El centenario recorrido de la tarjeta de identidad

ZV
/
8 de marzo de 2021
/
05:40 am
Síguenos
  • La Tribuna Facebook
  • La Tribuna Instagram
  • La Tribuna Twitter
  • La Tribuna Youtube
  • La Tribuna Whatsapp
El centenario recorrido de la tarjeta de identidad

En la actualidad el Registro Nacional de las Personas (RNP) se apresta a la entrega del nuevo Documento Nacional de Identificación (DNI), mediante el Proyecto Identifícate, que supuso un proceso de enrolamiento de la ciudadania.

Por: Eris Gallegos

Cuando la cédula de identidad apareció, al menos, de lo que se tiene documentación, en el país todavía quedaban rastros de una guerra civil. Corría el año de 1924.

Eran tiempos recios en una Honduras turbia, gobernada desde principio de siglo por belicosos generales -Terencio Sierra, Manuel Bonilla Chirinos, Miguel R. Dávila, Rafael López Gutiérrez y el más célebre de todos ellos, Tiburcio Carías Andino, quienes habían ganado su grado militar en medio de la pólvora y la guerra.

Pocas leyes había en ese entonces -la Ley Electoral, una de ellas, junto a los códigos Penal, Civil, Mercantil y de Minería, todas redactados a partir de 1876 por los reformadores liberales, Marco Aurelio Soto y Ramón Rosa, en su intento por derrumbar las viejas estructuras coloniales y colocar al país por la senda del modernismo.

DECRETO DE 1923

“El decreto de 1923 es del que yo tengo conocimiento, pero seguramente se venían usando algún tipo de documento desde las elecciones de principio de siglo, pero no los conozco”, dice Mario Aguilar González, uno de los especialistas electorales del país y que se ha empleado a fondo a fin de reconstruir con LA TRIBUNA una línea del tiempo del documento más importante de los hondureños.

El decreto señalado por Aguilar González fue firmado por otro antiguo general: Vicente Tosta, un caudillo intibucano, protagonista de la guerra civil de 1924 y al final de la cual fue electo presidente provisional de Honduras, entre el 30 de abril de 1924 y el 1 de febrero de 1925. Casi un siglo después se sigue recordando este conflicto por la intervención de los Estados Unidos, cuyos marines a bordo del crucero “US Milwaukee”, anclado en el Golfo de Fonseca, desembarcaron y entraron a Tegucigalpa, aplastando la insurgencia y poniéndole fin a la cruenta guerra de tres meses.

“Después está la ley de Carías, luego tenemos las de 1953, 1961, 1969 y la de 1980, que estuvo vigente hasta el 2004”, señala este abogado de reconocida militancia nacionalista, expresidente y asesor, de los organismos electorales, desde los años 80. Muchas de las reformas electorales actuales y la tarjeta de identidad, fueron redactadas y firmadas de su puño y letra.

Y para probarlo, Aguilar González compartió con este periódico fotografías de su propia colección de las diferentes tarjetas de identidad y los decretos desde 1923. A cada documento le hizo observaciones para ilustrar los tiempos y las circunstancias políticas de cada momento. “Comenzó llamándose boleta de identidad”, dice.

Durante la dictadura del general Carías se promulgó una nueva Ley Electoral, derogando la de 1924, aprobada durante el gobierno del general Tosta. El artículo 93 de la normativa del “caríato”, establecía que “todos los documentos electorales se extenderán en papel oficio y de acuerdo a los formularios anexos a esta ley, y llevarán el sello correspondiente, que suministrarán las municipalidades a la mesas.

Augusto Aguilar, Mario Aguilar González y Antonio Ortez Turcios.

VOTOS POR CORREO

La Ley Electoral de 1961, en el artículo 82, autorizaba a los Consejos Locales de Elecciones reponer la tarjeta de identidad en caso de pérdida o inutilidad justificable. Augusto Aguilar es otro especialista en temas electorales. Su reseña histórica sobre la tarjeta de identidad abarca desde 1956, cuando ejerció el sufragio por primera vez. “El primer carné para votar que yo saqué, tiene la fotografía, escrito a mano, del 18 de abril de 1956”, recuerda Aguilar, mostrando el documento a LA TRIBUNA. Su paso en política comenzó como militante del Partido Liberal, ahora en Libre, presidente de los entes electorales, ministro-director, y diputado varias veces. Pocos en Honduras saben tanto sobre temas electorales como este doctor en Psicología (UNAM, México, 1978) y al que la prensa suele confundir como abogado por sus exposiciones magistrales sobre el tema

“Antes, para votar, cada partido, imprimía su voto, los mandaba a los pueblos en paquetes por correo. Mi papá en Alianza, Valle, me contaba que los cachurecos interceptaban el correo y eso evitaba que votaran los liberales”, recuerda.

