Más economía y menos política

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27 de marzo de 2021
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12:05 am
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Más economía y menos política

Por: Héctor A. Martínez
(Sociólogo)

Me ha escrito gentilmente Juan Carlos Sikaffy, presidente del COHEP haciendo alusión a un artículo que escribí la semana pasada que se intitula “La verdadera responsabilidad social empresarial”, donde hago una advertencia a la empresa privada sobre las graves consecuencias que implicaría el hecho de no diseñar una propuesta de política económica para el país, en vista del descalabro en el que nos han sumido los gobiernos en los últimos treinta años. En su misiva ha incorporado un documento que el máximo organismo económico ha esbozado, con miras a que se considere en la agenda económica -imagino yo-, de este y de los próximos gobiernos. Es decir, se trata de una verdadera estrategia con sus plazos correspondientes, y que sin duda, una vez aplicada, cambiaría el rumbo del país y nos pondría en el camino correcto hacia el crecimiento económico y hacia el bienestar social, como consecuencia del primero.

El éxito de esta propuesta solo será posible en la medida en que contemos con un gobierno decidido a impulsar la iniciativa, dispuesto a tomar en cuenta las sugerencias de los que sí saben de administración de los recursos, de costos y de efectividad en los resultados de las inversiones.

Reconozco que la economía debe ser la prioridad nacional, pero no hablamos de cualquier economía. En un Estado de corte intervencionista como el nuestro, el problema con el que se va a encontrar toda propuesta modernizante, es que, para los políticos, mantenerse en el poder resulta más importante que enfocar los esfuerzos en una guía de desarrollo basada en una economía de libre mercado, porque esto les reduciría el espacio para sus intenciones populistas. Existen varias razones que explican esta actitud, la principal es que los políticos creen que el Estado -intervencionista, repito-, es el modelo más adecuado para conducir la economía de un país y que no existe otro sobre la faz del planeta. Es el tipo de Estado que interviene directa o indirectamente en los asuntos del mercado, a través de las altas tasas impositivas, las regulaciones excesivas, el proteccionismo inmoral, imposiciones al salario mínimo, control de precios, exoneraciones y subsidios a grupos privilegiados que compiten en mala lid con los emprendedores calificados. Se deriva, como todos saben, de la obsoleta teoría keynesiana, cuya “doctrina” nos hace saber que el fin del Estado es el de hacer la vida más llevadera a los ciudadanos, a través del empleo -estatal por supuesto-, y de la oferta de bienes y servicios gratuitos como la educación y la salud, cuyo presupuesto sale de las contribuciones impositivas de empresarios y trabajadores. El presupuesto estatal depende, casi en su totalidad, de la riqueza producida por otros, exacción que se convierte en una tentación para los funcionarios públicos, al disponer a su antojo de los destinos del tesoro nacional con fines menos que provechosos para los ciudadanos.

El problema de esta fallida economía es que funciona con un gran componente político, es decir, está sujeta a los intereses de los partidos en el poder y de ciertos grupos detrás de este que promueven los actos de corrupción, mientras las entidades fiscalizadoras se muestran bastante complacientes con los excesos cometidos por los funcionarios públicos, debido a que forman parte del mismo engranaje estatal. La desidia de los gobiernos hacia las propuestas modernizantes radica en que solo escuchan a los economistas de su gabinete, que normalmente son keynesianos o socialistas, cuyas recomendaciones están basadas más en el papel intervencionista del Estado que en las ventajas que ofrece el libre mercado.

Ojalá que la iniciativa del sector privado encuentre en un gobierno de verdad, el mejor caldo nutricio para desarrollar esa propuesta económica, y esperamos que cualquier gobernante inteligente tome en cuenta las recomendaciones para sacar a los hondureños del marasmo en el que nos encontramos en este momento. A partir del éxito alcanzado, podrían reelegirse en el poder porque a la gente lo que más le interesa es el bienestar económico que las ilusiones ofrecidas en las campañas de marras.

[email protected]
@Hector77473552

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