Isidra Sabio, la primera mujer garífuna egresada del Zamorano

MA
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10 de abril de 2021
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12:42 am
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Isidra Sabio, la primera mujer garífuna egresada del Zamorano

Con motivo del mes de la “Herencia Africana en Honduras” (12 de abril/Bicentenario+24), platicamos con la ingeniera Isidra Sabio, la primera mujer garífuna egresada de la Escuela Agrícola Panamericana Zamorano e hija del primer hombre negro graduado ahí mismo, el hondureño Isidro Sabio Cacho, en 1970. Actualmente, Isidra es investigadora médica en una de las universidades más importantes de Carolina del Norte y vía WhatsApp reflexiona sobre temas globales como el COVID-19 y el cambio climático y de fondo sobre el posicionamiento y los desafíos de los afrodescendientes en Honduras y Latinoamérica. Al mismo tiempo, hay una faceta internacionalmente conocida en esta ingeniera nacida en Trujillo: Su pasión por la pintura, retratando en especial la vida de su comunidad étnica. Mucho antes que le gustara la ciencia, la playa paradisíaca de la primera capital de Honduras, confiesa, fue su primera fuente de inspiración artística. Por aquí comienza la plática.

—¿Creció con los estereotipos de los niños garífunas: Bañando en la playa, vendiendo pan de coco y bailando punta?
Feliz, sería mi primera palabra para describir mi niñez. Mis padres me dieron lo necesario, tengo bonitos recuerdos de la playa, pero no vendía ni bailaba punta, aunque sí disfruto del baile y los tambores, me encanta.

–¿Habla garífuna?
Lo hablo poco, pero lo entiendo mejor.

–¿Cómo logra estudiar en Zamorano?
Crecí escuchando de la EAP-Zamorano durante mi infancia; mi papá fue el primer garífuna en graduarse de esta universidad en el año 1970, el ingeniero Isidro Sabio Cacho. Así que cuando decidí tomar el examen de admisión, a los 16 años, por excelencia académica, me dieron una beca completa.

—¿Cómo fue su estadía?
Fue un choque cultural fuerte con estudiantes de provenientes de 19 países de Latinoamérica, Europa y Estados Unidos. En esta universidad recibí una excelente calidad de educación, carácter y disciplina.

–¿Cómo siente ser la primera mujer garífuna egresada?
Para ponerlo en contexto, varios de mis compañeros me dijeron que nunca habían tenido una persona negra, como amiga. Yo, al igual que todos los miembros de nuestra comunidad, en ese entonces (1998), crecimos sin saber nuestra historia. Hasta la fecha, la historia y contribuciones de la comunidad garífuna, al igual que otras comunidades afrodescendientes en las Américas, no es parte del currículo escolar y eso tiene que cambiar.

–¿Discriminada?
No faltó alguien que me dijera una grosería, pero en general tuve una relación de familia con mis compañeros.

–¿Ejerció como agrónoma?
Trabajé en un proyecto de la seguridad alimentaria financiado por la FAO, a través de la Cáritas–Honduras en la replantación de cocoteros, que desaparecieron por la enfermedad del “Amarillamiento Letal del Cocotero” en la zona de Iriona, Colón. Después del huracán Mitch, trabajé, por unos meses en la plantación de cultivos tradicionales.

–¿Cómo descubrió su inclinación por el arte?
Siempre he tenido la habilidad de dibujar, desde muy pequeña. Recuerdo a la bibliotecaria de mi escuela primaria, ella hacía murales con tiza en los pizarrones, casi todos los recesos yo iba a verla dibujar.

–¿A los cuántos años hizo su primer dibujo?
Desde que pude agarrar un lápiz, nunca he parado de hacerlo.

–¿En qué se inspira?
En mi comunidad tal cual son, gente bella, digna, y con una cultura hermosa. Mi arte es inspirado por miembros de la comunidad garífuna y afro-latina; mis pinturas reflejan elementos de la experiencia e historia de los afrodescendientes en las Américas. Como mujer negra, me interesa resaltar la belleza y la fortaleza interna de la mujer negra.

Agronomía o pintura, ¿cuál prefiere?
Ja ja ja ja, las dos, no puedo escoger. Me encantan las ciencias naturales, eso estudié y a eso me dedico. Sin embargo, el arte me ayuda a lidiar con el estrés y me produce mucha paz y tranquilidad.

