109 años del hundimiento del “Titanic”

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17 de abril de 2021
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12:29 am
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109 años del hundimiento del “Titanic”

El Titanic. Majestuoso. Publicitado como el grande, lleno de lujos y seguridad de la época. Luce antes de su partida…hacia el naufragio…

¡Hola! mis amables lectores en la Honduras de acá… y la de allá. Después de tanta noticia “fea”, otra lectura de fin de semana para el relax, recordando hechos que marcaron el rumbo de la navegación mundial.

Hoy, otra HUELLA de un hito histórico que sucedió en una fecha como la del jueves pasado, 15 de abril, pero de 1912. Hace ya 109 años. El mayor naufragio de la historia.

“INSUMERGIBLE”

El Titanic era todo lujos. A todo ello se sumaba una publicidad que ensalzaba su seguridad, presentado como “insumergible”. El ingeniero que lo diseñó, Thomas Andrews, dijo que “aplicó extraordinarios avances en materia de seguridad”.

Con un casco de doble fondo dividido en dieciséis compartimentos, nadie era capaz de prever algo peor. Que un accidente pudiese destrozar dos o tres de las mamparas que formaban dichas divisiones. El barco hubiese permanecido a flote hasta con cuatro compartimentos inundados.

Mal presagio desde el comienzo. La partida del Titanic del puerto de Southampton (Reino Unido) hacia New York (EE. UU.) estuvo precedida por un incidente que pudo causarle graves daños. Mientras abandonaba el muelle, un pequeño vapor atracado en la dársena, el New York, se vio arrollado por la masa de agua que el transatlántico desplazaba a su paso.

Sus amarras se rompieron y comenzó a virar sin control hasta que su popa quedó apuntando directamente al transatlántico. Finalmente se logró evitar un choque que habría destrozado al New York. Si esta colisión se hubiese producido, el retraso ocasionado por el percance habría obligado al Titanic a zarpar muchas horas después. Con lo que tal vez habría evitado el iceberg.

Comienza el viaje. El 10 de abril de 1912, tras meses y meses de publicidad y rumores, el Titanic zarpó. Ismay y Andrews iban a bordo para supervisarlo todo y que las cosas salieran “perfectas”.

El capitán era Edward Smith, un experimentado marino de la White Star. Ya había pilotado el Olympic, hermano gemelo del Titanic, que llevaba un año haciendo la misma ruta. Se buscaba “la mayor confianza”.

Curiosos viendo la partida del gigante. Tal vez envidiando a los privilegiados y ricos pasajeros que podían costearse ese viaje de lujo. Sin saber lo que ocurriría…

VIAJE IDÍLICO, PERO…

A bordo viajaban 2,223 personas. Las cubiertas se convirtieron en un auténtico hervidero de gente deseosa de conocer las maravillas del barco en el que viajaban. No paraban de loar lo que miraban y el personal que estaba a su servicio.

La travesía fue idílica en todo momento. Así lo afirmaron los supervivientes que nunca imaginaron lo peor “con tanta belleza y seguridad”. El fatídico 14 de abril no fue distinto de los días anteriores. El capitán Smith ordenó un cambio de rumbo para evitar las zonas por donde ya sabía que los icebergs navegaban a la deriva.

Al atardecer, la temperatura bajó bruscamente. El Titanic seguía navegando sobre un mar apacible. A las diez de la noche, después de cenar acompañado de sus ilustres pasajeros, el capitán se retiró a su camarote.

El barco quedó al mando del primer oficial, William Murdoch. Ordena reforzar la vigilancia y cerrar todas las aperturas en el castillo de proa, para ahogar cualquier luz o reflejo que pudiera entorpecer la visión de los vigías esa noche.

Faltaban 20 minutos para la medianoche. El vigía Frederick Fleet advirtió la cercanía de un iceberg. Era apenas perceptible en un mar calmo.

El bloque de hielo era solo una sombra que se superponía sobre una noche llena de estrellas, aunque sin luna. Fleet informó de inmediato a Murdoch, que dio la orden de virar a babor y apenas unos segundos después detener los motores. De esta forma se logró evitar la colisión. Hielo y acero tan solo se rozaron por el costado de estribor. Pero las consecuencias de ese “ligero” contacto serían fatales…

Hundimiento del Titanic. “El insumergible”. Un 15 de abril de 1912. Hace ya 109 años. De 2,223 personas que lo abordaron 1,514 perdieron la vida.

