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Por: Carolina Alduvín
El sistema educativo nacional ha decaído a tal grado que la gran mayoría de los jóvenes en edad escolar o colegial, no comprenden a cabalidad el significado del término del encabezado. La definición más sencilla, limitada y generalmente aceptada es: “el lugar donde se nace”, pudiendo referirse al país, provincia o ciudad, incluso a delimitaciones más pequeñas. Suele designar a la tierra natal o adoptiva a la que un individuo se siente ligado por vínculos afectivos, familiares, culturales o históricos. El término comenzó a evolucionar durante el Renacimiento, cuando además de la localidad natal, involucraba sus libertades y su forma de gobierno, el término conllevaba obligaciones y compromisos para los habitantes, como morir por ella.
Moralmente se le identificaba con el lugar donde reinara el bien, el humanista español Luis Vives decía: “allí tienen su patria, sus padres, sus prendas más queridas y su mejor nombre donde se cultivan la justicia, la paz y la concordia”. En ocasiones, patria adquiría significado político diferenciado del gobernante, como sinónimo de las libertades y privilegios de un territorio. Mientras el término “nación” -con el que suele confundirse- se refiere a conjunto de habitantes de cierta delimitación territorial que comparten un legado cultural, abarcando, entre otros, lenguaje, principios, creencias, costumbres, tradiciones, leyes y aspiraciones comunes.
Los enciclopedistas del siglo XVIII, la definen no solo como el lugar donde se nace sino como “el Estado libre del que somos miembros y cuyas leyes garantizan nuestras libertades y nuestra felicidad”; por tanto, no puede existir bajo regímenes despóticos. Implica un tipo de amor por la felicidad propia y de las personas con quienes vive, con quienes se comunica, con quienes se rigen por las mismas leyes, siguen las mismas costumbres, persiguen los mismos intereses y vínculos de mutua dependencia, sin la cual no les sería posible existir. El concepto es clave en las revoluciones de Europa y América que dieron paso a los estados modernos.
Recordemos que estos se componen de 4 elementos: territorio, población, ordenamiento jurídico y gobierno. Patria abarca eso y mucho más, otros elementos intangibles que se nos enseñó a amar y respetar en los hogares y escuelas, mediante una educación cívica, posiblemente algo romantizada y adaptada a la visión de quienes íbamos creciendo y comenzando a formarnos una idea del mundo que habitábamos. Por carecer de forma material, se nos acostumbró a percibirla por medio de símbolos: una bandera, un himno de notas marciales y versos fervorosos -nada que ver con la realidad de este siglo- que estamos obligados a recitar de memoria, no importa si los entendemos o no, un escudo cargado de simbolismo que por cotidiano dejamos de reparar en él y hasta algunos seres vivos en peligro de extinción de los que pocos humanos se ocupan.
Luego vienen los llamados próceres, los vemos a diario en nuestro papel moneda, preguntar el papel de cada uno en nuestra historia podría resultar decepcionante, el adulto promedia alega que la escuela terminó hace mucho tiempo y ya no recuerdan, los que asisten a escuelas y colegios rara vez prestan atención a lo que el profesor dice o manda a que lean, uno que otro lo memoriza en aras de resolver exitosamente un examen, los demás hacen trampa para obtener las respuestas, la mayoría lo ha olvidado al día siguiente, y quienes llegan a interiorizarlo, comprueban tarde o temprano que de muy poco les ha servido tener el dato cuando de obtener un empleo o ingresos estables se trata. Igual no fomenta el orgullo nacional, pocos saben qué decir si el tema surge entre interlocutores de otras nacionalidades.
La confusión entre patria, país, nación, Estado y gobierno, genera rechazo por parte de los ciudadanos, hartos de la ineficiencia y los malos manejos por parte de empleados y funcionarios públicos, del enquistamiento de sus supuestos representantes, del parasitismo de una burocracia generalmente ineficaz y corrupta, el irrespeto que se percibe al final de un proceso electoral, el progresivo abuso del poder para fines personales y de grupo, la falta de oportunidades, la inseguridad ciudadana y jurídica, las injusticias que se cometen a diario contra los más vulnerables y demás factores que inducen la migración irregular, nos muestran que poco o nada ata a nuestros compatriotas más desfavorecidos a la tierra que los vio nacer. La patria para pocos existe, sin embargo este 2021 cumple 200 años, hay que transmitirlo a las nuevas generaciones.
carolinalduvin46@gmail.com
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