–¿Por qué emigró del país?
Por razones de seguridad, viví en carne propia la delincuencia. A eso se suma el asesinato de varios activistas garífunas defensores de los terrirotorios ancestrales.

–¿Qué hace ahora?
Actualmente, trabajo como especialista de investigación de comportamiento y coordinadora de data en un estudio de investigación de salud pública en una de las universidades de medicina más importantes en Carolina del Norte. También, he coordinado y/o colaborado en proyectos de investigación de salud sobre la comunidad hispana aquí en los Estados Unidos. Se espera que esta comunidad sea la minoría más grande para el año 2050 y el Instituto Nacional de Salud se está preparando para poder entender mejor los aspectos que afectan la salud de esta comunidad.

–¿Le parece justo la distribución de la vacuna contra el COVID-19?
Los países ricos lograron comprar las vacunas, pero de nada les sirve si el resto del mundo no está vacunado. Cuando terminen de vacunar a su población, en junio más o menos, a lo mejor, puedan compartir sus excedentes con los demás países de la región.

–En ese contexto, ¿qué les depara a los países como Honduras?
El problema desde un principio ha sido no tener disponible una data. No se sabe con certeza el avance de la pandemia. Hay triajes, pero no hay control. Hubo atraso también para gestionar la compra de la vacuna. En la región, Costa Rica y Panamá van más avanzados.

–¿Seguiremos con mascarilla un buen tiempo más?
Me temo que sí, en lo personal, ya me vacuné y sigo usando la mascarilla.

–¿Qué tanto le preocupa el cambio climático?
Mucho, especialmente en las comunidades de las zonas costeras que deberán ser reubicadas por el aumento del mar, cada vez más, por el calentamiento global.

–¿Qué piensa del trato de los gobiernos y alcaldes a las comunidades garífunas y afrodescendientes?
Las comunidades garífunas están llenas de personas resilientes, a través de nuestra historia hemos pasado por exilio, genocidio, e invisibilización, y, aún así, se sigue avanzando. No es secreto que estas comunidades han sido histórica e intencionalmente olvidadas y descuidadas en términos de infraestructura, salud, educación, y economía, lo que ha fomentado una inequidad profunda en nuestras sociedades, este no es un fenómeno único de Honduras, países en el hemisferio la situación es similar, esto es herencia del colonialismo.

–¿Qué desafíos puntuales deben ser atendidos?
Uno de los desafíos más importantes que se tiene es el despojo sistemático (y muchas veces violento) de los territorios ancestrales, los cuales fueron legalmente reconocidos, hace más de 100 años. De acuerdo con la organización Global Witness, Honduras es uno de los países más peligrosos pasa activistas ambientales y comunitarios. Otro de los retos importantes es la inclusión en el currículo escolar de la historia y contribuciones del pueblo afro a la sociedad, así vamos ir reduciendo estigmas y estereotipos negativos generado por la falta de información.

–¿Qué tanto se preserva y se valora la cultura garífuna en el país?
A pesar de la invisibilización e indiferencia de los gobiernos, las comunidades garífunas en Centroamérica han mantenido las costumbres, lengua y tradiciones de sus ancestros por más 300 años. Por eso, en el 2001, la UNESCO declaró la música, danza, y el idioma garífuna como una “Pieza Maestra del Patrimonio Inmaterial de la Humanidad”, como parte de un esfuerzo para promover y salvaguardar estas manifestaciones culturales.

–¿Hacia dónde se deben enfocar los proyectos en estas comunidades?
Los proyectos deben ser planeados y dirigidos en conjunto con estas comunidades para desarrollar una economía robusta basada en el desarrollo integral con identidad. También, incrementar la conectividad tecnológica para poder competir en industrias 4.0, para crecer nuestras economías, que en países desarrollados estas industrias 4.0 representan más de un 20% sus mercados. La CEPAL habla en detalle de los esfuerzos que se están haciendo en otros países en Latinoamérica y Honduras puede beneficiarse grandemente.

–¿Qué significado tiene para usted el Mes de la Herencia Africana en Honduras?
Lo importante no solo es celebrar, sino aprender la historia, las costumbres, los retos actuales, y solidarizarse en la búsqueda de una sociedad más justa y equitativa.

–¿Ha llegado el momento de un presidente(a) afrodescendiente en Honduras?
Estamos atrasados en eso.

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