RIQUEZA ADORMECIDA

ZV
/
21 de marzo de 2021
/
12:37 am
Síguenos
  • La Tribuna Facebook
  • La Tribuna Instagram
  • La Tribuna Twitter
  • La Tribuna Youtube
  • La Tribuna Whatsapp
RIQUEZA ADORMECIDA

AUN cuando siempre estamos hablando, escribiendo y publicando sobre la pobreza en Honduras, ya sea creciente o decreciente, conviene un repaso histórico de sus grandes potencialidades que se han quedado adormecidas o que han sido desaprovechadas por motivos multifactoriales de diversa especie.

Para tener una visión de conjunto debemos comenzar por la época colonial de la “Provincia de Honduras”, conocida también, desde la segunda mitad del siglo dieciséis, como “Gobernación de Comayagua” y “Alcaldía Mayor de Tegucigalpa”, más las divisiones subregionales. Aunque por ahí se diga que el aporte de la actividad minera apenas representa, en la actualidad, el uno por ciento del Producto Interno Bruto, la verdad histórica es que Honduras se significó como la principal provincia minera del “Reyno de Guatemala”, es decir, de todo lo que hoy es América Central, durante casi toda la época colonial, con sus altos y sus bajos.

Es una curiosidad de primer orden cómo Honduras siendo la provincia más rica de Centro América, era casi al mismo tiempo una de las provincias más pobres de esta región ístmica. Algunos visitadores itinerantes de aquellos tiempos añejos, percibían el fenómeno; pero parecían no encontrarle ninguna explicación. Sobre todo si consideramos que Honduras se movía, económicamente hablando, bajo los influjos del capitalismo mercantil predominante, basado en la circulación de metales preciosos.

Por consiguiente, debió experimentarse lo que se llama “acumulación originaria de capital”, tal como ocurrió en otros centros mineros de aquel entonces. En verdad hubo un flujo de descapitalización en la provincia hondureña hacia la Capitanía General de Guatemala, pues los principales inversionistas mineros de Tegucigalpa, Choluteca, El Corpus y otros lugares, eran de origen guatemalteco. Sin embargo, a pesar de los pesares, los “güirises” o mineros independientes (pardos y mestizos), explotaban cantidades mínimas de plata y oro en las minas abandonadas por los españoles o criollos, y de este modo lograban construir algunos edificios eclesiásticos importantes como la “Iglesia de los Dolores” en Tegucigalpa, cuya fachada principal es una de las más atractivas de América Latina, quizás por el estilo “mixtilíneo” que la caracteriza.

Honduras ha sido un país de valles frondosos que en ciertas temporadas del año pareciera que van a convertirse en semidesiertos. Pero cuando llueve, o se logran instalar los sistemas de riego, se demuestra la gran capacidad productiva en materia de granos y otros cultivos agrícolas, tanto para exportar como para el consumo del mercado interno. Esta potencialidad económica actualmente es desaprovechada, por razones y motivos que vale la pena estudiar.

Además de los valles fértiles convertidos a veces en zacatales, la riqueza forestal de Honduras ha sido evidente. Una riqueza que solamente les ha servido a unos pocos empresarios depredadores, incapaces de generar empleo masivo, y luego sin aportarle ningún valor agregado a la madera, la cual debiera ser comercializada por verdaderos empresarios hondureños y extranjeros, que devendrían obligados a reforestar los extensos bosques actualmente afectados. A la depredación de los supuestos madereros, se suman los nefastos e implacables incendios forestales de los pirómanos de todos los años, que dañan profundamente la biodiversidad y la abundancia hídrica, desenfreno que hasta la fecha nadie logra controlar. Ni en la capital. Ni en los pueblos del interior.

Honduras es un país rico. Con una riqueza adormecida o mal aprovechada, y con un sistema de propiedad arcaico que genera pobreza por doquier. Los consultores extranjeros que llegan a nuestro país a ganarse sus buenos reales, saben perfectamente de las potencialidades de los productores y micro-emprendedores nacionales. Pero hacen sus estudios repetitivos para que sean archivados en cajones polvorientos.

Más de Editorial
Lo Más Visto