Justicia y urgencia con las vacunas

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15 de abril de 2021
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Justicia y urgencia con las vacunas

Infraestructura resiliente ante desastres

Por: Álvaro Sarmiento
Especialista Internacional en Comercio y Aduanas.

Desde las primeras certificaciones de las vacunas contra la COVID-19 a finales del año pasado, se pudo ver la luz al final del túnel, el asunto es que pocos han medido la longitud y los obstáculos del propio túnel. Algunos países centroamericanos anunciaron al inicio del año, que en el primer trimestre se estaría recibiendo la o las vacunas en cantidades sustanciales a través del mecanismo COVAX. Después, de marzo, sencillamente no se pudo concretar lo tan anhelado.

La semana pasada se realizó un interesante foro “Las vacunas contra la COVID-19 para los países en desarrollo” en el contexto de las Reuniones de Primavera del Banco Mundial y del FMI, un importante evento que se realiza anualmente en Washington.

El doctor Tedros Adhanom, director de la Organización Mundial de la Salud, mencionó que uno de los principales cuellos de botella para la vacunación generalizada y concretamente “La madre de todos los cuellos de botella, es la falta de voluntad política de los gobiernos”. No se está usando la capacidad real para la producción de las vacunas. No se están cediendo licencias y transferencias de tecnologías. El acuerdo de TRIPS de aspectos de propiedad intelectual relacionado al comercio de la Organización Mundial del Comercio permite cierta dispensa sobre patentes, sin embargo ha sido imposible activar dicha dispensa. La falta de solidaridad para compartir información sobre el mismo patógeno para la producción de nuevas vacunas, simplemente no permitirá la producción que tanto se necesita. El problema de fondo aquí es la carrera contra el tiempo, ya que el virus se encuentra mutando constantemente y podría suceder que esas nuevas mutaciones, neutralicen la efectividad de las vacunas.

En el caso del Banco Mundial, en coordinación con la OMS, UNICEF y los propios gobiernos, se está apoyando principalmente con los recursos financieros para la compra de las vacunas, sin embargo es claro que la producción actual no es suficiente para llegar a los países en vías de desarrollo.

El director de Operaciones del BM Axel Van Trotsenburg comentó que el además de la solidaridad internacional, se debe enfocar también este esfuerzo global en mayor justicia y urgencia. Justicia significa que “todos los países en desarrollo sobre todos de bajos ingresos, tengan acceso a las vacunas y ahora no está sucediendo eso”. Se debe reservar una proporción de la producción de vacunas para esos países, de otra manera quedarán rezagados hasta el año 2022. El Banco Mundial ha puesto a disposición del proceso 12 mil millones de dólares, para vacunas, pruebas y distribución en países de ingresos medios y bajos. Es bueno tener los recursos pero sin la vacuna no hay resultados.

El BM en coordinación con la ONU, UNICEF y GAVI ha colaborado con gobiernos, en la evaluación del grado de preparación de los países para distribuir de forma segura las vacunas contra la COVID-19 en 128 países y los primeros resultados muestran que el 85% de los países que participaron en las evaluaciones ha elaborado planes nacionales de vacunación y que el 68% ha establecido medidas de seguridad, como sistemas de notificación de reacciones adversas. Sin embargo, solo el 30% ha elaborado planes para formar al gran número de vacunadores que serán necesarios y únicamente el 27% ha creado estrategias de movilización social y compromiso público para fomentar la vacunación entre la población.

Por los momentos, lo que debe ser esencial y altamente prioritario es que el gobierno aproveche de manera eficaz/eficiente cada dosis de vacuna, que no se pierda nada y que el sector privado apoye con iniciativas y medios al proceso.

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