Fuerzas políticas y alianzas

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19 de abril de 2021
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12:59 am
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Fuerzas políticas y alianzas

Edmundo Orellana

De los resultados de las elecciones primarias se concluye que las tres fuerzas políticas del país son el Partido Nacional, el Partido Liberal y Libre, y en ese orden.
El Partido Nacional aparece como el gran ganador en todos los sentidos. Demostró que su organización funciona, movilizando sus estructuras en todo el país para asegurarse la mayor cantidad de votos y demostrar que es el partido mayoritario. Su disciplina también se mantiene intacta, como en tiempos del “cariato”, puesto que la victoria no fue puesta en duda por los líderes derrotados en la contienda electoral, aunque en secreto estallen en diatribas en contra de JOH y la maquinaria usada para aplastarlos.

El Partido Liberal se mantiene como la segunda fuerza política en el país. Sin embargo, tendrá que superar los difíciles problemas internos que enfrenta y, a la vez, emprender la tarea, nada fácil, de ofrecer, en elecciones generales, una imagen edulcorada de aquellos que aparecen en sus planillas con serios cuestionamientos de corrupción y denunciados por supuestos pactos con JOH para fortalecer el sistema de impunidad en el país.
La tercera fuerza es Libre, indiscutiblemente. Por la frenética euforia de sus militantes parecía que podía colocarse, al menos, en el segundo lugar. Pese a su organización, su movilización y su desbordante triunfalismo apenas crecieron en 50 mil votos en estos cuatro años. ¿Qué ocurrió? Es algo que debe preocupar a la coordinación. Una de las causas principales puede encontrarse en esa actitud agresiva y, en muchos casos, hasta rabiosa, de algunos de sus dirigentes y activistas, hacia los que no militan en Libre. Cuando se insulta o descalifica sin mirar a quién se pueden herir sentimientos incluso de simpatizantes. El discurso de odio no transmite esperanza.

La victoria en elecciones generales, sin embargo, no la decide el voto duro sino los indecisos o independientes y estos no votan en las primarias porque no se sienten atraídos por los partidos que se ofertan en el mercado electoral. Esa es la presa por cazar.
Se vota por sentimiento o por convicción. Pero con las técnicas modernas de propaganda la motivación no importa porque los expertos logran sembrar en la mente de cada votante lo que deseen para que actúe en consecuencia. Dependerá, entonces, de la técnica empleada para inducir al independiente a votar por uno u otro partido.

Las redes sociales ofrecen hoy un potencial ilimitado a quienes usan esas estrategias, por lo que podrían jugar un rol más importante que el de los medios tradicionales. Quien recibe un mensaje en su dispositivo móvil experimenta la sensación de que se dirigen a él personalmente, no a la masa, como ocurre con los medios tradicionales. Lo importante es activar en el destinatario sus instintos decorando el mensaje con música o imágenes. Una frase es suficiente -le sirvió a Obama- para despertar en un joven recién graduado, que ha perdido la esperanza de trabajar, la ilusión de que el futuro le ofrece oportunidades o el entusiasmo en el olvidado veterano porque se acordaron de él. En todo caso, puede complementarse con mensajes dirigidos a grupos diciéndoles lo que quieren oír.

No será suficiente, sin embargo. Porque, cualquiera que sea la cantidad de indecisos o independientes que conquisten, siempre será insuficiente para vencer al Partido Nacional, que dispone del poder de la nación y del presupuesto estatal para fraguar otro fraude.
La oposición dividida no tiene posibilidad. ¿Es posible una alianza? No la impiden las diferencias ideológicas ni éticas porque entre políticos rige la máxima atribuida a Groucho Marx: “si no gustan mis principios aquí tengo otros”; de ahí, que revolucionarios hagan mancuerna con conservadores en busca de votos o los “íntegros” alternen con reconocidos corruptos o narcos en las mismas planillas; fieles a esa tendencia “marxista”, no dudan en justificar violaciones a la Constitución en este proceso, invocando precedentes. En el camino hacia el poder se sacrifican dignidades y conciencias.

Las diferencias consisten en resentimientos. Libre acusa al Partido Liberal de golpista, abomina de él y lo vitupera más que a JOH, y entre sus candidatos hay algunos responsables del golpe, pero también de perversos acuerdos con JOH para mantenerse en el poder, para expulsar la MACCIH y para los pactos de impunidad. Impedimentos que se convierten en minucias para la militancia si el coordinador de Libre, a quien venera con delirio, ordena la alianza.

Si la alianza no es para repartir chambas, como es la costumbre de los partidos tradicionales, a la que se ha sumado Libre (alega un supuesto derecho sobre los cargos públicos), sino sobre una agenda mínima de prioridades, entre las que ocupen primeros lugares la lucha contra la impunidad y la construcción del Estado de derecho, habrá que preguntarse si con esos aliados podrá cumplirse tal agenda. Para que esa alianza no sea para preservar la impunidad, digamos con fuerza: ¡BASTA YA!
Y usted, distinguido lector, ¿ya se decidió por el ¡BASTA YA!?

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