LAS LEYENDAS

MA
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7 de abril de 2021
/
12:25 am
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LAS LEYENDAS

GANADORES Y PERDEDORES

A estos pintorescos paisajes acabados los mantienen esperanzados con alegrones de burro: “El Grupo de los 20 países más ricos del mundo probablemente extienda la moratoria del pago de la deuda para las naciones más pobres hasta fin de año” anuncia David Malpass, presidente del Banco Mundial. Cualquiera que escucha hablar de moratoria de deuda, imagina que se trata de un gran alivio. (Nada, ni por asomo parecido, a la condonación de la deuda que por gestión del gobierno de entonces, fue dada a Honduras después de aquel bíblico diluvio). Pues bien. Para Honduras, del total de deuda externa 63% es de carácter multilateral y el 8% es bilateral. De la deuda que el país tiene con el G-20 esta apenas representa el 5% del total de su deuda externa. Y lo que de eso se paga como servicio de la deuda es casi insignificante. Parecido a la donación raquítica de vacunas de la OPS bajo su mecanismo COVAX y la Alianza Mundial para las Vacunas (GAVI) que impulsa la Organización Mundial de la Salud, OMS.

Todas las burocracias, las nacionales como las externas son odiosas. Pero la ineficiencia y falta de creatividad con que opera la burocracia internacional va del gancho de la forma lenta y displicente en que se mueve. En otras palabras, las ínfimas cantidades que entregan al país cuando el resto del mundo ya días inició la vacunación masiva de sus connacionales. Ya ratos que todos están vacunando. Aquí apenas se empieza, gracias a una pequeña donación de Israel y al lote incompleto y tardío que trajeron los organismos sanitarios parsimoniosos. Mientras los contagios aumentan los pueblos que quedaron en la cola de la cola, siguen tolerantes y pacientemente esperando. Pendientes de las compras a última hora de los sobrantes de las farmacéuticas después de satisfacer la demanda de los que se repartieron con la cuchara grande. Cacahuates las vacunas y cacahuates los alivios ofrecidos por los bancos multilaterales. Irrisorio es el monto de la moratoria relativo a la pesada jarana que cuelga sobre la adolorida espalda del país. Aparte de ello, los famosos de esos organismos internacionales de crédito –sus tías las zanatas y la aves agoreras– saludan con sombreo ajeno. No hablan de lo que van a condonar sus bancos, sino de la moratoria de los dineros del G-20. (Que para Honduras equivale a echar una gota de agua al vaso seco. A propósito del sombrero con el que saludan. Nada dicen del sombrero grande. El sombrero del G-20 sería el de paja. El “sombrerón” es el sombrero grandote del total de lo que se adeuda”. El de sus propios bancos.

(“Sombrerón” –valga la distinción– es una leyenda guatemalteca del enano Tzitzimite, “un personaje mitológico que lleva serenatas a mujeres elegidas”). No hay que confundirlo con el Sisimite o Itacayo, que un fraile arqueólogo italiano asociaba a Chaac, el dios Maya del agua, de la lluvia y de los truenos. En realidad se trata de una deidad cuádruple que simboliza los cuatro puntos cardinales. Este –el Sisimite– es un personaje de la leyenda hondureña que en agrestes montañas boscosas pernocta en las cavernas. “Una criatura de fuerza colosal; más alto y fornido que una persona normal, de pelaje oscuro, rostro humano con rasgos de simio”. Solo que aquello era en el AC, antes del coronavirus. En el DC, después del coronavirus, habría que actualizar la leyenda: Cuentan allá en los pueblos, que recién ha vuelto a aparecer. Pero no como andan muchos boca abiertas con la jeta destapada. Testigos lo han visto usando mascarilla para evitar el contagio. Lo más probable es que esperando la llegada de las vacunas.

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