100 años

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14 de abril de 2021
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12:53 am
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100 años

Francisco Zepeda Andino

Durante este año 2021, los centroamericanos en septiembre, estaremos conmemorando el Bicentenario de haberse declarado la independencia de la corona española. De interés especial para los capitalinos y en cierta forma para toda Honduras, durante abril se estará cumpliendo 100 años desde que el sitio llamado Llanos de Toncontín o Llanos del Potrero ha venido sirviendo como punto de operación para aeronaves civiles y militares.No podemos dejar de resaltar la importancia del aeropuerto Toncontín en el desarrollo nacional. Ante la ausencia de carreteras, en Honduras se recurrió al uso de aviones para realizar actividades comerciales, personales, militares o humanitarias. Era tal el grado de incomunicación terrestre, aunque parezca increíble, la línea aérea SAHSA efectuaba un vuelo a San Pedro Sula, El Progreso, Yoro, continuando hacia Tegucigalpa vía Sulaco, Yoro. Los miles y miles de personas que diariamente se trasladan desde San Pedro Sula a Puerto Cortés o viceversa, por la carretera de cuatro carriles, posiblemente ignoran la existencia de una ruta de la misma empresa SAHSA, yendo de San Pedro Sula a Puerto Cortés, Tela y La Ceiba.

Toncontín servía de base para la gran mayoría de las rutas al occidente. Marcala, La Esperanza, Erandique, Gracias y Santa Rosa de Copán, eran sitios servidos por aviones de pasajeros y carga, extendiéndose también hacia Nueva Ocotepeque y Ruinas de Copán. Por supuesto, el extenso departamento de Olancho y Valle del Aguán, obtenían los beneficios del tráfico aéreo. Las Islas de la Bahía, antes de los ferrys, recibían al turismo por medio de itinerarios o excursiones en avión. Cienes de maestros de ambos sexos que ahora lucen orgullosas canas,
fueron llevados a Puerto Lempira, Brus Laguna o Ahuas, a finales de enero, por muchos años, a impartir clases en Gracias a Dios usando aeronaves de la Fuerza Aérea Hondureña. De igual manera, a finales de noviembre, eran retornados a Toncontín para gozar sus merecidas vacaciones. En abril, 1921, el presidente Rafael López Gutiérrez, apenas 3 años después de terminada la Primera Guerra Mundial, donde quedó demostrado el poder y utilidad de algo novedoso como era la aviación, adquirió un avión Bristol F2-B, inglés, traído al país desarmado, reensamblado según recuentos históricos en San Pedro Sula y desde el campo Marathón, sale un 18 de abril para sobrevolar Tegucigalpa y aterrizar en Llanos del Potrero, al mando del capitán canadiense Iván Lamb, dando así inicio a la era de la aviación en Honduras.

El presidente Vicente Mejía Colindres, mediante Decreto del Congreso Nacional, el 14, abril, 1931, funda la Escuela Nacional de Aviación, dependiente del Ministerio de Guerra, Marina y Aviación, utilizando a Toncontín como su única y principal base hasta 1969. El doctor y General Tiburcio Carías Andino dio amplio apoyo a la que luego se consolida como Fuerza Aérea Hondureña. La aviación comercial de Honduras también tiene su génesis en Toncontín y es incalculable el beneficio económico, social y militar prestado por nuestro aeropuerto capitalino. Además, era la ventana que nos comunicaba con el resto de naciones americanas. El tiempo ha transcurrido desde ese abril hace 100 años. Actualmente está en construcción la terminal de pasajeros en la Base Enrique Soto Cano, Comayagua, con el objetivo de adecuar las facilidades requeridas por aviación comercial al tráfico aéreo internacional moderno. Es cierto que Palmerola no presenta la vulnerabilidades recién demostradas en noviembre del año pasado por el Aeropuerto Villeda Morales, pero también es cierto que la capital y región oriental de Honduras, dado un fenómeno natural impredecible, puede quedar aislada del norte del país como lo fue durante el huracán Mitch por los grandes deslizamientos de tierra o cortes en las vías terrestres.

Toncontín tiene la capacidad para operar aviación comercial con restricciones al tamaño de las aeronaves, helicópteros, aviones de carga tipo C-130, o vuelos privados. Puede operar muchos años más y ojalá pudiésemos decir lo mismo de Palmerola, donde sus “planificadores”, queriendo ahorrarse unos millones, no han dejado espacio para futuras ampliaciones sino a expensas de acabar con la destrucción de la Academia Militar de Aviación, parte fundamental de la Fuerza Aérea Hondureña. Vicente Mejía Colindres, Tiburcio Carías Andino, Julio Lozano Díaz, Policarpo Paz García y Roberto Suazo Córdova, deben estar contemplando con tristeza cómo algo que tardó casi 100 años en levantar y consolidar, se puede terminar muy pronto. Lástima. Mientras tanto, conmemoremos un siglo de servicio de Toncontín.

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