De tal palo tal astilla
Hace poco estaba leyendo el cuento de “Jack y los frijoles mágicos” pues cuando doy clases de arte a niños pequeños, les cuento historias mientras trabajan para estimular su imaginación y mantenerlos entretenidos. El caso es que al final de la historia, su protagonista se apodera de un arpa mágica que toca música hermosa y de una gallina que ponía huevos de oro, con esta última, el nunca más tuvo escasez.
Después de leer esta historia, no pude evitar pensar en como nosotros como padres y como sociedad a veces nos preocupamos por darle a nuestros hijos “Arpas cantantes” pero no una “gallina de los huevos de oro”, lo que quiero decir, es que las posesiones materiales que solo sirven para nuestro entretenimiento y placer no nos resuelven nuestras necesidades básicas, así que regalar ropa, zapatos, teléfono, audífonos, y bienes materiales, son como esa arpa: alegran por un tiempo, pero en realidad, son cosas que eventualmente se desgastan y deprecian.
Creo fielmente que tenemos que pensar muy seriamente en proporcionar a las nuevas generaciones de las posibilidades y recursos para que tengan su propia “gallinita ponedora” pues eso es lo que al final les permitirá comprar las arpas cantantes que deseen. Haciendo un análisis de esto, recuerdo escuchar a un padre decirles a sus hijos:
“Yo lo que les voy a heredar es una buena educación, pues esa se sobrepone a terremotos, huracanes, quiebras económicas, divorcios, y cualquier calamidad en la vida, porque nadie les va a quitar lo aprendido.” También estuve leyendo hace poco que los Judíos educan a sus hijos con carreras convencionales pero también les enseñan lo que aquí llamaríamos “oficios” como una forma de prepararlos integralmente para la vida y sus imprevistos, todo eso más una buena orientación comercial y contable, hace que estas personas a donde vallan sean prosperas; incluso, muchas veces optan por negocios relacionados con los oficios que aprendieron que por sus carreras formales.
Definitivamente la educación es esa “gallina de los huevos de oro” pues dentro de uno, esta esa energía y conocimiento que no necesita inventarios ni capital para ponerse a funcionar… incluso, muchas veces nos equivocamos y pensamos que los negocios y empleos son esa fuente de riqueza que necesitamos, pero si lo analizamos apropiadamente entenderemos que no es así; es el cerebro detrás de estas cosas lo que hace que funcionen… Si usted pone a un pulpero al frente de un gran supermercado, pronto verá como este cae en la ruina, en cambio, usted pone a un empresario mayorista al frente de una pulpería y verá como esta crece y se convierte en una gran compañía… en la Universidad nos decían que el bien más importante para un negocio era el “saber cómo” es decir, el conocimiento especializado que lo hace funcionar.
Cuando pienso en el arte, y particularmente en la rama de las artes plásticas, veo todas las posibilidades que su estudio y conocimiento nos puede proporcionar: diseños textiles, joyería, objetos utilitarios decorados bellamente, obras decorativas, souvenirs, etc. Y eso me hace caer en la cuenta que tenemos mucho camino que recorrer como sociedad en cuanto a darles a estas ocupaciones el lugar que merecen. Como experiencia personal, puedo relatarles que desde la infancia estuve involucrada en actividades comerciales, y que en la universidad adquirí un título profesional, pero al día de hoy, lo que me sustenta y a lo que me dedico, es a lo que informalmente estudié toda mi vida: ¡ARTE! ¡hoy agradezco tanto a quienes me alentaron y apoyaron desde la niñez en su aprendizaje!
Procuremos como sociedad no solo regalar a nuestros hijos “arpas cantoras”, mejor proveámosles las oportunidades de adquirir conocimientos por medio de la educación, solo así tendrán su propia “gallina de los huevos de oro” para suplir sus necesidades toda su vida.
