La inmoralidad resta autoridad

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17 de abril de 2021
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12:01 am
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La inmoralidad resta autoridad

La necesidad de neutralizar la infodemia

Por: Coronel ® José Antonio Pereira Ortega
Coronel ® [email protected]

En mi condición de generador de opinión, he sido abordado por muchas personas en diferentes rangos etarios y variados estratos sociales, académicos, empresarios, obreros, campesinos, militares, policías, etc., la pregunta o tema obligado es relativo al futuro de nuestro país y qué nos espera a los hondureños (Quo Vadis Honduras) y en resumen, sin que exista de por medio influencia o inducción de unos a otros, concluimos que Honduras está herida de gravedad, herida y al borde de la muerte.

Probablemente cause polémica el término “muerte de país”, por lo cual estimo necesario comentar que los países como las personas, nacen, crecen y mueren y lo peor es darnos cuenta que esa situación, no parece importarle a nadie en la línea de administración y toma de decisiones, en especial a los funcionarios titulares y miembros activos de los tres poderes legalmente constituidos, en suma podemos señalar que ni a nivel del gobierno, el congreso o de la Corte Suprema de Justicia encontramos signos que evidencien además de la preocupación, ocuparse de la situación crítica que nos está llevando al despeñadero.

Esa recurrente y recriminable indolencia, es incluso contrario al compromiso inherente de sus cargos, ni siquiera cumplen con su función claramente estatuida en la Constitución de la Republica, la cual juraron cumplir y defender al asumir sus cargos, un hecho que debe ser sujeto de penalización legal y de la repulsa pública por incompetentes o por indolentes.

Esa nefasta indiferencia provoca que nos volvamos cómplices de los actos de corrupción e impunidad, permitiendo así el acceso al poder y a la administración de los recursos estatales, a ciudadanos hondureños de mal proceder que hoy nos exhiben ante el mundo como un país corrupto, sin institucionalidad y sin gobernabilidad, sobran opiniones calificándonos como Estado fallido.

El resultado en lo cotidiano merece un castigo popular manifiesto ya que estos ciudadanos escogidos directa o indirectamente por el Ejecutivo, pierden el respeto de su subordinados, comprometiéndose negativamente en su proceder, ejecución inmoral y maliciosa al frente de las más altas posiciones en la conducción del país, ya que esa conducta de inmoralidad, les ha hecho perder autoridad, su proceder no genera confianza ni mando para hacerse obedecer, lo cual es necesario para poder ejercer sus funciones y conducirse exitosamente en cada área de la administración bajo su responsabilidad, lo peor es son sujetos a la desobediencia y a la afrenta pública por indolentes y corruptos.

No podemos dejar de comentar que en esa indulgencia, por no decir negligencia, de los ciudadanos incurre en complicidad expresa, producida en el amplio marco de corrupción instalada como un proceder normal en los que detentan el poder, que convierten las necesidades básicas del pueblo en fuente de cultivo para los alquimistas del poder, que montan sus campañas proselitistas en las mil y una manera de resolver ingentes problemas que aquejan al pueblo “prometer y prometer a más no poder y al asumir no cumplir”.

Mientras tanto, el ciudadano en su supervivencia, opta por buscar activar políticamente para “conseguir algo” iniciando casi un deterioro creciente porque el ciudadano, se ha desobligado para con sus deberes y se limita a exigir a que el Estado le cumpla sus derechos a cualquier costo, sin un asomo de sacrificio o vergüenza de su parte, un mal hábito que se ha venido acrecentando desde las dos últimas décadas, todo porque los titulares de la administración pública del Estado crearon la mala costumbre de regalar dinero vía programas demagógicos, como el bono solidario y otros con diferente nombre pero con la misma finalidad, considerando que de esa manera se ganaban “la voluntad popular” con visión electorera para lucro personal o de grupo político partidario.

Esas actitudes inmorales, han llevado a que cada día se sumen voces disonantes que se han hartado de esas conductas y que están sonando tambores de inconformismo contra esa autoridad que cada día pierde más su poder de ejecución por falta de autoridad moral, basta citar como ejemplo los rubricados actos de corrupción en el área de la salud como lo sucedido en el Seguro Social y el pobre desempeño del gobierno en el área de la salud pública en lo que va de esta pandemia de la COVID-19, que no nos deja más oportunidad que patalear y preguntar ¿Dónde está el dinero? señalando expresamente al Presidente de la República, porque la responsabilidad no se delega, lo que pase y deje de pasar en honduras es culpa de él, pues él nombra sus funcionarios colaboradores y a ellos les delega la autoridad para actuar, pero la responsabilidad permanece en el Presidente.

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