¿LO HAN VISTO?

ZV
/
22 de abril de 2021
/
12:16 am
Síguenos
  • La Tribuna Facebook
  • La Tribuna Instagram
  • La Tribuna Twitter
  • La Tribuna Youtube
  • La Tribuna Whatsapp
¿LO HAN VISTO?

CAPITALINOS Y EL AEROPUERTOLO DOMÉSTICO Y LA SOLIDARIDAD

LA propuesta –sin duda bien intencionada– ofreciendo la figura de un científico hondureño que ni siquiera reside aquí sino en el exterior, como “candidato creíble” de la oposición, infiere cierto desaliento hacia lo disponible. Asume –sin descartar otras honrosas propuestas– que otra cosa se necesita para vencer al oficialismo aparte de las figuras políticas favorecidas en primarias por el veredicto popular y de otros que –como escogen candidatos de forma distinta a la consulta ciudadana– no se han probado en la contienda. Hasta cierto punto también acredita una calidad de “outsider” a la candidatura del partido de gobierno. Una persona servicial y de carácter dulce que ganó opinión favorable entre la afición como alcalde trabajador, construyendo puentes y tapando baches, contrario a la equivocada confianza que otros depositaron en redes sociales para la fracasada promoción de sus aspiraciones.

Probó, ganando sin el uso de ese espejismo, que es inmerecida la influencia que ingenuos atribuyen al poder –como las denomina Friedman– de esas “cloacas abiertas”. Y sí influye, pero en cierto auditorio que busca entretenimiento en la frivolidad del disparate que se transmite. Solo que a ese público no le interesa toda esa jerigonza de la política de la que solo pasan pendientes los muy fanáticos. Quizás, el buen alcalde, ahora candidato presidencial, ni siquiera sabe de la existencia de esos portales tecnológicos. No usa WhatsApp en ninguno de los 6 aparatos celulares que camina –solo uno tiene chip; con los otros hace la apangada, frente de los interesados, que habla con subalternos girándoles instrucciones– no cuelga twitters, no hace uso de las afiladas trituradoras de los chats, y tampoco participa en el Facebook. El único tiktok que trascendió fue uno hablando un inglés masticado, explicando –suponemos que a compatriotas en el exterior– el alcance de su cariñoso apodo: “Papi at your service”. (Pero si no se une la oposición –suena la tonadita–vuelven a perder la elección. La oposición –y en todos lados hay de todo y a saber qué más no podría haber hasta que no se prueben– se divide entre la sucia y la percudida, solo que algunos publicitan ser blancas palomas). Así que aquí, suponen algunos, quienes se penquearon y gastaron compitiendo, tendrían que deponer lo que se ganaron en las urnas, para colocar famosos bisoños que complazcan esa utópica ansiedad. (Como cuando OLA le propuso a Monchito la candidatura de conciliación, dicen que al abrir la puerta de su casa en ese momento pasaba; cuando lo vio cruzó la acera a saludarlo sin anticipar que del cielo le caería el premio mayor).

Parecido les sucede a los peruanos. Allá en Perú –de donde muchos aquí anhelan vengan los milagros a corregir males que aquejan la institucionalidad– no encuentran gobierno que les acomode. Ni líder que les satisfaga. La docena que tuvieron están prófugos o presos o se suicidaron para evadir la captura. Prueban con fulano, mengano, zutano y perencejo, y a los meses lo terminan quitando. Desde el 2018 han tenido 4 presidentes. Esta vez, a la primera vuelta, fueron 18 candidatos presidenciales. Se quedaron enchutados, a dilucidar la contienda en segunda tanda, con un desconocido de la izquierda radical que ganó notoriedad instigando una huelga y la ultraconservadora Keiko Fujimori. Allá hay lecciones que aprender sobre qué tanto funciona esa multitud de grupos y de partidos que participan en los procesos electorales. Y no hay que ir tan lejos a descifrar qué tan útil sea a la solución de crisis el aporte de tantos rostros distinguidos que gracias a destacar en otras actividades más refulgentes se abren campo en la política. Desde que las leyes se reformaron para abrir espacios a la sociedad civil en los menesteres públicos, con el mecanismo de los más votados y la foto en las papeletas electorales, el Congreso Nacional se llenó de caras frescas. Hondureños –muy destacados algunos, dicho sea de paso– que atraen la simpatía de votantes por su visibilidad en otras actividades de la vida nacional. El deporte, la música, la televisión y la figuración en eventos empresariales, etc. ¿Cuál ha sido la contribución legislativa de todo ese cúmulo de personalidades que obtuvieron su curul gracias a su estelar imagen obtenida en otros campos? ¿Qué tanto se ha elevado la calidad de la institución debido a la inclusión –por supuesto con la salvedad de honrosas excepciones– de todas esas prominentes figuras? Cambiemos el tópico, para matar aburrimiento. ¿Alguien ha visto al Sisimite? El Sisimite es un personaje de la leyenda hondureña que en agrestes montañas boscosas pernocta en las cavernas. “Una criatura de fuerza colosal; más alto y fornido que una persona normal, de pelaje oscuro, rostro humano con rasgos de simio”. Cuentan, en los pueblos, que se ha vuelto a aparecer. Dicen que bajó a la ciudad, indagando si ya llegaron las vacunas. ¿Qué les parece el Sisimite?

Más de Editorial
Lo Más Visto