AL TRANCE DEFINITIVO

MA
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15 de marzo de 2021
/
12:25 am
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AL TRANCE DEFINITIVO

ES motivo de encomio que las autoridades electorales, con tanto obstáculo que tuvieron que sortear, hayan salido a tiempo, en la fecha que la ley indica, con las elecciones internas y primarias de los partidos. Necio sería regatearle reconocimiento u ocultar que realizaron una titánica labor. Pese a ataques inconsecuentes de que fueron víctimas como al hecho que no contaron con una ley electoral completa y definitiva. Tuvieron que navegar entre los remiendos y los parches de ley que fueron saliendo al compás de la inveterada costumbre de arreglar cargas en el camino. No tuvieron tampoco los recursos suficientes. Tarde les desembolsaron un anticipo. Tuvieron que pelear para que les devolvieran los almacenes del Infop utilizado como triaje. No contaron tampoco con las herramientas necesarias para operar. Tolerando regaños de los políticos –que con enorme frescura evaden sus responsabilidades– cuya obligación es proveer de todo lo necesario.

Tuvieron que encontrar salidas en los atajos y abrirse pasada entre los recovecos. Pero salieron. Porque por encima de todo estaba el amor al país. Milagrosamente, el proceso comicial hasta la culminación de la votación se desarrolló normalmente con pocas incidencias que objetar. Los ciudadanos concurrieron a las urnas impuestos de civismo ejemplar. Pese a que cualquier otra cosa pudo haberse anticipado de este sofocado ambiente de crispación en que se vive. Sin embargo, nuevamente las calles y las escuelas y los centros de votación se llenaron de electores. Y en paz concurrieron a sufragar, esperando que su voto cuente para algo. Que no corra la mala suerte del engaño o del desprecio como ha sucedido muchas otras veces. Debe el acto electoral ser hito de esperanza. Un rechazo de lo falso, de lo postizo, de lo feo y de lo indecente, que ha sido la razón primordial del hartazgo de una gran parte de la ciudadanía hacia la clase política. El proceso no ha terminado. Ahora resta esperar el arribo de las actas al CNE –que vienen custodiadas por los militares en las maletas junto a las urnas donde se depositaron los votos– para conocer los resultados. Algo adicional hay que decir. Los partidos históricos y sus afluentes volvieron a dar muestras de fuerza en la convocatoria. Pero no debe quedarse solo en una fuerza numérica. A partir de ahora, ya con los candidatos oficiales a los cargos de elección popular por cada partido inicia otra etapa. Rumbo a las elecciones generales. Este es el trance definitivo. Es oportuno, entonces, repetir algunos párrafos de lo que decíamos ayer en la antesala de esta elección.

Pero ¿qué es lo que representa la arquitectura de una salida? ¿Más autoritarismo o democracia? ¿Más odio o la concordia? ¿Continuar en la situación que tristemente se padece, repleta de ofensas, insultos, negativismo, choque y conflicto? ¿U optar por un liderazgo que convoque a la armonía, a la unidad, al respeto, a la decencia y a la autoestima como banderas de esperanza? ¿La actitud conciliadora capaz de ver un aliado útil en todo hondureño o la conducta altanera y mezquina que en los bandos opuestos no ve adversarios dignos sino enemigos? Quien aspire al más alto sitial de honor que confiere el pueblo hondureño, debe hacerlo con actitud humilde y mentalidad generosa. Con ánimo de resolver problemas conjuntando no fraccionando. Y cerramos igual que lo hicimos en editorial anterior y en las declaraciones que ofrecimos al momento de ejercer el sufragio. “Consulte no sus temores –aconsejaba su santidad Juan XXIII– sino sus sueños y sus esperanzas”. “No pienses en tus frustraciones, sino en tu potencial incumplido”. “Preocúpate no en lo que has intentado y fracasado, sino en lo que todavía es posible hacer y lograr”. ¿Y aquí nosotros tendremos talento suficiente para ello? Lo que hace recordar algo que alguien en cierta ocasión advertía: “Los pueblos tienen los gobiernos que se merecen”.

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