Yanil Herrera y sus modelos sobrevivientes de la pandemia y los hurácanes Eta y Iota

ZV
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17 de abril de 2021
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05:13 am
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Yanil Herrera y sus modelos sobrevivientes de la pandemia y los hurácanes Eta y Iota

Yanil y su hija Elena.

Más que un lindo diseño, cada prenda de Yanil Herrera contiene un mensaje inspirador y solidario. Con su taller Auge y Boga, un emprendedurismo en sociedad con su hija Elena, promueve materiales locales y sus modelos son mujeres comunes sin importar que tengan un cuerpo de “Coca Cola”. Precisamente, en su última colección, ha escogido a sobrevivientes de la pandemia y las tormentas Eta y Iota, pero, al mismo tiempo, son mujeres que trabajan en un banco, en una fábrica o vendiendo baleadas. “La mujer más guapa que yo puedo vestir es la que sabe lo que vale, pero no por su cuerpo”, recalca esta artesana progreseña, quien hizo su primer vestido a los 15 años y desde entonces, viste a pobres, ricos y famosos dentro y fuera del país.

—¿Jugaba de costurera vistiendo muñequitas?
No, vestía a mis hermanos. Mi madre era una mujer con muchos hijos y no había tiempo para jugar.

–¿Cómo se inició?
Mi mamá tenía un taller en el centro de El Progreso y me puse de ayudante desde los 11 años para aumentar los ingresos de la casa.

–¿De dónde le nació la vocación?
Tuvo que ser de mi mamá porque nos hacía la ropa a mano, no teníamos máquinas, mucho después puso un tallercito cuando llegó de La Ceiba a El Progreso.

–¿Su primer vestido?
Un vestido de novia a mis 14 años, todavía lo tiene la novia en Estados Unidos.

–¿Se hizo el suyo de quinceañera?
No tuve la oportunidad de tener una fiesta de 15 años, no había dinero, me puse el vestido más bonito que tenía lavado y planchado. Sí hice los vestidos de gala para mi hija y mis hermanas.

–¿El de boda?
Tampoco.

–¿Cuántas piezas ha hecho?
Perdí la cuenta, pero en el 2009 llevaba 542 vestidos de novia.

—¿En qué se inspira?
En la dueña del vestido, no soy buena dibujando pero voy asociando una idea con las telas de la temporada con el clima actual, colores y muchas cosas, me enfoco en una persona. En las últimas 3 colecciones siempre he pensado en mi hija.

–¿Hay telas que definitivamente no trabaja?
Tengo fama de carera porque hay telas con las que no trabajo como el satín, no fluye el arte.

–¿Cuánto vale el vestido más caro y el más económico?
Depende mucho del tiempo que invertierto en hacerlo, pero el más caro fue para la boda de un hijo de un juez de Estados Unidos, unos 140 mil lempiras y tres mil lempiras el más económico para una novia humilde que quiere cumplir su sueño.

–¿A quien más ha vestido?
A la primera que vestí cuando yo tenía 15 años fue doña Miriam de Morales, esposa del alcalde de El Progeso en aquel entonces. Así fui construyendo mi clientela entre empresarios y políticos de aquí, San Pedro Sula y Tegucigalpa.

–¿Quiénes han sido sus maestros?
Mi madre, en primer lugar, después mi maestra Tuny Hernández, ella puso el gusanito y el maestro José Corea, buen diseñador sampedrano.

Auxiliadora Irías, Victoria Rubí y Karen Talavera.

–¿Cuántas colecciones lleva?
Llevo 4, Phoenix, Ubuntu, Traviesa, y Ocaso, la actual.

–¿Qué aconseja a las mujeres que dicen que no les queda nada bien?
Todas tenemos algo que lucir y en las manos correctas ellas se sienten hermosas, no hay mujer fea, no hay silueta que no se pueda lucir.

–Se dice también que no hay mujer fea sino mal vestida ¿Qué piensa de ese dicho?
Conocí a mujeres que tienen mucho dinero, que me pagan lo que pida sin titubear, pero no han sido tratadas con el respeto a sí mismas, no les va nada, ni a su personalidad y su carácter ni a su estatura ni a su color de piel, nada que tenga que ver con ella.

–Progreseñas, sampedranas o capitalinas ¿Quiénes son más bellas?
Lo que pasa es yo no tengo una talla específica, de hecho, mi última colección lanzada ahorita ninguna de las mujeres es modelo.

–¿Quiénes son?
Todas son mujeres que durante la pandemia y durante el huracán fueron rotas por las circunstancias, por eso creo que la mujer más guapa que yo puedo vestir es la que sabe lo que vale, no por su cuerpo.

–¿Mujeres comunes y corrientes?
Así es, cada mujer presentada ahí, desde la más pequeña hasta la más grande, tiene una historia, por ejemplo, la más gordita que usted vio tiene a su mamá muy delicada de salud de los nervios a raíz de las inundaciones, es ejecutiva de banco Atlántida y hace flores de fomi, cuida de su hijo que es autista y aún así luce bonita y feliz.

–Todos los diseñadores buscan modelos ¿Por qué se arriesga?
Buena pregunta, diría que es una situación de empatía, me identifico con ellas porque nosotros de niños dormíamos en el suelo, comíamos cuando se podía, hay tanta mujer bonita lidiando con situaciones que la aplastan y aún así abren su puerta y sonríen.

–¿Y su hija?
Mi hija es cofundadora de la marca una joven inteligente, visionaria, creativa, estudiante de negocios y marketing en Unitec, trabaja en empresa privada Community Manager de la marca Yanil y de 2 marcas mas.

–¿Cómo ha estado el negocio en esta pandemia?
Los primeros tres meses de la pandemia fueron un caos, no hubo alternativa que cerrar, pero a pesar de todo, no dejé de hacer vestidos.

Tania Carías, Rubenia Rosado y Lourdes Avendaño

–¿Y los huracanes?
Con un grupo de ocho amigas, anduvimos dando comida caliente y ropa y el 30 de noviembre nos sentamos a brindar porque seguimos vivas después de la pandemia y los huracanes, aunque algunas de ellas fueron inundadas.

–¿Se inundó su taller?
No, pero estuvimos rodeados de agua con una cubeta soportando el azote de la lluvia y drenando el patio con pala y piocha.

— ¿Qué significa Auge Boga?
Para mí es una puerta de oportunidad, qué no te haces millonario, pero cambia la cultura de la compra local, dándole la oportunidad a emprendedores invisibles y que están descuidados a pesar de su enorme calidad.

–¿Qué proyectos tiene?
Es difícil decirle a ciencia cierta porque hasta ahorita, el fin de semana pasado, lanzamos el proyecto, estoy recién operada de la vesícula, pero tengo la fortaleza de los progreseños para seguir de pie.

–¿Hay apoyo para los emprendedores?
En los bancos nos piden demasiados requisitos, pero aquí en El Progreso hay apoyo con el Bazar de los Sábados, es un resurgimiento de emprendedores, porque mucha gente lo perdió todo en los huracanes y tiene que salir adelante.

–¿Ha trabajado en otro lado?
Trabajé en un hospital, en bancos, pero nunca dejé mi costura y cuando nació mi hija me dediqué al cien por ciento a mi costura.

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