ha considerado que el sector privado puede ser el mejor aliado del Estado para garantizar el éxito de la inmunización, en vista de que se trata de una situación de oferta y demanda: hay demandantes que están dispuestos a pagar por cada dosis, lo que aseguraría una mayor cobertura y una rápida disminución de los contagios a nivel nacional. Si se aprovechara la cadena de suministros de droguerías, farmacias y centros médicos, las cosas se facilitarían, para este y para el próximo gobierno. Un consejo para recuperar la legitimidad perdida: desbaraten los comités ad hoc de la pandemia -que solo sirven para cobrar altísimos honorarios-, siéntense con los directivos del COHEP, y pónganse de acuerdo.

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