TRUENOS Y RELÁMPAGOS

ZV
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7 de mayo de 2021
/
12:06 am
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TRUENOS Y RELÁMPAGOS

YA es del dominio público lo que acontece en El Salvador. Sin decir agua va la asamblea legislativa controlada por el oficialismo, en lo que debieron ser actos protocolarios de instalación, destituyó a los magistrados de la Corte Constitucional y al Fiscal General. El mandatario advierte que apenas empiezan las operaciones de limpieza. “Todos se van” –ha dicho– lo que debe entenderse que va a continuar barriendo y trapeando hasta acabar con toda la oposición. Y no está bromeando. Cada vuelta de tuerca que da a la rosca, la celebra en sus cuentas digitales, burlándose de sus víctimas. Ahora le tocó el turno a los medios de comunicación, críticos al régimen. La comunidad internacional ha reaccionado con sus acostumbradas condenas. Sin que haga mella alguna –como no lo han hecho en Venezuela– la ristra de amonestaciones.

“A nuestros amigos de la Comunidad Internacional: –subió Bukele a su Twitter–queremos trabajar con ustedes, comerciar, viajar, conocernos y ayudar en lo que podamos”. “Pero con todo respeto: Estamos limpiando nuestra casa, y eso no es de su incumbencia”. Muchos han quedado atónitos por el estruendo de los desafiantes truenos. Ello es, viniendo de un país relativamente débil y chiquito. Aunque, a decir verdad, a nadie debe extrañar que esos relámpagos de autosuficiencia sean percibidos por otros con cierto grado de admiración. Oculto, allá en el fondo, yace en el espíritu de muchos, en estos pintorescos paisajes acabados, cierto sentimiento de rebeldía a la subordinación. Un discreto anhelo de llegar algún día a los mismos niveles de autonomía en la conducción de las cuestiones políticas nacionales, y de autarquía en el manejo de los asuntos económicos, que gozan los poderosos. Para responder a las quejas Nayib convocó a las misiones diplomáticas acreditadas a una reunión privada. No llegó el representante de los Estados Unidos, cuyo país ha sido uno de los más críticos respecto al quiebre que sufrió la separación de poderes. Al salir de la misa, la sorpresa de los embajadores fue cuando encendieron sus aparatos de televisión y se percataron que transmitían en diferido lo que supusieron sería una conversación reservada. El concepto de comunidad internacional se usa en términos genéricos, ya que la cancillería de la China Continental, sobre los hechos acaecidos en la pequeña república, se atuvo a los principios de “autodeterminación y de no injerencia en los asuntos internos de otros Estados”. No es remoto también que otros gobiernos que suelen hacer lo que les place emitan parecidos pronunciamientos.

Como decíamos ayer, varios de los funcionarios despedidos renunciaron temiendo represalias personales. No ignoran que todo ese alboroto de una “preocupada” comunidad internacional, no prospera frente a hechos consumados dirigidos por el jefe de Estado. Cuando la alteración al orden democrático es contra el presidente, otro es el desenlace, pero cuando esta proviene del Ejecutivo –remítanse a los antecedentes– ya está demostrado que a ningún lugar conducen esos desplantes de “preocupación”. Menos allá, donde el millennial gobernante tiene el control del ejército, de la calle y ahora de todos los poderes del Estado. De pronto, los espectadores que siguen el hilo de estos berenjenales, van a mantenerse pendientes de los pasos que tome Estados Unidos. Ya que la vicepresidenta estadounidense –que maneja lo concerniente al Triángulo Norte– de momento no suelta prenda. Solo manifestó: “En lo relacionado con lo ocurrido, todavía estamos valorando a dónde ir”.

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