LA MAYORÍA SILENCIOSA

ZV
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19 de marzo de 2021
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12:49 am
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LA MAYORÍA SILENCIOSA

PARA que el amable público escrute los astros en cielo estrellado. Si bien más adelante vamos a analizar otros aspectos del proceso electoral primario de los partidos, de momento un paréntesis. Solo para discurrir en una que otra de las lecciones que deja la reciente consulta popular. Nos referimos a la narrativa. Lo que se confunde como tónica dizque para ganar popularidad, y lo que sucede cuando choca con la cruda realidad del veredicto popular. La dilatada distancia entre la apariencia y lo auténtico. Entre lo ficticio y lo genuino. Quizás de momento una que otra nube pasajera perturbe la visión. Pronto, sin embargo, veremos un firmamento más despejado. Cuando terminen de dar los resultados oficiales, no ocuparán pericia matemática para hacer simples observaciones. Ello es, que no hay una sola forma de ver a la opinión pública. Tomar la parte por el todo es una crasa equivocación. Algunos, quizás, los adictos a los chats y al basural que se transmite por las redes sociales, creerán que ese mundo representa el universo nacional.

Calculan que entre más se ofende, entre más se golpea al contrario, entre más se aborrece al contendiente, entre más se envilece al adversario tratándolo como enemigo, mayor será el aprecio que gana de la sociedad. Y, por ende, mayor su posibilidad de notoriedad. Pues bien, hasta cierto punto. Solo que, para desgracia de quienes así piensan, ese solo es un pedazo de la constelación. La otra parte, más bien, un espacio inmenso de la galaxia, –la que vive el día a día con su carga de problemas encima– no pasa atento de ese endemoniado bullicio. Y si lo escucha, o se lo cuentan, les entra por un oído y les sale por el otro, prefiriendo cada cual, tomar guía del juicio propio. El mundanal ruido es más proclive de influenciar gente en los centros urbanos. Los que viven en el agite. Sin embargo, tampoco allí es absoluto. Aunque llegue a alcanzar a muchos, no abarca la totalidad. Observen entonces, como ejemplo, los votos que se dieron en el partido donde hubo una real contienda entre oponentes. Examinen hacia dónde se inclinaron en las ciudades principales. Pero, ahora, observen bien qué sucedió, digamos, en los municipios de esos mismos departamentos. Dirán, en forma desdeñosa, ah sí, los votos rurales. Esa es la otra parte de la Vía Láctea que pasa desapercibida. La que no gasta tanto tiempo ni metida en el alboroto ni atenta de la gritería. Allí más bien, toda esa guerra sucia de las redes sociales tiene un efecto contrario. No les gusta la división, prefieren al comedido y viven por el amor que le tienen a los colores de la bandera y a su partido.

Deducen que quien fustiga al mismo correligionario no le hace bien al anhelo superior, que solo yendo juntos tendrán posibilidad de ganar. Así que esa es la primera lección que deja esta contienda. Aunque no sea algo nuevo, sino repetición de acontecimientos pasados que pasaron desapercibidos. Pero como aquí la historia no sirve de nada ni a políticos ni a aprendices de políticos, nada aprendieron. No hay que menospreciar los votos rurales. Allá en Bolivia, fueron los que en esta última elección volvieron a dar el triunfo a MAS. Fueron las provincias rurales que tradicionalmente apoyaron a su líder indígena, que le permitieron a su partido regresar al poder. Allá poco caso hicieron a la música citadina que satanizaba a Evo de dictador. Solo recordaron los favores que recibieron durante su gobierno. Cómo sus vidas eran mejor en tiempos de la bonanza de los precios del gas, que ahora en tiempos de la pandemia. Parecido sucede aquí. Nada más que el perturbador escándalo hace invisible a la mayoría silenciosa. Pero allí está. Se mantiene al asecho. Y no se sorprendan, si de pronto aparece.

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