Unidad versus alianza

ZV
/
30 de abril de 2021
/
12:02 am
Síguenos
  • La Tribuna Facebook
  • La Tribuna Instagram
  • La Tribuna Twitter
  • La Tribuna Youtube
  • La Tribuna Whatsapp
Unidad versus alianza

Por: Fernando Berríos
Periodista

Una vez más, las fuerzas de oposición política del país tienen el reto de conformar un bloque capaz de convertirse en una fuerza electoral importante y con posibilidades reales de acceder al poder de la nación.

La tarea no resulta fácil, ni en Honduras ni en ningún país del mundo, porque una alianza implicará la conjunción de diversos intereses políticos, económicos, sociales e ideológicos.

Poner de acuerdo a estos sectores parece tarea fácil pero no lo es, ya que todo pasa por poner los intereses colectivos o de país por encima de los intereses y las ambiciones personales. Aquí todos quieren ser presidentes y este es el primer gran error.

Y si no veamos cómo han resultado infructuosos los esfuerzos (de varias décadas) de grupos opositores a regímenes como el de Daniel Ortega en la vecina Nicaragua o el propio Nicolás Maduro, en Venezuela, donde ni aun los bloqueos y el desconocimiento internacional ha logrado derribarlo.

Si bien vimos a través de los medios de comunicaciones grandes manifestaciones de rechazo popular a estos gobiernos, finalmente, a la hora de los procesos electorales, estos han logrado salir victoriosos y la oposición más fragmentada y debilitada que nunca.

En el caso de Honduras, al igual que hace cuatro años, surgen atisbos de alianzas políticas. En el año 2017, el partido Libertad y Refundación (Libre), consciente de sus escasos resultados electorales en el proceso interno, de forma muy acertada gestó una alianza con Salvador Nasralla, quien apenas unos meses antes se había quedado fuera de su partido Anticorrupción (PAC).

Esa alianza, a la que únicamente se sumó el Partido Innovación y Unidad (PINU), no así el Partido Liberal liderado en ese entonces por el candidato Luis Zelaya, obtuvo 1.3 millones de votos, insuficientes para derrotar a Juan Orlando Hernández, del Partido Nacional, quien se alzó con la victoria con 1.4 millones de votos.

Los números para ese proceso eran suficientemente claros y fueron un reflejo de los números obtenidos en el proceso interno de marzo de ese mismo año.

En este proceso de 2021, los números vuelven a mostrar una realidad que la oposición no puede desconocer. En matemáticas simples, sin alianzas, el ganador de las elecciones será nuevamente el Partido Nacional con su candidato Nasry Asfura.

Es aquí donde resulta importante que todo el que aspira al poder (porque al final esta es la esencia de todo político) saque la calculadora y se despoje del orgullo y de las ambiciones personales.

Las alianzas electorales deben ser registradas antes del 27 de mayo, es decir, seis meses antes de las elecciones generales previstas para el 27 de noviembre. Ese día, el 27 de mayo, el Consejo Nacional Electoral (CNE) convocará a los hondureños y a los partidos políticos a un nuevo proceso electoral.

El gran desafío que se observa, a un mes de esa convocatoria, es que las fuerzas de oposición siguen sin tener un rumbo claro en sus intenciones para hacerse del poder de la nación.

Estos partidos ni siquiera tienen claro que una cosa es hacer alianzas electorales y otra muy diferente es alcanzar una unidad partidaria, lo que en teoría y en la práctica es imposible.

Es decir, liberales y libres, divorciados desde hace 12 años por el golpe de Estado a Manuel Zelaya, bien pueden hacer una alianza estratégica, lo cual no significa que ambos partidos deben unirse y perder la identidad que han ganado en una década.

Pero, ante los antecedentes del candidato liberal Yani Rosenthal, surgen voces en las bases y en la estructura de liderazgo de quienes opinan que moralmente no es correcta.

El político, como Manuel Zelaya Rosales, sabe que si quiere alcanzar el poder, debe ser maquiavélico, es decir, el fin justifica los medios y si alcanzar el poder depende de una alianza con Yani Rosenthal, esta se debe realizar y punto. Pero esto es pensar como político, no como fanático.

En el otro lado, Salvador Nasralla gesta su propia alianza con candidatos perdedores del proceso interno de marzo, una aventura que puede terminar muy mal, sobre todo ahora que vuelve a enfrentar una cisma por el control en su nuevo partido Salvador de Honduras.

Las alianzas, a un mes de plazo, siguen construyéndose sobre la arena. Ningún candidato opositor ha dicho cuál es su plan para el agro, para el fortalecimiento económico, para la salud y la economía, para el combate al crimen organizado y la corrupción. Por qué no se conocen estas propuestas, pues por el simple hecho de que basan sus esfuerzos en ambiciones personales por alcanzar el poder, pero sin un norte de país.

Correo: [email protected]
Twitter: @berriosfernando

Más de Columnistas
Lo Más Visto