Bajar a los infiernos

MA
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6 de abril de 2021
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01:03 am
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Bajar a los infiernos

Juan Ramón Martínez

Cuando leí, “Introducción al cristianismo” de Ratzinger, no llegué a entender, –incluso ahora–, la frase referida a que, Jesucristo “bajó a los infiernos”. Durante muchos años he pensado en el tema. No tanto para encontrar el para qué lo hizo, sino por qué lo hizo. Aun ahora, en tiempos de Semana Santa y de recogimiento espiritual, no lo he logrado. De repente el problema es mi visión de Jesucristo –que no tiene por qué bajar a los infiernos, debido a su santidad y entrega por los pecados del mundo– y visión de los infiernos. Y mi falta de cultura teológica. No basta con leer la Biblia, aprender de memoria algunos versículos, para entender estas cosas tan sutiles y lejanas de la comprensión de la existencia humana sobre la tierra. Las lecturas literarias ayudan un poco. Pero Dante no resuelve los problemas, porque no va más allá, de la descripción territorial del infierno y los lugares que, a cada uno, le corresponden.

Con el elevado consumo de cocaína en los Estados Unidos, iniciado probablemente en Wall Street, la demanda colombiana y mexicana respondieron en forma eficiente, convirtiendo a Honduras en un lugar de inevitable tránsito. Cerrado el Caribe y el Pacífico ístmico, tornado en obstáculo inevitable, Honduras fue el lugar ideal para facilitar el tránsito. Convirtiéndonos entonces en el segundo círculo de un diabólico negocio que alimenta el vicio, delictuoso para nosotros; pero que, para los estadounidenses, los más voraces consumidores, (“el tercer círculo infernal”), un problema de salud pública. Y en el fondo, en la semipenumbra, estaría el “cuarto círculo” representado por los grupos que, –allá no se conocen como carteles–, sino que, como brókes, la pieza final, para que la cocaína llegue a los consumidores. Tanto de Estados Unidos, como de Europa y Asia.

Don Winslow, exagente de la DEA, en tres novelas que, en algún momento hemos comentado en las páginas literarias de LA TRIBUNA, nos permite hacernos un dinámico mapa que muestra cómo se articulan los círculos entre sí; la forma cómo participan los particulares haciendo de mulas transportadoras y las autoridades brindando protección, neutralizando a los competidores y facilitando las vías para que, las autoridades estadounidenses, no frenen su ingreso a los Estados Unidos. También Winslow, nos refiere, en la última de sus novelas, “La Frontera”, cómo se articulan los carteles mexicanos, con los brókes estadounidenses. Y lo más interesante, cómo fluyen desde Estados Unidos y China, los dólares y las armas, con que se pagan las remesas de cocaína. El sexto círculo.

En “El Poder del Perro”, Winslow refiere que en los años 70 y 80 del siglo pasado –al crecer el consumo de la coca por encima de la capacidad de la oferta–, el hondureño Matta Ballesteros, asesoró a los cultivadores mexicanos de amapola, para que, en vez de tal producto, dedicaran sus esfuerzos al traslado de la cocaína a los Estados Unidos. Convencidos de la lógica del cambio, la tarea era organizar el paso por Centroamérica, especialmente por Honduras. Para los ochenta y dentro de la convulsión que provocó la llegada de los sandinistas al poder en Nicaragua, y su apoyo por Cuba y la Unión Soviética, los estadounidenses se vieron compelidos a financiar a la contrarrevolución. Y para ello, “permitieron” el comercio de la cocaína y el contrabando de armas, usando incluso aviones civiles que, aterrizaban en el Aguacate, Olancho y regresaban cargados de cocaína a los Estados Unidos. Era un negocio gringo. Reagan, debió responder a las críticas, porque para apoyar a los “soldados de la libertad” tuvo que permitir el contrabando de armas dentro del affaire Irán-Contras, en el que la figura principal era Abrams, que, hasta hace poco, fungió como el enviado especial de Trump, para resolver el problema de Venezuela.

Muchas de las preguntas que se hacen los más serenos compatriotas, es que, no entienden cómo el tonelaje de cocaína señalada por el juez Castel, con la complicidad de las autoridades, pasó por Honduras, burlando la DEA; entró y circuló, en los Estados Unidos. Podemos suponerlo leyendo a Winslow. Él explica cómo entra y circula la droga. Alguna vez la literatura, está al mismo nivel o supera a la realidad. Dante, con su visión de los círculos, ayuda a explicar, cómo se entra a los infiernos.

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