Recuperar Honduras

ZV
/
8 de marzo de 2021
/
12:03 am
Síguenos
  • La Tribuna Facebook
  • La Tribuna Instagram
  • La Tribuna Twitter
  • La Tribuna Youtube
  • La Tribuna Whatsapp
Recuperar Honduras

Por: Edmundo Orellana

Es como se denomina el movimiento que lidera el ingeniero Luis Zelaya, el académico que decidió dar el salto hacia lo político, convencido de que un nuevo país es posible solo si lo recuperamos de las élites corruptas que lo tienen atrapado.

Se entregó a esa causa luchando desde el PL, partido de compleja estructura, cuya dinámica la imprimen sus militantes, ariscos ante cualquier imposición desde el vértice, lo que no facilita el surgimiento de líderes apadrinados desde la autoridad partidaria ni desde los centros de poder extraños al partido, pero genera un ambiente propicio para que de su seno surjan nuevos movimientos, entre los que se dividen los militantes, según sus propias perspectivas sobre la realidad política, sean de izquierda, de derecha o de centro.

Desde su nacimiento, es lo que ha caracterizado al PL. Después del gran cisma que en sus inicios conmovió sus cimientos y del que nace el PN, logró recuperarse, muchos años después, cuando Villeda Morales lanzó un mensaje nuevo y esperanzador, con un estilo de liderazgo novedoso que entusiasmó a la sociedad de los años cincuenta, cansada de los viejos y decadentes estilos de los líderes de la primera mitad del siglo XX e influenciada por las tendencias de la postguerra, entre las que destacó la que animó a las masas obreras del norte para declarar la gran huelga de 1954, cuyos reclamos encontraron amplias respuestas en el PL, que las incorporó en la Constitución de 1957, reconociendo los derechos sociales y la intervención estatal como medio para promover el desarrollo con equidad social y económica. Un nuevo liberalismo nacía en el país.

Internamente, el “villedismo” enfrentó el “rodismo”, hacia donde se desplazó la masa liberal, convencida de que la obra de Villeda Morales podía continuarse y los postulados del nuevo liberalismo desarrollarse por un gobierno liderado por Rodas Alvarado, no por otro líder, aunque, supuestamente, estuviera auspiciado por Villeda, cuyo liderazgo llegaba a su fin, pese a ser total e indiscutido en sus inicios y ofrecer los extraordinarios logros de su gestión como garantía de triunfo para las elecciones siguientes, proceso que interrumpieron las Fuerzas Armadas con el sangriento golpe de Estado de 1963.

Con el tiempo, Rodas enfrentó los liderazgos emergentes dentro del PL, quienes, alegando que representaba la derecha del liberalismo, se agruparon en la “izquierda democrática”, movimiento liderado por el doctor Carlos Roberto Reina, a quien, luego de la muerte de Rodas, confrontaron, a su vez, otros movimientos. Sin embargo, el “rodismo”, fue un movimiento de tanta pujanza que en su seno se fortalecieron los que le sucedieron.

Contrario a los demás partidos, el PL es un auténtico partero de movimientos políticos que, luego, se transforman en partidos políticos. Cuando no estaban permitidos los movimientos, a principios del siglo XX surgió el “manuelismo”, que, luego, se transformó en el PN, y, cuando se permitieron, cien años después, el “melismo” se transfiguró en el Partido Libre. Dos olanchanos briosos, rebeldes y obstinados, cualidades de aquellas vastas, exuberantes y boscosas tierras, cuyas acciones, sin embargo, no lograron destruir el PL, que sigue demostrando su fuerza, especialmente, a nivel municipal.

En este complejo ambiente partidista, un neófito en política, Luis Zelaya, logró imponerse en las elecciones primarias del PL, compitiendo con los estertores finales del “rodismo”, pero fracasó en las generales por circunstancias propias del momento político. La alianza que se conformó entre Libre y Nasralla atrajo el voto, incluso de los independientes -hartos del gobierno de JOH-, seguros de que garantizaba la derrota del PN, dejando a Zelaya con los votos de los liberales leales. El gobierno aprovechó esa división para escamotear la voluntad popular recurriendo a las trampas de siempre.

Las circunstancias actuales no son las de entonces. Las acusaciones contra el gobernante provenientes de fiscales y senadores gringos, las investigaciones y procesos por corrupción y crimen organizado contra no pocos aspirantes a cargos de elección popular, el desastroso legado del gobierno de JOH y la devastación provocada por la pandemia y los dos huracanes, son factores que no pueden ser ignorados por el votante, aun el más despistado, pero con un ápice de moral y civismo. En estas elecciones primarias, sin duda, nos estamos jugando nuestro futuro.

En conclusión, se trata de apoyar a quien garantice recuperar a Honduras de las redes de corrupción que la tienen secuestrada para transformarla, enfrentando los desafíos de orden económico y social, garantizando la equidad, apegándose a la transparencia y rendición de cuentas, impulsando las relaciones con todos los países y generando confianza en la cooperación internacional. Yo escogí hace mucho tiempo; mi candidato es Luis Zelaya.

Invito, pues, al lector, en su respectivo partido, a no votar por los mismos, repudiar a los corruptos y motivarse en la convicción de que su voto se traducirá en seguridad y bienestar para el pueblo hondureño. Anímese, diciéndose a sí mismo: ¡BASTA YA!

Y usted, distinguido lector, ¿ya se decidió por el ¡BASTA YA!?

Más de Columnistas
Lo Más Visto