De Grecia al CNE

MA
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24 de marzo de 2021
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12:42 am
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De Grecia al CNE

Independencia y recuperación patria

Abog. Octavio Pineda Espinoza (*)

La democracia, definida por el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española como “La doctrina política favorable a la intervención del pueblo en el gobierno, o como el predominio del pueblo en el gobierno político de un Estado”, es para mal o para bien, el mejor sistema que hemos encontrado los humanos para dirimir nuestras diferencias políticas, ideológicas, programáticas y para darnos autoridades representativas de nuestra voluntad popular, conocida como soberanía, mediante la práctica de elecciones que, como condición sine qua non, deben ser limpias, transparentes, diáfanas, claras y con suficiente apertura para que, los candidatos, los partidos y los ciudadanos acepten sus resultados sin sospecha alguna.

Desafortunadamente en Honduras no hemos aprendido a vivir en democracia, a pesar de todas las malas experiencias que hemos tenido a lo largo de nuestra historia, por no sustentar el principio básico que iguala a cada ciudadano con un voto; no hemos sabido honrar ese principio básico que nos legaron los griegos desde que, Temístocles, el gran general-político de las Termópilas y de la batalla de Salamina, les pidiera a sus conciudadanos votar para decidir si iban a la guerra con los persas o no. Ese primer recuento de ciudadanos, quienes votaron en dos jarrones, con piedras blancas y negras para definir su destino cambió el mundo y resuena en la eternidad, pues fue precisamente ahí, donde nació la democracia occidental que tanto veneramos.
Muchos siglos han pasado desde ese momento histórico en el que, el pueblo griego, decidió defender sus ciudades-estado frente al imperio todopoderoso pero tiránico de Jerjes, mucho ha sucedido en nuestra tierra desde que nos independizamos de la Corona Española y desde esa primera Constitución política de 1824 como miembros de una Federación y de 1825 como Estado soberano e independiente. Mucha sangre, sudor y lágrimas les tocó derramar a nuestros patriotas y antecesores para darnos una nación de leyes en donde se pudieran extinguir las diferencias, no con la bayoneta o el fusil, sino con el poderoso mensaje del voto.
Dicho lo anterior, en este último proceso electoral interno y primario de los partidos, los organismos encargados de velar por la transparencia del proceso, por la legitimidad de las urnas, de los representantes partidarios y del voto directamente, han dejado mucho que desear, han fallado catastróficamente al manejar un proceso identificado por el caos, el desorden, la opacidad y la mala administración de todo aquello que tiene que ver con la seguridad del resultado, que bien hecho, hubiera producido tranquilidad, paz, sosiego y sensación de cambio en la sociedad hondureña, pero que, bajo las actuales circunstancias lo que produce es vergüenza, impotencia e incluso ira del votante y de los aspirantes a diversos cargos.

Tanto el RNP como el CNE tienen la responsabilidad máxima de lo que está sucediendo en el país después del 14 de marzo, ambos se reinventaron por el Congreso Nacional bajo la promesa de profesionalizarse, transparentarse y eficientarse, de alejar el sectarismo político de sus decisiones, de asegurar la participación masiva de los ciudadanos con un documento de identidad nuevo, con todas las garantías existentes técnicamente, pero ambos, han demostrado su ineficiencia, su poco profesionalismo y su nula transparencia.

Quizás lo peor, es que ambos mostraron su marcado sectarismo al favorecer las pretensiones de un movimiento en el Partido Liberal, como expresión de los arreglos pactados por los lados oscuros de Libre, PN y PL que quieren seguir usurpando el poder en el país y en sus propios partidos, son, en pocas palabras, los peores organismos electorales de toda la historia hondureña, y hagan lo que hagan han manchado definitivamente el proceso interno y primario recién pasado, han defraudado a miles de jóvenes que ejercieron el sufragio por primera vez y que, con entusiasmo acudieron a las urnas para cambiar este país pero que, se encontraron con que no tenían su identidad lista, no aparecían en los listados ni en los famosos cuadernillos y que, lo más terrible, los que pudieron votar, no han sido realmente contabilizados, pues para variar, el CNE, no tenía un sistema de conteo rápido o de transmisión de resultados que fiablemente diera los mismos o sus tendencias reales.

Se ha necesitado la presión social y la de los candidatos afectados, en particular la del Movimiento Recuperar Honduras del ingeniero Luis Zelaya Medrano, quienes han tenido que recoger sus actas, impugnar grandes cantidades de las mismas para poder derrotar al fraude más monstruoso montado desde un órgano electoral en mucho tiempo, y aun así se niegan a aperturar al público, a los medios de comunicación, a los partidos, movimientos, a los propios candidatos, a la sociedad civil y en definitiva a los ciudadanos, todos los procesos internos de dicho órgano, porque no pueden hacerlo mientras terminan de arreglar las cuentas adentro para el favorecido del poder y del PN.

Haremos lo que nos corresponda desde la legalidad, los movimientos afectados, atacaremos el narco-fraude montado en una región particular del país, que curiosamente favorece al Movimiento Yanista, cuyos candidatos se han mencionado vinculados al narcotráfico y el lavado de activos, algunos procesados y condenados por ello, haremos lo que corresponda en lo legal, en lo político y en lo social para que no se vuelva a burlar la voluntad popular. ¡Ojo CNE!

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