Hacia las generales

MA
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15 de marzo de 2021
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01:09 am
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Hacia las generales

Edmundo Orellana

Seleccionados los candidatos en primarias, es nuestro deber enfocarnos en las generales. En aquellas solo participan los militantes de los partidos con movimientos registrados, en estas todos los ciudadanos que decidan votar y aparezcan en el censo electoral.

Ahora se pondrá a prueba la capacidad de negociación de los dirigentes de cada partido de oposición, porque se impone la necesidad de llegar a acuerdos entre el movimiento que se alzó con la victoria y los demás que participaron. No será fácil, por las descalificaciones mutuas o por las sospechas de fraude que se anidarán en quienes, creyéndose imbatibles, presas de un triunfalismo desbordante, no acepten la victoria de los demás, sean del mismo movimiento o no.

El único que no enfrentará estos problemas, es el de Nasralla porque no se desgastó en elecciones internas.
En todo caso, el vencedor, tanto en el PL, como en Libre, tendrá que aproximarse a los demás partidos tanteando la posibilidad de lograr alianzas porque individualmente ninguno de los partidos de oposición está en capacidad de vencer con suficiente volumen electoral como para lograr estabilidad política a partir del 27 de enero de 2022.
Es cierto que el partido de gobierno se desgastó durante estos casi 12 años que desgobernó el país y que su máximo líder lo está arrastrando hacia el abismo con esos señalamientos en tribunales federales gringos, pero también es cierto que todavía está en el poder disponiendo de sus mecanismos y del presupuesto, de donde, sin ningún reparo, se sustraen fondos para financiar campañas electorales, como quedó expuesto en las causas judiciales promovidas por el binomio MACCIH-UFECIC; además, el gobernante todavía tiene la posibilidad de decidir los resultados de las elecciones, tanto primarias como generales, si se llevan las impugnaciones hasta la jurisdicción constitucional, convertida en un simple instrumento suyo.

Adicionalmente, es imposible pasar por alto un factor que irrumpe, por primera vez, en el escenario político nacional. Se trata de la inminencia de una acusación en contra del gobernante, según lo que se desprende de las revelaciones de los narcos en Nueva York y de la insistencia de los fiscales en destacar su supuesta participación -disponiendo de la institucionalidad estatal- en el trasiego de la droga hacia Estados Unidos. Este hecho trascendental no debe excluirse del análisis sobre los escenarios políticos futuros del país porque atañe al gobernante, todavía en capacidad de asegurarse inmunidad personal. Cómo lo logrará, es algo que todavía no está muy claro, pero, es evidente, que, para obtenerla, ninguna opción es descartable, incluso la más extrema, considerando la fidelidad, que resulta manifiesta, de quienes disponen oficialmente de las armas.

Fortalecer la oposición es, pues, deber ineludible de los líderes opositores, quienes tendrán que buscar la manera de constituir una plataforma en la que puedan concurrir, junto a las demás fuerzas sociales y económicas del país, a efecto de identificar lo que los une. Quien tome otra ruta estará favoreciendo al partido de gobierno y a los planes futuros del gobernante, alejando la posibilidad de continuar en el proceso de construir nuestra democracia.

La alianza facilitará a los opositores convenir en una agenda de gobierno de acuerdos mínimos, identificando los temas prioritarios para trabajar sobre los mismos según su importancia. Si esos acuerdos mínimos se logran, el nuevo gobierno tendrá un espacio que le permitirá movilizarse sin alteraciones bruscas.

Sobre los desacuerdos, habrá tiempo para encontrar las avenidas que los aproximen para que no se conviertan en verdaderos caballos de troya que socaven los esfuerzos por llegar al poder o conspiren contra la estabilidad política cuando estén en el poder, tornando explosivo el ambiente político durante el nuevo período presidencial.
Paralelamente a este esfuerzo, considerando los innumerables problemas que la ausencia de una ley electoral provocó y el manifiesto interés de algunos sectores de impedir las elecciones primarias, se impone, como primera prioridad, emitir una nueva Ley Electoral y una Ley de Jurisdicción Electoral que ofrezcan garantías para lo que sigue del proceso electoral. Si este acuerdo no se logra, el escenario en el que se celebren las elecciones generales será el propicio para que no haya un nuevo gobierno constitucional. Animemos, pues, a los políticos que resultaron vencedores de esa justa cívica-electoral, diciéndoles con fuerza: ¡BASTA YA!

Y usted, distinguido lector, ¿ya se decidió por el ¡BASTA YA!?

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