LAS ALARMAS

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26 de marzo de 2021
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12:54 am
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LAS ALARMAS

AQUÍ los políticos están tan divagados en sus líos electorales que el tema migratorio poco o nada les interesa. Otra explosiva ola migratoria en la frontera estadounidense norte vuelve a encender las alarmas. Los datos recopilados revelan que “la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, en inglés) tiene bajo su custodia alrededor de 5,000 menores de edad, mientras que los albergues del Departamento de Salud acogen actualmente a unos 15,000 niños que han cruzado la frontera sin compañía de sus padres, madres o tutor legal”. La Casa Blanca encargó a la vicepresidenta Kamala Harris la gestión de la crisis de migrantes en la frontera con México. “La vicepresidenta asumirá la misión de frenar la migración irregular desde Centroamérica y la coordinación con El Salvador, Honduras y Guatemala para enfrentar las causas de los masivos flujos migratorios”.

La presente administración demócrata ha recibido numerosas críticas porque muchos de los menores que han cruzado la frontera en las últimas semanas “se han quedado más tiempo del permitido por ley en centros de detención gestionados por la CBP, y que están diseñados para adultos, no niños”. La crítica más fuerte viene de los republicanos, quienes reprochan que “el gobierno no toma las medidas necesarias para enfrentar la crisis en la frontera sur, especialmente en relación a un aumento de las llegadas de menores no acompañados”. La vicepresidenta reconoció que hay una “aglomeración” de menores en los centros de detención, que le gustaría que hubiera muchos menos niños bajo custodia de la Patrulla Fronteriza y que el Ejecutivo estadounidense “debería procesar sus casos más rápido”. Sin embargo, culpó al gobierno de Trump de haber “desmantelado” el sistema para solicitar asilo en Estados Unidos, y subrayó que, por tanto, la situación en la frontera “no se va a resolver de la noche a la mañana”. Ello hace recordar que, durante el auge migratorio de 2014, durante la administración Obama, la Casa Blanca encomendó a Biden diseñar el Plan “Alianza de Prosperidad para el Triángulo Norte” –unos $750 millones– “con el fin de incidir en las causas de la migración: la pobreza, la falta de oportunidades económicas y la violencia”. La espinosa encomienda que le han dado a Harris es lidiar con la presente crisis fronteriza, frenar la llegada irregular de peregrinos, tomar medidas para fortalecer la frontera y elaborar programas “para que los centroamericanos puedan tramitar desde sus países de origen sus peticiones de asilo”.

También supervisará los esfuerzos diplomáticos para fortalecer la colaboración con los países del Triángulo Norte, lo que comprende “ayudar a esas naciones a combatir la corrupción, proveer oportunidades económicas a sus ciudadanos y fortalecer sus instituciones y Estado de Derecho”. Ahora, el otro aspecto interesante de este lío. Recordarán que Trump amenazó a AMLO con sanciones arancelarias si no detenía de tajo a los migrantes en tránsito por su territorio. Le impuso la condición de servir como “tercer país seguro”, bajo un acuerdo “Esperar en México”. El gobierno mexicano accedió a que los migrantes que cruzaran la frontera podían ser devueltos para esperar en territorio mexicano, –en refugios de mala muerte– la resolución a su petición de asilo en los Estados Unidos. Ahora la Casa Blanca le exige que cumpla con ese compromiso. El otro día López Obrador, desde su púlpito mañanero, repetía que “no lo van a poner a pelear con el gobierno estadounidense”. Se mantuvo calladito cuando Trump se jactaba que México pagaría el costo del muro que levantaba a lo largo de la frontera sur. Ahora Biden denuncia que “México se está negando a acoger a las familias migrantes que EE. UU. deporta por haber cruzado irregularmente la frontera, acogiéndose a una norma implementada por el anterior mandatario”. “Estamos negociando con el presidente de México, –dijo Biden en conferencia de prensa– creo que vamos a ver un cambio, todos (los migrantes indocumentados) deberían poder ser devueltos”.

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