GOTAS DEL SABER (35)

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10 de abril de 2021
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GOTAS DEL SABER (35)

Vicente Mejía Colindres a Carías Andino: “DESEO QUE EN ESTE CARGO SEAS MENOS INFORTUNADO QUE YO”

Juan Ramón Martínez

I

Durante la guerra que libraron los cubanos en contra de los españoles para lograr su independencia, Honduras fue un lugar preferido por los exiliados. Durante el gobierno de Marco Aurelio Soto, Honduras les abrió las puertas a los líderes revolucionarios. José Martí, que en 1878 se encontraba en Guatemala, en sus Obras Completas, dice que en ese año, “en abril Ramón Rosa realizaría un viaje a Guatemala para entrevistarse con Barrios en torno al fusilamiento del expresidente José María Medina. En aquella ocasión, Martí y Palma, que allí se encontraba, sostuvieron un encuentro con él y le expresaron el interés de que el primero pudiera radicarse en Honduras. Al respecto, también comentaría Martí a Mercado: “hablare con el Ministro de Honduras, hombre civil, joven y de letras, que ahora está aquí: — si me ofrece, enseñando, un medio de vivir en Honduras”. Sin embargo a la postre, no se radicaría en Honduras, al igual que otras personalidades cubanas, en especial por el ruego de su esposa que se encontraba embarazada, de retornar a Cuba para dar a luz junto a su familia, y por la otra su añoranza por regresar a la patria después de años de exilio – a pesar del dolor que sentía por el revés de la guerra— además para reencontrarse con sus padres y sus hermanas que habían regresado a la Habana en 1877, procedentes de México”( Sergio Ravelo López, Patriotas Cubanos en Honduras, páginas 21 y 22).

II

El 28 de marzo de 1818, tomó posesión del cargo de Capitán General del Reino de Guatemala, “don Carlos Urrutia y Montoya. Era un hombre anciano y enfermo y venía animado de las mejores intenciones para gobernar el Reino. Uno de sus primeros actos fue dar cumplimiento a la Cédula de destitución de Bustamante. Poco después, el 23 de julio, publicó un Bando de buen gobierno, interesante documento que muestra las preocupaciones del nuevo gobernante. Decía el Bando, entre otras cosas: “Se prohíben ensayos de baile, de noche y a puerta cerrada, entre personas de ambos sexos; se prohíbe jurar el nombre de Dios en vano; en los velorios de párvulos o angelitos no se podrá ni deberá poner bailes, ni mantener música ni de día ni de noche; ninguna persona andará después de las diez de la noche; después de las oraciones nadie podrá pararse embozado en las esquinas, plazas o contornos de ellas, etc.”. A Urrutia y Montoya le tocó gobernar cuando la idea de independencia se había hecho realidad en toda América y en su propia jurisdicción. Los hechos comenzaron a hacerse más patentes después del 5 de mayo de 1820, cuando se recibieron noticias de La Habana sobre la Jura de la Constitución por Fernando VII; Jura que aquel rey había hecho, obligado por la sublevación de Rafael de Riego. Tales noticias pusieron en agitación al vecindario e hicieron vacilar al presidente, obligándolo luego a promulgar la Constitución el 26 de junio del mismo año. El 9 de julio siguiente, la referida Constitución era jurada en Guatemala. Las noticias de tales hechos llegaron a Tegucigalpa el 8 de julio, jurándose la Constitución el día 13. Hizo la ceremonia el alcalde mayor, licenciado don Narciso Mallol. Choluteca, la juró el 6 de agosto, Nacaome el 13, Aguantequerique y Goascorán el 20, poco después las demás poblaciones y pueblos de Honduras. (Guillermo Mayes h., “Honduras en la Independencia de Centro América y Anexión a México”, páginas 30 y 31).

