LA FÓRMULA

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1 de mayo de 2021
/
12:38 am
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LA FÓRMULA

EL CONTAGIO Y LAS ALARMAS

EL 1 de mayo se celebra este año en circunstancias terriblemente desfavorables a la clase obrera del país. Esta crisis sanitaria ha sacudido empresas y se ha ensañado con los trabajadores. Nadie ignora que los estragos de la peste han devastado la economía nacional, golpeando al sector público y privado. Los ingresos han caído, tanto en las arcas públicas, en los libros contables de los negocios y en los presupuestos familiares. Las irreparables muertes se cuentan por centenares, los contagios propagados por millares. Todo ello ha obligado a prolongados confinamientos provocando la paralización de las actividades productivas. Las empresas moribundas, desesperadas por reducir costos de operación, no han tenido otra opción que despedir una buena parte de su fuerza laboral. Miles de hondureños que contaban con trabajos estables quedaron en la calle. En las mesas de negociación los obreros solicitan mejoría al salario mínimo, cuando el lesionado sector empresarial a duras penas puede pagar planilla.

Así de mal como se presenta el panorama, con los contagios en ascenso y las fuerzas productivas del país entubadas, en cuidados intensivos, este día podría ser para cualquier otra cosa, menos para celebración. Lamentable que el país no pueda, a estas alturas de este penoso trance, realizar la vacunación masiva de la población. Sobre este particular –que desdichadamente el país haya quedado en la cola de la cola– ya hemos abundado en repetidas ocasiones. Empero, la sabiduría popular advierte de lo inútil que resulta llorar sobre la leche derramada. Hay, de momento, otros factores que considerar. La crisis se ha encargado de derrengar a todos por igual –con las pocas excepciones de perversos aprovechados que se lucran de las malas circunstancias mientras otros sufren– lo que demanda de planteamientos creativos. Distintos a los que acostumbran ventilar en esta fecha. Este día, por tradición, es dedicado al reclamo de injusticias en el marco de las relaciones obrero patronales. Este año, la temática debe modificarse hacia lo propositivo. Señalando vías de recuperación de lo perdido, de restauración de lo dañado y formas de mitigar el dolor que se padece. Y por supuesto, de voluntad de cambio y de innovación. Si creen que como islas de un archipiélago –disgregados, sin entenderse, unos por aquí y otros por allá– Honduras va a levantar cabeza, sentimos desengañarlos de lo equivocado de esa presunción.

Lo anterior no es posible conseguirlo si no es en base a la cooperación. Llegando al sensato entendido que la colaboración del conjunto produce mejores resultados que los esfuerzos individuales y aislados. Se requiere llegar al convencimiento que cuando no hay nada que repartir es preciso primero crear lo que haya de distribuirse. Buscar maneras de reencender el motor que impulsa el desarrollo. Generar activos tangibles y recuperar el ritmo productivo. Pero haciéndolo distinto a como se ha venido haciendo hasta ahora. No con el mismo sistema carcomido, desfasado, que más bien es un obstáculo a la recuperación. Hay que revisar a fondo el círculo vicioso que mantiene al país empantanado. Que no le permite salir de su atraso inveterado. Es necesario reinventar las formas de operar y corregir las formas nocivas de actuar. Crear riqueza nacional. Haciendo el mejor uso de los recursos y quitando trabas innecesarias. Examinar el régimen de privilegios que provoca desequilibrios sociales y desquicios al mercado. Reevaluar la carga impositiva para que el país sea competitivo. Así se generan trabajos y empleos mejor remunerados. En la medida que se abran suficientes oportunidades en lo doméstico se reduce esa hemorragia migratoria que se desplaza por necesidad. Si esta fórmula no les parece, propongan otra, pero propongan algo funcional y razonable.

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