La vida es maestra

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3 de mayo de 2021
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12:05 am
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La vida es maestra

Por: Lizzy Flores

El recurso más grande en Honduras es su gente, su capacidad de bondad, su don de dialogar. La voluntad de generar ambientes y relaciones de convivencia. En la última década, pareciera que esta naturaleza ha sufrido duras pruebas, en el espíritu y los valores que generan confianza y calidad de vida. Las relaciones y los nexos quizá han experimentado golpes, han sido lesionados, han dado lugar a expresiones en los espacios públicos, que se manifiestan más allá de la descarga o desahogo habitual, a las prácticas y conductas cívicas. Se percibe que hay grados de frustración, malestar, odiosidad y hasta temor, principalmente en las esferas políticas, que afectan los sectores económicos y sociales. Acontecieron eventos, los cuales nunca imaginamos que fuera posible su concreción, y al no tener espacios de resolución, se ha quebrantado la paz y armonía dentro del tejido social y comunitario.

Todos los seres humanos tenemos nuestras tácticas de sobrevivencia, que a veces funcionan y otras no. Podemos reconocer que tenemos algo de ángeles y diablos, lo que es una frase simplista, como manera de identificar nuestras actitudes, inclinaciones e impulsos. Asimismo podemos mirarnos a través del modelo moral de Kohlberg, que nos invita a ver que desde la infancia aprendemos que lo bueno es hacer lo que nos gusta, y con lo que nos podemos escapar, a la edad de 7-10 años, nos enfocamos a evitar castigos, y practicar la reciprocidad (haces algo por mí y hago algo por ti). De 10-13 años aprendemos a ser buenos, y a conformarnos con lo que otros esperan de nosotros. Y de allí en adelante somos partícipes de la mutualidad y aceptación de los demás. Y como adultos, se va reconociendo que se puede crear para compartir en convivencia. Si añadimos a todo esto, la parte cognitiva mental, y emocional, comprendemos algo de cómo llegamos a ser como somos, y la maquinaria automatizada que llevamos dentro, y que responde a conversaciones que heredamos de nuestros padres, o tutores y ellos de sus padres, o tutores, y así la cadena hacia atrás.

Si hay falta a nuestra integridad, y no se restablece cuando nuestras actuaciones no son consecuentes con quienes somos y quiénes aspiramos ser, hay impactos en nosotros mismos y en nuestras relaciones. Muchas veces pagamos de distintas maneras consecuencias en nuestras vidas, con lo que no está de conformidad con nuestra palabra, así como los acuerdos morales, éticos, y demás acuerdos, con los cuales nacemos, aprendemos y convivimos.

La vida es maestra. El primer lugar donde se aprende es en el hogar y con la familia. Hago memoria con gratitud, de las veces que en la casa me aleccionaban cuando fallaba, o como se dice popularmente “metía las patas”. Aunque en el momento me costaba admitirlo y asimilarlo, usualmente me servía de aprendizaje. Recuerdo las veces que era sobre algo que había dicho o escrito. En estos momentos compartía algunas ocurrencias, como invitaciones a generar pensamiento y discusión sin medir los alcances. Generalmente era dentro de lo que me parecía que animaba el sentido del humor y provocaban alguna reacción o reacciones. En esos momentos, mi papá me llamaba la atención y me explicaba por el estilo, “de que aquí la gente no entiende de ironías y sarcasmos en la política”.

Puede que sea algo cultural. Me encantaba la genialidad de algunos presidentes y líderes políticos de Estados Unidos, que muchas veces se expresaban con humor de las situaciones en el acontecer. Hasta hay una gala de corresponsales, famosa, donde hacen bromas de sí mismos. De alguna manera había tomado inspiración, solo que vez tras vez, fui aprendiendo que hay diferencias y que el ambiente es distinto en Honduras.

Los hijos cometemos nuestros propios errores y equivocaciones. Sin caernos y equivocarnos cómo aprenderíamos en nuestras vidas? En lo que decimos o en lo que hacemos, bien quisiéramos muchas veces retroceder el tiempo y hacerlo distinto. Y también, allí vamos descubriendo nuestra autoexpresión.

Así que pido disculpas por mis fallas en expresión o acción, y por mi falta para distinguir las sensibilidades. Sobre el pasado ya nada se puede hacer, solo escoger perdonar cualquier pesar o agravio causado, reconocer lo que nos quedó y sirvió, y nos dio temple en el carácter. Podemos en cada momento, vivir el presente y crear a futuro. Con la práctica hasta podemos dejar de ser tan significantes y reírnos de nosotros mismos.

Sigo encontrando algo de humor en la política, dejando los egos a un lado, o cuando esos egos motivan conductas de niños, que ocupan una buena regañada. Dios nos dio el regalo de la risa, que nutre nuestros espíritus. Mi experiencia me ha servido para reconocer, entender y comprender el anhelo en la expresión de los demás. La libertad de ser y la libre expresión es primordial para el bienestar de las personas. En las cosas que se dicen, y se hacen, usualmente hay un contexto más amplio y profundo, en lo que se tiene en la mente y en el corazón. Los seres humanos por naturaleza queremos relacionarnos y contribuirle a los demás. Muchas veces en nuestras quejas, reclamaciones y señalamientos hay un cometido de algo que quisiéramos tener: una vecindad pacífica, una sociedad justa, equidad de oportunidades y beneficios, compartir en responsabilidades y obligaciones, empatía, un ambiente de bienestar, solidaridad, etc. Cuando no logramos crear para nosotros mismos y para los demás estos espacios de crecimiento y desarrollo, es frustrante y decepcionante. Hay que darnos la oportunidad de la liviandad, el amor y el agradecimiento en nuestros quehaceres.

Tengo fe, que los hondureños y las familias hondureñas pueden crear y acceder a espacios de paz, de compartir, de alegría y realización en el alma, al reflexionar y dialogar por el bien común, más allá de los intereses particulares. Asimismo, al generar conversaciones en base a los principios de buena fe y de ejemplo por Honduras, de hondureños, entre los hondureños, y para los hondureños, priorizando el bienestar de nuestros hijos y futuras generaciones. Hay que dar gracias por la Constitución, que es el marco de todos los hondureños, que contemple el respeto a la dignidad y los derechos y garantías inalienables.

Aunque cueste o sea algo incómodo, luego de un sinnúmero de crisis, por sobrellevar los impactos de los desastres causados por el hombre o la naturaleza y otras calamidades. Es tiempo de generar esperanza, promesa, oportunidades, recuperación, desarrollo y lo que funciona para todos. La interrogante es cómo lograr una tregua de cese a los ataques o que progresivamente se reduzcan, y que se puedan juntar voluntades, en espacios seguros de construcción de soluciones, con vista a futuro. Partiendo de que todo se puede resolver con comunicación. Se pueden perdonar las faltas y los agravios en las expresiones. En el compartir y escuchar, con generosidad, humanidad se pueden sanar y salvar corazones y vidas.

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