En medio de la pandemia, la fe sigue siendo fuerte

Familias campesinas de varios municipios de Francisco Morazán llegaron con las tradicionales palmitas para la celebración del Domingo de Ramos, una venta muy reducida por la pandemia del COVID-19.

Los vendedores que llegaron a la capital fueron muy pocos en comparación a los años anteriores, donde los alrededores de la Catedral Metropolitana San Miguel Arcángel, se ven abarrotada por hombres y mujeres del campo.

El pueblo católico se ha preparado para la gran fiesta del Domingo de Ramos, algunos llegan a comprar en familia, otros acompañados de sus hijos y algunos jóvenes llegan a comprar las palmas para que sus padres no se expongan saliendo a la calle.

Natividad Munguía, es originaria de la aldea Altos del Tanque, en el municipio de Alugaren. Por más de 30 años ha viajado cada viernes o sábado de cuaresma junto a parte de su familia para vender los ramos.

“El año pasado no pudimos venir por la pandemia, claro tenemos miedo de estar aquí, pero le hemos pedido la protección a nuestro Señor porque estamos aquí para hacer unos lempiritas con mis hijos y un nieto”, detalló Munguía.

Ella asegura que en su comunidad no se han identificado casos de COVID-19, pero que pensaron mucho para viajar a la capital y ser parte de esta fiesta religiosa que por muchos años han vivido con mucho fervor y devoción.

Según los vendedores, la demanda de clientes es baja, pero los precios son los mismos de cada año y los ramos se pueden elaborar como el cliente los pida, desde 10 lempiras hasta algunos más grandes, también cruces de palma o de madera.

Munguía asegura que en otros años la comuna capitalina les ha brindado ayuda con alimentación, café o bolsas de comida, pero que este año no les han regalado “ni agua”.

“Otros años la alcaldía nos ha regalo hasta café, este año ni agua nos han traído. Aquí estamos, son gente humilde, aquí quisiéramos ver a los políticos. Pero el pueblo católico nos ha apoyado con la compra”, recalcó Munguía.

El Domingo de Ramos conmemora lo descrito en los evangelios, la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, aclamado triunfalmente por una multitud como el Mesías.

Jesús iba montado en un asno y sus seguidores lo recibieron al grito de “¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!”.

Es el acontecimiento que marca el fin de la cuaresma y el inició de la Semana Santa, tiempo en que se celebra la pasión, crucifixión, muerte y resurrección de Cristo, que este año por el COVID-19 en muchos lugares será de manera virtual y en otros con poca presencia de personas y sin las tradicionales procesiones de los ramos.

Carlos Hernández, quien es delegado de la Iglesia Nuestra Señora de Lourdes, llegó a buscar los tradicionales ramos para la celebración que en su iglesia realizarán con un número limitado de personas y cumpliendo con todas las medidas de bioseguridad.

“Esta es una celebración muy esperada, por la situación de la pandemia que el año anterior no nos permitió vivir. Y que es un tiempo para acercarnos más a nuestro Padre, sobre todo en estos tiempos de dolor, muerte y angustia que vivimos”.

“Quédese en casa sino puede ir a su iglesia, pero no se aleje de Dios. Este año no tendremos procesiones, pero el fervor que por más de dos mil años ha vivido la humanidad está más vivo”, destacó Hernández.