OTRA MUESTRA

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14 de abril de 2021
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12:25 am
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OTRA MUESTRA

GANADORES Y PERDEDORES

ALLÍ tienen otra muestra de los méritos de la segunda vuelta. Aquí eso propusimos como cambio innovador para este proceso electoral. Algo que pudo haber incidido a elevar la confianza –de un auditorio incrédulo y desencantado– al lastimado sistema democrático hondureño. Sin embargo, pese a que el proyecto de reformas constitucionales fue enviado al Congreso Nacional como iniciativa de la consejera liberal en el CNE, ni la bancada de ese partido ni otras de la oposición, cuando el clima era propicio –dada la popularidad del tema entre la opinión pública– introdujeron al pleno el proyecto de decreto. Se conformaron con entregarlo a la secretaría para que lo engavetara. Como la táctica del sector oficial consistía en dejar dormir la propuesta hasta que se olvidara, la falta de presión de diputados opositores, siquiera exigiendo dictamen y discusión de la iniciativa, acabó por sepultarla. El balotaje es utilizado en casi todos los países latinoamericanos.

La segunda vuelta derrotó el correísmo autoritario en Ecuador. Arauz, escogido de dedo por Correa, ganó sobrado la primera vuelta, bajo la sombra de su mentor, con un 32.72% de los votos. El candidato de CREO con 19.74%, después de varias semanas de recuento de votos, se impuso a su más cercano contendor, del izquierdista partido indígena-ambientalista, que obtuvo 19.39%. La izquierda parecía sumar para la segunda tanda el mayor número de simpatizantes, pero se dividió. Yaku Pérez, líder del movimiento indígena llamó al “voto nulo”. Algunos dirigentes afines unilateralmente respaldaron al candidato correísta; otros se decantaron por el otro lado. Lasso que en la primera vuelta había quedado relegado a un distante segundo lugar fue ganando terreno en la campaña. Correa desde Bruselas, volcó todo su apoyo a su delfín atacando groseramente al contrincante. Sin embargo, el llamado al “voto nulo” del líder del movimiento indígena, fue relevante. Mientras, un buen número de ecuatorianos se sumaron a Lasso o fueron a votar en contra del correísmo. Las encuestas que daban un empate técnico fallaron. Sobre Lasso pesaba la carga del mal gobierno de Lenín Moreno. Pero también sobre el otro flotaba el espanto fantasmagórico de Correa. “Ganó –dice un académico– la candidatura que logró conectar con ese votante desencantado del correísmo y desencantado en general de la política”. Esto dijimos en reciente editorial: “Todo depende de hacia dónde agarra el núcleo de votantes que se deciden a última hora.

O del voto oculto, representado por ciudadanos que esconden sus preferencias o juguetones que se divierten engañando a los encuestadores. Así que en la recta final cualquiera podría dispararse de su contendiente, impulsado por una racha de vientos inesperados”. Una observación adicional de un politólogo ecuatoriano: “Me parece que el voto más allá de Lasso es de hartazgo, es un voto de rechazo a lo que ha significado Correa (…) y esa dinámica de exacerbación de odio”. Obviamente que esa advertencia no hará mella entre políticos criollos que creen haber encontrado su nicho –no sería de simpatía sino de antipatía–alborotando las fobias de las más bajas pasiones. Para ello se valen de las filudas trituradoras de los chats y de las redes sociales. Sin embargo, también aquí las elecciones primarias fueron una muestra que esas burbujas ofensivas de desprecio a los demás, si bien alguna influencia tienen entre parcelas de las élites citadinas, no representan el universo nacional. Al contrario. El inmenso auditorio –aunque se divierte de la morbosidad– no presta atención a majaderías. Los vacíos de carisma no se llenan con desplantes de amargura. Allá siguen los perdedores en las elecciones norteamericanas y sus bocinas intoxicando el ambiente sin ánimo alguno de hacer lo honorable y aceptar que perdieron. Pueden momentáneamente ensuciar el agua del pozo. Pero la naturaleza obra su magia para que la impureza baje al fondo. De manera que ningún lodo enturbie la esperanza democrática de los pueblos.

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