HERIDA MORTAL

El incidente apenas se notó a bordo. Algunos pasajeros sintieron una ligera vibración. Otros contemplaron, con más curiosidad que temor, el paso del gigante de hielo, del que se desprendieron varios fragmentos que acabaron en la cubierta. Incluso algunos estuvieron jugando o bromeando sobre si añadirlos a su whisky.

Las lámparas de cristal tintinearon y algunos objetos cayeron de unas pocas mesillas de noche. El extraño y breve sonido que se produjo mientras el hielo rajaba el casco unos cinco metros por debajo de su línea de flotación no provocó inquietud.

Aunque Smith fue informado rápidamente, no se empezaron a tomar medidas de rescate hasta unos treinta minutos después del encuentro, cuando el ingeniero Andrews confirmó con números exactos que al Titanic le quedaban dos horas escasas de vida sobre el agua.

Pero el pánico no estalló. Hubo algo de ilusorio en esa primera hora, durante la cual algunos pasajeros estuvieron bromeando con lo que sucedía. Nada ni nadie les indicaba la gravedad de la situación.

La orden del capitán fue evitar el pánico a toda costa para no empeorar las cosas. Hubo pasajeros que ni siquiera creyeron posible que un barco “insumergible” se pudiera hundir y se desentendieron hasta de ponerse el chaleco salvavidas que los camareros empezaron a repartir.

Los privilegiados. Gente de clase alta esperando abordar al “insumergible” en un viaje de placer. Lejos de pensar que también era de muerte.

ERROR TRAS ERROR

El hecho de que se pidiera a la orquesta que amenizara, sin duda aumentó la sensación de que no existía una amenaza. Error tras error estaba acercando a la muerte a cientos de personas.

Los telegrafistas no paraban de enviar mensajes pidiendo auxilio. Se lanzaron cohetes para avisar a otros barcos cercanos de la desesperada situación del Titanic, pero no se demostró que sus luces se correspondieran con las señales correctas.

Esto se suma a otras deficiencias que se han apuntado. La falta de binoculares en el puesto de los vigías, que al parecer solo pudieron contar con su vista enturbiada por el frío. Sin embargo, todas estas consideraciones tienen mucho de especulación.

Se supo que la tripulación hizo todo lo posible para advertir a otros barcos de la tragedia. Incluso se utilizó el reflector de señales para emitir un mensaje en código morse.

La muerte acechaba. A las dos y cinco de la madrugada se arrió el último bote y el pánico transformó la tranquilidad vivida hasta ese momento en un drama sobrecogedor. En menos de media hora, más de mil personas iban a morir, sabiendo que no podían hacer nada por evitarlo.

Después de más de un siglo, lo que queda de la proa del Titanic yace en el fondo del mar.

EL MAR SE “TRAGA” AL GIGANTE

De los tres principales responsables del Titanic que iban a bordo, el propietario, el ingeniero y el capitán, solo Ismay (dueño) salvó su vida. El precio que pagó fue enorme. El resto de su existencia quedó amortajado por la repulsa ante lo que se consideró una muestra soberana de cobardía.

Sin embargo, no hay una sola prueba de que Ismay hiciera algo diferente. Los testigos afirmaron que ayudó a subir a la gente a los botes y cuando ya no quedaba nadie alrededor, simplemente se metió en una lancha y partió, salvándose.

En cuanto a Thomas Andrews se dice que desapareció tras hacer todo lo posible para sacar al mayor número de pasajeros. Si Ismay se convirtió en el villano, Andrews sería recordado como el héroe. Si el Titanic estaba rasgado, su diseñador estaba hecho pedazos.

A las 2:18 de la madrugada, el casco del Titanic se partió cerca de su zona central. Un minuto después, la proa se hundió en el océano y la popa, arrastrada por la proa, casi alcanzó la verticalidad completa.

Finalmente, el Titanic desapareció por completo bajo el agua. Eran a las dos y veinte minutos de la madrugada del 15 de abril de 1912.

Por mucho halo romántico que se le haya añadido desde entonces, la pesadilla que se vivió en el Titanic quedó aprisionada en relatos que a veces adquieren más visos de fantasía que de realidad.

Fue una tragedia real, que costó la vida a más de 1,500 personas. Un hecho que marcó un punto y aparte en la historia de la navegación. El mar se tragó al “insumergible”. Al gigante…

Histórico. El libro que predijo el hundimiento del Titanic.

Y…

Y por hoy hasta aquí. Hemos dejado otra HUELLLA histórica con mucha agua que contar.

QUE DIOS NOS PROTEJA A TODOS

(Comentarios y más a [email protected] y en nuestro muro de Facebook. Carlos Arturo Matute)

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