La verdadera responsabilidad social empresarial

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20 de marzo de 2021
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12:10 am
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La verdadera responsabilidad social empresarial

Esperanza para los hondureños

Por: Héctor A. Martínez (Sociólogo)

Si los dirigentes de la empresa privada no toman en serio la responsabilidad de diseñar una propuesta para impulsar el desarrollo nacional, se corre el riesgo de que un día no muy lejano aparezca un gobierno al que se le ocurra imponer su propia política económica, interviniendo el mercado a través de altas tasas impositivas o eliminando los privilegios del que han gozado algunas empresas durante décadas. Se terminaría, de esta manera, una relación amorosa que lleva ya cerca de setenta años, desde que se implementó la Política de Industrialización recomendada por la CEPAL en los 50. De no considerar un proyecto de tal magnitud, el sector privado seguirá siendo parte del problema sin aportar propuestas para los graves problemas que amenazan con resquebrajar la exigua porción de unidad nacional que aún nos resta.

Desde hace varios años nos venimos haciendo la pregunta de si es posible que el empresariado organizado pueda salir de su zona de confort, dejar de hacer tibias consideraciones sobre las crisis y asumir una posición que -aunque no queramos-, no dejará de incomodar a ciertos sectores de la sociedad. Los líderes empresariales no pueden obviar el hecho de que no ha existido en la historia una sociedad que no haya experimentado dolores de parto antes del alumbramiento económico exitoso.

Además, existe una situación institucional que ya días se viene planteando y que es necesario exponerla: nuestros empresarios padecen de un grave defecto que deberán rectificar en el menor tiempo posible: nos referimos a la desidia para entender que su influencia puede ser decisiva en la creación de un plan de largo alcance, y que su implementación responsable y patriótica marcaría indeleblemente el rumbo económico y social de nuestro país.

A nuestros líderes empresariales les hace falta ese impulso viril para subirse al tren de la historia, y no quedarse en el andén como meros espectadores, sin sopesar los tremendos efectos de una malsana economía que cada día se deteriora aceleradamente, sobre todo en estos tiempos de la pandemia. No hemos visto un planteamiento serio sobre la reactivación económica: el mundo ha cambiado terriblemente con este mal, y las consecuencias de la desgracia han acentuado las diferencias sociales, las restricciones al acceso de los recursos y la degradación de la calidad de vida de la mayoría de la población. Aunque parezca más un discurso panfletario de las Naciones Unidas, la verdad es esta y no existe otra. Si la empresa privada es incapaz de ofrecer empleos, ¿Qué le decimos a la gente para que aprenda a vivir con recursos limitados en medio del infortunio? No esperemos a que los gobiernos contesten esta pregunta; los políticos están enfrascados en sus propios negocios, que es lo mismo que decir, obsesionados con tener más y más poder. ¿Sucederá lo mismo en la empresa privada?

El empresariado deberá influir en la reorientación de las instituciones encargadas de la creación de las políticas económicas. Por sí mismo, el Estado jamás se embarcará en un proyecto de tal naturaleza. Los dirigentes empresariales no pueden atenerse a que surja un líder político que pueda hacer posible el milagro económico. Alguien llamó de mala manera “milagro” al repunte alemán de la postguerra, pero los milagros los hacen los hombres, no las divinidades. No olvidemos que la desesperanza es el peor enemigo de las sociedades que buscan el consenso para que la paz sea posible. El resentimiento avala la querencia y la predisposición hacia los autoritarismos y los falsos mesías. Luego se hace demasiado tarde para remediar esa patología de la democracia. La estabilidad social es una quimera y los tiempos de paz son efímeros: lo vivieron las grandes naciones como la Rusia zarista, la Francia de los borbones y hasta la Alemania prenazi.

La cuaresma es un buen tiempo para la reflexión y para esbozar un genuino proyecto económico que ayude a la prosperidad de esta nación donde hemos nacido y vamos a morir. Esa sería una verdadera responsabilidad social empresarial.

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@Hector77473552

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