Hablando de maravillas

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14 de marzo de 2021
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12:29 am
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Hablando de maravillas

Algo más sobre la numismática

Por: Mario Hernán Ramírez
Presidente vitalicio Consejo Hondureño de la Cultura Juan Ramón Molina.

Nuestro país en estos momentos se encuentra inmerso en una sostenida campaña de reconstrucción, tratando de restaurar toda la infraestructura nacional, después de los despojos que nos dejaron los tristemente célebres huracanes que azotaron a Honduras en noviembre del año pasado. Y es así como todas las fuerzas vivas de la nación se han mancomunado para, en forma coordinada atraer la atención del mundo para que volvamos a adquirir divisas y continuar con el desarrollo a que tenemos derecho todos los hondureños.

Esa campaña se ha enfocado prácticamente en dar a conocer las diferentes maravillas de que somos dueños los habitantes de estos 112,492 Kms2 que conforman nuestra geografía.

Es por esa razón que hoy hemos decidido referirnos a una de las maravillas más extraordinarias con que Tegucigalpa cuenta y que desafortunadamente ha sido casi abandonada a su propia suerte, pese al valor histórico, turístico y cultural que posee, nos referimos a la espectacular presencia del parque La Concordia, inaugurado solemnemente en el año de 1938, obra magistral que corrió bajo la responsabilidad de un genio de la arquitectura mexicana como fue el arquitecto Augusto Morales y Sánchez, quien replicó con su obra magistral las mundialmente famosas Ruinas de Copán; bello parque otrora visitado casi a diario por cienes o acaso miles de personas desde la más pequeña edad hasta adultos mayores que recrearon su espíritu admirando tan majestuoso trabajo.

El arquitecto Morales y Sánchez el día de la solemne inauguración de esa irrepetible maravilla dijo lo siguiente:

“El Jardín Maya “La Concordia” ha sido conceptuado por críticos de autoridad continental, como una obra de arte y de ciencia al propio tiempo; constituye, lo decimos sin pretensiones, otra demostración, no menos evidente que la de la restauración de las Ruinas originales de Copán, de la veneración que los hombres comprensivos y patriotas han sabido rendir a los tesoros de nuestra cultura ancestral.

El Jardín Maya “La Concordia” cuya construcción me tocó en suerte dirigir es, en cuanto a su decorado, un producto de mi imaginación artística, la que logré plasmar merced al impulso y estímulos efectivos que recibí del señor presidente de la República. Ofrécese allí una reproducción fiel y sintética de la civilización Maya, civilización que, como ha dicho acertadamente un ilustre escritor, “significa para los pueblos de México y Centroamérica, especialmente para Honduras, el más glorioso baluarte de su tradición cultural y la mejor justificación de su capacidad, como raza, de ascender y crear maravillas en los dominios del arte y de la ciencia”.

La distinguida escritora hondureña doña Paca Navas de Miralda, en su libro “Rutas de Silencio” nos ofrece el siguiente poema:

“Parque La Concordia de Tegucigalpa./ Evocador paraje donde la fantasía/ percibe de una raza extinta los vestigios;/ motivos aborígenes, mayas alegorías;/ redivivas en piedra, retadora de siglos.

Sinfonía orquestal: pájaros y fontanas,/ encajería verde de bosques de bambúes,/ avatares de ensueño, quimera de nirvana/ transmutada en silente vuelo de marabúes.

Avenidas orladas de símbolos y mitos/ y fuentes luminosas cabe los monolitos/ que develan rituales de una remota edad.

Pretéritas visiones que el cincel ilumina,/ mientras modula el viento su leda cavatina,/ en un “scherzo” lánguido que suena a eternidad”.

Cabe señalar que en atención al hecho alcanzado, artísticamente hablando, de tan monumental joya el gobierno de don Tiburcio Carías Andino, encargó al genial Augusto Morales y Sánchez la construcción de otro extraordinario parque, el cual se levantó en la cima del cerro El Picacho, antaño escenario de guerras fratricidas, el que igual que La Concordia fue magistralmente concebido e inaugurado solemnemente en 1946 con el sonoro nombre Parque de las Naciones Unidas.

Es así como la capital de Honduras entre sus mayúsculos atractivos turísticos además de sus catedrales y diferentes museos cuenta con una variedad de jardines que llenan de solaz y esparcimiento a la gente que tiene la suerte de admirarlos, pero particularmente hacemos énfasis en La Concordia y Las Naciones Unidas.

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