“Dreamers”

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14 de abril de 2021
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12:57 am
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“Dreamers”

Conquista del derecho a la felicidad

Ángela Marieta Sosa

Dicen por ahí que ¡soñar no cuesta nada!, hoy les digo, “en este país, hasta soñar es un privilegio”, porque el sueño como aspiración de vida, es incentivado por la felicidad, el bienestar y la seguridad de vivir sin miedo, derechos humanos reconocidos por la Asamblea General de Naciones Unidas, en julio del 2011, en donde se aprobó, sin oposición, en resolución patrocinada por Bután, en la que se reconocía la búsqueda de la felicidad como un objetivo humano fundamental.Los “dreamers” conocidos como “soñadores”, son el remanente de la esperanza subsistente en aquellas personas que entraron a Estados Unidos de América siendo menores de edad y de manera ilegal, ya fuera solos, acompañados de sus padres o ayudados por ellos si ya estaban asentados en el país. En todo caso, eran niños sin permiso para residir en el país, pero que pudieron inscribirse en escuelas primarias o secundarias en territorio estadounidense y al acercarse la mayoría de edad, se enfrentaban a necesidades como cursar estudios superiores, buscar un trabajo, tener un permiso de conducir, etc., pero a menudo se enfrentaban con el escollo de no poder conseguirlo por la falta de papeles y también viven con la amenaza constante de ser deportados.

Al respecto, el programa “DACA” siglas en inglés del pro- grama de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia, lanzado en 2012 por el entonces presidente Barack Obama para proteger de la deportación y conceder permisos de trabajo a estos inmigrantes. El permiso tenía vigencia de dos años y era renovable, además ha sido un programa que ha beneficiado a 787,580 jóvenes indocumentados, según los últimos datos del Servicio de Ciudadanía e Inmigración (USCIS). Y Para acceder al plan, esos jóvenes tuvieron que probar que habían llegado
a EE UU antes de los 16 años, que no tenían antecedentes penales y que cursaban estudios de educación secundaria o en la universidad. Los inscritos pudieron frenar su deportación, obtener permiso de trabajo y en muchos estados una licencia de conducir.

Según los últimos datos del USCIS, el 78% de los beneficiarios del DACA proceden de México; exactamente hay 618,342 soñadores mexicanos. Les siguen los salvadoreños (28,371), los guatemaltecos (19,792) y los hondureños (18,262).Por cierto, que un juez ordenó el 04.12.2020 al gobierno del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que restaurase en su totalidad la Acción Diferida para los Llegados en la Infan- cia (DACA), programa que él quiso suspender y que protege de la deportación a cientos de miles de jóvenes inmigrantes, conocidos como “dreamers”.En esa lógica humanista, el actual presidente de los Estados Unidos Joe Baiden, dentro de sus primeras acciones considera otorgar a cerca de 700,000 jóvenes llegados como indocumentados en la infancia acompañando a sus padres, el colectivo conocido como los “soñadores”, una vía para su naturalización. Además, va a suspender los trabajos de construcción del muro en la frontera con México, financiado con presupuesto del Pentágono, lo que generó agrias pugnas que agitaron la presidencia de Trump.Una consecuencia de la flexibilización en las políticas de control migratorio es el estímulo al impulso migratorio irregular, generado claramente por los factores de expulsión estructurales que condicionan el fenómeno migratorio desde el país de origen. Por esta razón, se considera una política verdaderamente humana la admisión de jóvenes y niños migrantes irregulares, para brindarles la oportunidad de realizar su sueño de vivir con calidad de vida y acceso a la seguridad humana anhelada.

Además, es importante mencionar que el laboratorio de ideas Instituto CATO, con sede en la capital estadounidense, estimó que entre 2019 y 2028, los “soñadores” inyectarían unos 351,000.000 millones de dólares a la economía local. El DACA también le ha dado un espaldarazo a los “soñadores” que han preferido trabajar a destajo y sin ataduras con miras a evitar complicaciones, aun cuando en Estados Unidos nunca
fue obligatorio mostrar el permiso de residencia para optar por un empleo.

En estos tiempos carentes de seguridad humana, por la falta de garantía de derechos económicos, sociales y culturales, así como de otros derechos humanos, ser “dreamers” es formar parte de un remanente de población aún con esperanza, que intenta conseguir entre otros beneficios, un empleo para ayudar a sobrevivir a los que deja en su país de origen, que igualmente quedan llenos de angustia e incertidumbre por el peregrinar del que se fue.

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