“REZAR EN CASTELLANO”

ZV
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25 de abril de 2021
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12:44 am
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“REZAR EN CASTELLANO”

AUN cuando ya pasó, en fecha recientísima, el “Día del Idioma Español” y el “Día Internacional del Libro”, es difícil sustraerse a estas celebraciones tan importantes para la hispanidad y para el mundo entero. En primer lugar porque en ausencia de la invención de la escritura, de los números y de los libros, las civilizaciones antiguas, medievales, modernas y contemporáneas, simplemente no existirían o serían nulas. De repente las mismas no perdurarían, cuando menos en la forma en que las conocemos.

En cuanto al idioma castellano, que así se llamaba en Honduras en la década del sesenta del siglo pasado hasta 1972, es el medio que ha hecho posible los lazos de hermandad general en toda la comunidad de hispanoparlantes. Para empezar, como ya se sabe, hay 21 países que presentan el español como idioma oficial, y aparte de eso a los hispanoparlantes los encontramos alrededor del mundo, inclusive en Filipinas, Estados Unidos, Belice, Andorra, Guinea Ecuatorial, Marruecos, Angola, Suiza, Brasil, Sudán e Israel. En este último país muchos sefarditas hablan la variable castellana del “ladino”. No estamos seguros respecto de la siguiente cifra, pero se presume un registro oficial de 585 millones aproximados que hablan español en todo el mundo, y, como se ha repetido tantas veces, es la segunda lengua más hablada después del mandarín, y la tercera más estudiada en las academias de lenguas extranjeras.

Al emperador Carlos V, que era políglota nacido en los Países Bajos, se le adjudica la frase que “el castellano es un idioma para hablar con Dios”. Esta tradición podría ser cierta, en tanto que ahora son alrededor de quinientos millones de personas que rezan a Jesucristo en la lengua de Miguel de Cervantes; o que sueñan sus más bellas ilusiones o sus más tristes pesadillas en un idioma que ha madurado con los siglos, y se ha consolidado completamente. Y en el cual se pueden pensar y escribir libros científicos y de otros saberes de alto nivel.

La lengua castellana no apareció de la noche a la mañana. Algunos autores señalan sus posibles primeros vestigios lingüísticos en el siglo diez de nuestra era. Pero de manera oficial se acepta que es una lengua romance derivada del latín popular con raíces y mezclas procedentes de otros idiomas, que se habló en varios puntos de la España del Siglo XII, y que exhibió su primera obra épica mediante el “Cantar de Mío Cid” y con las subsiguientes obras sacramentales balbuceantes. Una lengua que originariamente fue parlada por dos mil o veinte mil personas (según sea la fuente que se cite), hoy en día la hablan, o están a punto de hablarla, cerca de seiscientos millones de personas.

Es importante la lengua con la cual las personas le rezan a Dios, y por medio de la cual producen sus sueños más íntimos. Esto determina las formas de creer, pensar y de percibir el mundo que les rodea. En el caso de los hispanoparlantes actuales, en donde impera la ley de libertad de cultos, la línea predominante ha sido, sin embargo, “rezarle a Jesucristo y leer al Quijote en español”. Pues, siguiendo coherentemente a Miguel de Unamuno, es obligado referirse en plural a “todas las Españas”, lo que incluye a Iberoamérica y a las viejas Islas Filipinas.

Algunos lectores preguntarán cuándo sucedió el cambio de la asignatura o la nominación de “castellano” a “español”. Formalmente el cambio, en el caso de Honduras, se registra en la Constitución Política de 1982, aunque a mediados de la década del setenta ya se mencionaba la asignatura de español en las aulas escolares. Cada república y cada escritor registra sus propios gustos. Parece ser que aquí en nuestro vecindario los salvadoreños le siguen llamando “castellano”. Otros sugieren que ambos términos son sinónimos. A final de cuentas el uso constante de la lengua española, que ha madurado desde los tiempos del “Siglo de Oro”, debiera ser motivo de orgullo para todos los hispanoparlantes, por muy humildes que sean los estratos sociales de origen.

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