B. Triminio: ¡te extrañamos querido amigo!

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17 de marzo de 2021
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01:42 am
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B. Triminio: ¡te extrañamos querido amigo!

Oscar Lanza Rosales
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El pasado primero de marzo ha fallecido el abogado Benigno Triminio, una persona muy querida en esta capital, principalmente por parte de quienes lo tratamos desde su infancia hasta su edad adulta, y que nos ha dejado consternados por su inesperado fallecimiento. Una vida muy rica, como vecino del barrio La Cabaña, estudiante de la Escuela Morazán y del Instituto Central, su entrañable familia y en el ejercicio profesional.

Nino -como le llamábamos sus amigos del barrio- fue uno de los protagonistas de la época de oro de La Cabaña. Me han dado sus versiones sobre él, los distinguidos amigos: Daniel Herrera, José Díaz, Leonel Medrano y “Chicho” García y me han contado algunas simpáticas historias que compartieron con él.
Junto con su hermana Adilia, se crio bajo los cuidados de sus abuelos paternos, doña Rosa Espinoza y el general Pedro Triminio, diputado y hombre de confianza del expresidente Tiburcio Carías. Tenían la mejor casa del barrio, destacada y amplia, con un gran patio trasero, árboles frutales, un rosal que colindaba con la quebrada “El Bambú” y la huerta de los Durón. Doña Rosa se dedicaba a los oficios domésticos y era devota de San Francisco de Asís. A don Pedro se le recuerda, vestido de levita y su sombrero Stetson.

Mis amigos recuerdan, que -como su casa era grande- Nino le daba albergue a todos los del barrio para jugar naipe, enchute, damero, hacer veladas para contar las hazañas de la cipotada y la cacería, principalmente de pájaros, dándose el lujo de apreciar el pájaro más lindo que habían visto en su vida, por su colorido, que bautizaron como el “Tarragón”, y que nunca lo pudieron atrapar.

Leonel atribuye la gran hermandad que existía, a que la mayoría de las familias provenían de Yuscarán y eran católicos. Asistían a la Iglesia San Cayetano, donde varios niños les gustaba hacer de monaguillos, en cuenta Benigno. El sacerdote era el checoslovaco Esteban Fogas, que influyó mucho en la vida de todos los cipotes de aquel entonces, por sus consejos de buenas costumbres.

En cierta ocasión, Benigno y su gran amigo Lisandro García (Chando), decidieron ingresar a un seminario católico de Comayagua, pero se arrepintieron por falta de vocación. Aunque todos sus amigos les hacíamos la broma, que fue porque casi no les daban de comer, al regresar muy delgados.

Ya adulto decidió ingresar a la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, de la cual fue su presidente por Honduras.

Uno de sus pasatiempos favoritos, era el cine. Fausto que se crio con los Triminio y que fue portero de los cines Clámer y Variedades, le conseguía pases de cortesía. Con ese privilegio, aprovechaba ver varias veces las películas que más le gustaban como El Circo y la Novicia Rebelde por sus bellos paisajes, aunque ya adulto decía que sus preferidas eran El Manto Sagrado y Ben Hur.

También disfrutaba el hit parade de las canciones más escuchadas, que las emisoras presentaban semanalmente, siendo su preferida, Venus con Frankie Avalon.
Entre sus anécdotas favoritas están “cuando se robó un cometa ‘el aguilita’ y su mamá lo obligó a devolverlo”. Y “Chicho” recuerda, que cuando niño lo llevaron a bañar a Cedeño, donde aparecieron unos delfines y le dijeron a Nino: ¡hey! vení metete al mar. Y él dijo: no, me van a comer esas toninas.

Con su esposa Xinia Velásquez, desde que se conocieron se juraron amor eterno. En una reunión que tuvimos en mi casa en marzo del 2020, ambos confesaron que después de 50 años de matrimonio, habían vivido una vida feliz, a base de mutua comprensión, buena comunicación, habiendo creado una familia numerosa de 5 hijos y 15 nietos. Reconoció Benigno, que ella era alegre y excelente administradora de los recursos del hogar, y que ambos habían puesto sus máximos esfuerzos y capacidades para ser felices. Y Xinia dijo que él era un regalo de Dios, tenerlo como marido.

En su familia todos le decían Zeus, “el dios de la mitología griega”, porque su primer nieto Juan Carlos, decía que él era Hércules y su abuelo Zeus. Y de ahí le vino el cariñoso Zeus de toda la familia.
Al final, decía que su mayor orgullo era ver a su familia vivir en rectitud cumpliendo los mandamientos de Dios.
Benigno: tu familia y tus amigos te extrañamos, pero como cristianos creemos que estás en un mejor lugar, a la diestra del Señor.

No te decimos adiós, sino ¡hasta luego!

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