En aquel entonces, explica Aguilar, era un solo voto para presidente, diputados y alcaldes. Desde la primera vez que ejerció el sufragio, agrega, únicamente no lo hizo en los comicios de 1971 porque se encontraba estudiando en la Ciudad de México DF. Como parte de su archivo personal, conserva una tarjeta de identidad perforada que se usó en unos comicios de los 90. “La medida se tomó para que no se votara dos veces”, dice mostrando el documento con un hoyo redondo en una esquina.

“¡AJÁ HIJO DE P…!”

En esta misma línea del tiempo, Antonio Ortez Turcios es otro gran protagonista de la vida electoral hondureña. Pocas cosas pasaron en el país desde los años 60 de las que no haya sido testigo directo. “Me recuerdo, comienza relatando, que los partidos mandaban los votos en papel trazo, aún conservo la tarjeta de identidad de mi papá”.

Curtido en política y pasando por todos los cargos dentro del Partido Liberal, hasta diputado y funcionario público, Ortez Turcios asegura que la cédula de 1965 y 1971 era una libreta sin fotografía. La campaña y los comicios, en cambio, casi siempre terminaban en reyertas teñidas de sangre.

“Cuando don Jorge Bueso Arias (candidato liberal en la campaña de 1971) llegó a San Marcos de Colón se armó una balacera con la mancha brava nacionalista y mataron una niña”, recuerda.

Pero el momento más difícil lo vivió en su propio pellejo cundo le tocó votar por primera vez en los comicios de 1965. “Estaba depositando mi voto, cuando de repente un hombre me gritó: ajá hijo de p… es la última vez que vas a votar, era Julián Martínez, un criminal del pueblo. Por suerte unos amigos nacionalistas me sacaron de Choluteca. Fueron momentos difíciles para los liberales, los militares de aquellos tiempos los golpeaban con los rifles”.

Al terminar esos comicios, fue constitucionalizado el gobierno de facto del general Oswaldo López Arellano, quien había llegado al poder tras derrocar al liberal Ramón Villeda Morales. Esa misma tarjeta de identidad fue usada en las elecciones de 1971 que dieron el triunfo al nacionalista Ramón Ernesto Cruz y más adelante, la Asamblea Constituyente de 1980, ratificó el mandato del general Policarpo Paz García.

A partir de 1980, la administración de los procesos electorales estará a cargo del Tribunal Nacional Electoral (TNE) creado con el fin de crear un censo electoral. La nueva tarjeta de identidad, en cambio, estará a cargo del también fundado Registro Nacional de las Personas (RNP) de cara a los comicios generales de 1981, ganados por el liberal Roberto Suazo Córdova.

En esta nueva etapa, relata Aguilar González, la cédula incorpora elementos de seguridad como la huella dactilar, los datos biográficos y la fotografía. “Es una tarjeta versátil, no puede falsificarse, se reportaron unos 4,000 casos de usurpación, pero no de que se halla falsificado. En aquel entonces la duración del plástico se proyectaba para diez años”.

LA VIEJA Y LA NUEVA

Los años 90 van a quedar marcado por dos hechos electoral alrededor de la tarjeta de identidad y de la tinta. Una corriente del Partido Liberal denunció que sus rivales le había hecho fraude al usar cloro para quitarle la tinta a los votantes y así poder ejercer el sufragio dos veces. El caso se conoció como “Magia Blanca”, por la marca del químico denunciado en la polémica. No menos controversial fue el momento al cambiar la tarjeta de identidad de 1980 de cara a los comicios generales de 1997. Aguilar González recuerda que en ese momento no se logró cedular a todos electores con la nueva por lo que se decidió que se usara el documento vigente. Era algo parecido al caso actual, cuando se permitirá usar la nueva y la vieja identidad en los comicios del próximo 14 de marzo. La diferencia, en aquella comicios, es que el elector ejercía el sufragio y metía la tarjeta de identidad en un sobre. Se apartaban esos votos del sobre y la tarjeta de identidad. Esa fue la última vez que se cambió la tarjeta de identidad.

En todo este tiempo, Aguilar González critica que se han denunciado fraudes alrededor de la cédula de identidad, pero sin ser comprobados. “Dicen que los difuntos votan, que votan dos veces, son cosas ilógicas, que nadie las aborda con seriedad”, señala.

Más de Elecciones Primarias
Lo Más Visto