GOTAS DEL SABER (33)

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20 de marzo de 2021
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GOTAS DEL SABER (33)

Por: Juan Ramón Martínez

I
El autoritarismo policial no es nuevo. Así como tampoco el irrespeto al poder municipal. Más bien este se ha acentuado en la medida en que, vía la reelección, los alcaldes son los “dueños” del ayuntamiento, de la ciudad y de sus habitantes. El 15 de septiembre de 1890, ocurrió en Tela, que entonces pertenecía al departamento de Yoro, un acontecimiento vergonzoso. Está contenido en una comunicación oficial de la alcaldía, que a la letra dice: “Señor comandante local. En la reunión que acaba tener la Municipalidad que presido, resolvió poner en conocimiento de usted que el oficial Dionisio Zelaya, se introdujo a la Sala Municipal, y sacó a garrotazos a los agentes que representan a la corporación en el festejo de este grandioso día señores secretario municipal don Raymundo Gonzales y don Ramón A. Clotter, tuve que venir de mi casa a cortar el desorden que si bien tuvo razón o no, Zelaya debió haber respetado el sagrado asilo de esta casa, en consecuencia le aviso a Ud., para que quede enterado y que tal ultraje a la municipalidad no lo dejara desapercibido”. (Acta Municipalidad de Tela, en Rafael Ángel Elvir, La Villa de Triunfo de la Cruz, pág. 90).

II
El 16 de marzo de 1872, a casi 14 años después de haber sido devueltas las Islas de la Bahía, por parte de la Gran Bretaña que las había ocupado en forma ilegal y prepotente, el gobierno de Honduras, en una clara muestra de indolencia burocrática – probablemente la peor desgracia nacional, que exhibe la poca vocación por el trabajo por parte de los hondureños – crea el departamento de las Islas de la Bahía. Desde entonces, como ocurre actualmente con la mayoría de los territorios que ocupara ilegalmente El Salvador hasta 1992, — especialmente Nahuaterique– las Islas de la Bahía, hasta hace muy poco han recibido atención gubernamental. Las autoridades de tierra firme, han carecido de talento y sensibilidad. Y los profesores que han enviado para enseñar el español, especialmente en el siglo pasado, eran en su mayoría, incompetentes. Y algunos tartamudos que hablaban mal el español y que en consecuencia carecían de competencia para enseñarlo a las nuevas generaciones.

III
“La Provincia de Honduras, como las demás del Reino de Guatemala, tuvo su representación en las Cortes de Cádiz, primero, en don Francisco Morejón, y después, en don José Santiago Milla. Este último llegó cuando ya las Cortes se habían disuelto; sin embargo, útiles y muy importantes fueron las gestiones que a favor de Honduras se hicieron. El diputado Morejón gestionó que los puertos de Omoa y Trujillo, que estaban bajo la dependencia del Capitán General del Reino desde 1782, volverían a la jurisdicción de Comayagua. Las Cortes acordaron que Trujillo fuera separado de la dependencia del Capitán General y volviera a la jurisdicción de Comayagua, resolución extensiva al Puerto de Omoa, que se hallaba en el mismo caso. Tal acuerdo fue comunicado por Real Orden del 4 de agosto de 1813. Los electores de Comayagua habían dado a su diputado don José Santiago Milla, el 10 de abril de ese año (1813), instrucciones para seguir las gestiones. En ellas decían que “se había padecido el mayor contraste y retardo en las provincias que piden la autoridad del cargo de Capitán General por la enorme distancia de doscientas veinte leguas a que se halla Guatemala, a los referidos puertos de Omoa y Trujillo, y las otras cien leguas que pueden contarse hasta los bancos del Río Tinto y Cabo Gracias a Dios, que son los términos antiguos de este gobierno”. Agregaban las instrucciones que la distancia en caso de guerra e invasiones de los ingleses, etc., hacía que se perdiera más tiempo que el indicado en preparar las marchas, de suerte que, cuando se llegaba al punto que se iba defender, ya se habían sufrido los estragos. Milla, como ya se dijo, llegó cuando ya se habían disuelto las Cortes; él encaminó sus gestiones al Ministro de Indias, el 7 de julio de 1814. La instrucción original que llevaba de Comayagua sobre el asunto de los puertos, fue acogida favorablemente, y con fecha 31 de julio de 1816, el Consejo dictaminó que Omoa fuera devuelto a Comayagua. (Guillermo Mayes h., Honduras en la Independencia de Centro América y Anexión a México, páginas 25 y 26).

IV
“El 11 de marzo de 1900, día domingo y en horas de la madrugada, varios mineros del mineral de San Juancito, en número de 80, se presentaron en casa del superintendente don Guillermo Gierlings para expresarle que habían resuelto el día anterior no trabajar más en la mina si no se les concedía el aumento en sus sueldos que habían solicitado. Tanto el superintendente Gierlings como el jefe de la mina, señor Montis, dieron a los mineros todo género de explicaciones y formularon propuestas que los amotinados aceptaron inmediatamente, en la esperanza de valerse de la propicia oportunidad para lograr cosas que ellos anhelaban y no planteaban todavía. Al día siguiente, en horas también de la madrugada, algunos de los dirigentes del movimiento laboral, señores Rufino Ardón, Marcos Montoya y Camilo Lozano llegaron hasta las entrañas de la mina y aconsejaron a los mineros que no trabajaran, afirmándoles que la compañía necesitaba operarios y pagaría buenos sueldos. Los dirigentes andaban llevando consigo aguardiente y otros licores con los cuales convencieron a quienes estaban trabajando que dejaran la mina y se fueran todos a la gerencia para reclamar un día de sueldo que se les adeudaba. En número de cien tocaron la puerta de Mr. Gierlings, quien ante el reclamo de pago se puso personalmente a atender a cada uno debido a que el cajero, señor Urbano Ugarte, andaba por Tegucigalpa. Rufino Ardón proseguía mientras tanto en su labor agitadora y en un momento de descuido franqueó la puerta encontrándose con el sargento Gregorio Ponce que trataba de impedirle la entrada. Ardón le ocasionó una herida en el lado izquierdo del cuerpo y puñal en mano se lanzó contra el superintendente Mr. Gierlings, quien hubiera estado en verdadero peligro si el coronel Floriano Davadí no hubiera detenido al agresor infiriéndole un balazo. Mientras esto ocurría, un grupo de huelguistas intentó atacar la comandancia del mineral y poner en libertad a los reos que estaban en la cárcel, pero la situación fue puesta bajo control de las autoridades, efectuándose la captura de gran número de amotinados. Esa misma noche del 12 llegaron a San Juancito el general Saturnino Medal, el comandante Benjamín P. Sánchez, dos oficiales, 30 policías y el inspector Pedro Rivas. Esta fuerza trajo presos a Tegucigalpa a los dirigentes Rufino Ardón, Camilo Lozano, Marcos Montoya, Julián García, Regino Andino, Daniel Gutiérrez y Marto Andino, a quienes puede considerarse como los promotores de uno de los primeros movimientos de huelga producidos en el país”. (Víctor Cáceres Lara, “Efemérides Nacionales”, Tomo II, página 87).

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