III

En 1862, Victoriano Castellanos y el general Gerardo Barrios, gobernaban en calidad de presidentes a Honduras y El Salvador. Castellanos había sucedido a José Santos Guardiola y era íntimo amigo de Barrios. Temerosos de una probable agresión desde Guatemala por parte de Rafael Carreras o desde Nicaragua, donde lo hacia el general Tomás Martínez, su aliado incondicional. Frente a tales circunstancias, los gobernantes de Honduras y El Salvador, firmaron el 25 de marzo de 1862, un tratado de alianza ofensiva y defensiva entre Honduras y El Salvador. Castellanos murió en el mes de diciembre de ese mismo año y fue sucedido en el cargo por el senador Francisco Montes, quien en virtud de las obligaciones del tratado mencionado, tuvo que declarar la guerra a Nicaragua y Guatemala, en defensa del general Gerardo Barrios, su aliado incondicional. Las fuerzas unidas de El Salvador y Honduras invadieron Nicaragua, bajo el argumento que el gobierno nicaragüense enviaba auxilios a un movimiento sedicioso que operaba en Olancho. El 28 de abril de 1863, las tropas aliadas de Honduras y El Salvador, derrotaron a las nicaragüenses, pero fueron incapaces de ocupar la ciudad de León y tuvieron que replegarse hacia Honduras. En respuesta a tal acción militar Rafael Carrera, aliado con el gobierno de Nicaragua, “invadió a Honduras por el occidente con fuertes contingentes comandados por el Mariscal Vicente Cerna. Tales tropas derrotaron a los ejércitos defensores del senador Montes en Llano Grande y Santa Rosa. En tales circunstancias se proclamó presidente de Honduras el general José María Medina, quien inauguró un gobierno provisional, bajo la protección de las bayonetas guatemaltecas”. (Víctor Cáceres Lara, “Efemérides Nacionales”, Tomo II, página 102).

IV

El más joven gobernante de toda la historia de Honduras José Antonio Márquez, murió el 26 de marzo de 1832, en el mismo momento en que las armas de su gobierno derrotaban en Jaitique “Taulabé”, a las del coronel Vicente Domínguez. Márquez además es, posiblemente, con Cabañas, dos de los más honrados gobernantes que ha tenido el país. “Cuando el ciudadano Joaquín Rivera, renunció a la jefatura de Estado, fue electo Márquez para el importante cargo, pero se negaba a tomar posesión del mismo, debido a que aún no habían sido finiquitadas las cuentas que llevó como Jefe Intendente de Tegucigalpa”. (Víctor Cáceres Lara, “Efemérides Nacionales”, Tomo II, página 102).

V

El 28 de marzo de 1924, el general Gregorio Ferrera, desde Loarque, donde tenía su cuartel general, desde donde participaba en el asedio de Tegucigalpa envió una comisión a entrevistarse con Franklin E. Morales, ministro de Estados Unidos en Honduras, para solicitarle que frente a las derrotas de las tropas del Consejo de Ministros, él solicitaba la capitulación de la plaza, para evitar más muertes, ya que sostenía que estaba en disposición de tomar Tegucigalpa en el momento en que él lo deseara. Morales y otros miembros del cuerpo consular acreditado en Tegucigalpa, creyeron que era posible negociar un armisticio. Se comunicó con Ferrera para indagar su disposición al respecto. Morales se comunicó con Ferrera, y le solicitó un armisticio de 12 horas para preparar la conferencia negociadora entre las fuerzas gubernamentales y los sitiadores de la capital de Honduras.

VI

“El 31 de marzo de 1846 el ministro de Hacienda del gobierno del ciudadano coronado Chávez, general Casto Alvarado, comunicó y circuló a todas las autoridades del ramo la Ley de Alcabalas que había sido aprobada en Comayagua por la Cámara Legislativa del Estado el 18 de marzo de ese mismo año. La Ley en referencia, emitida por la Cámara que presidia don Victoriano Castellanos y de la cual eran secretarios los diputados Mariano Garrigó y Joaquín Meza, establecía que toda venta doquiera se verificara, devengaría un cuatro por ciento de alcabala, fondo que se recaudaría y administraría por los intendentes departamentales, exceptuándose de este pago la primera venta de efectos introducidos por los puertos del Estado que ya hubieran pagado los derechos del arancel de las Aduanas. Se exceptuaban de este pago, también, las ventas de los granos de primera necesidad, como maíz, frijol, arroz y trigo, menos la harina de esta última traída del exterior. Pagarían también el cuatro por ciento, las mercaderías que de los puertos fueran llevadas a las plazas del Estado, compradas de segunda mano; todas las ventas de bienes raíces, muebles y semovientes, las extracciones de ganado caballar y vacuno para venderlo en el exterior, la venta de ejemplares de estos en el país o el destace de ganado para consumo; las ventas de toda clase de frutos y artículos, a excepción de los granos de primera necesidad, y la posesión de bienes heredados”. (Víctor Cáceres Lara, “Efemérides Nacionales”, Tomo II, página 108).

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