DOLORES DE CABEZA

ZV
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8 de mayo de 2021
/
12:56 am
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DOLORES DE CABEZA

EL CONTAGIO Y LAS ALARMAS

NO se imaginaron allá en Washington que estos pintorescos paisajes acabados –otrora no tan complicado lidiar con ellos– darían semejantes dolores de cabeza. El salvadoreño el caso más reciente. (Con la disyuntiva que se topan los árbitros del sistema democrático, que no hallan para dónde agarrar, ya que el muchacho goza del respaldo del ejército, buen manejo de la opinión pública nacional, ya se hizo con poder absoluto y tiene el control de la calle. Sin protestas multitudinarias que le hagan cosquillas, a los fiscalizadores internacionales se les hace cuesta arriba cualquier intento sigiloso de desequilibrarlo. Digamos, moviéndole el petate y crear un clima de inestabilidad interna). Desde la óptica de los intereses norteamericanos, entre más agitada la región, mayores los flujos migratorios.

A lo anterior habría que agregar otro rompecabezas. No sabríamos decir si ya se resignaron a la perpetua presencia del comandante sandinista en Nicaragua. Que ha seguido al pie de la letra la táctica de sus compañeros de viaje venezolanos. Agotar por cansancio a la oposición y a todos los demás que exigen reglas democráticas. Ni los halcones pudieron con la autocracia venezolana, después de varios intentos fallidos sin lograr tumbarla. Tampoco con la nicaragüense. Cuando estalló la crisis y se calentaron las calles recurrió a la represión. Por supuesto que aquello alborotó a los cooperantes. Para aplacarlos tuvo a la OEA y a la comunidad internacional divagada en un diálogo infructuoso –copia al carbón de la estrategia venezolana– con las fuerzas contestatarias, sin ofrecer una sola concesión. La palanca de la “preocupada comunidad internacional” no funciona para destronconar a nadie, apenas sirve, en el mejor de los casos, para poner a las partes en conflicto a platicar. Allá en Departamento de Estado advierten que el próximo noviembre “Nicaragua se encamina a elecciones viciadas a menos que implemente un proceso libre y justo que respete la voluntad de la gente”. Las reformas a la ley electoral promovidas y aprobadas por los sandinistas fueron introducidas como traje a la medida. La mayoría de los miembros del nuevo tribunal electoral son afines al oficialismo. La nueva ley electoral anula la observación electoral sustituyéndola por un limitado “acompañamiento”. Asimismo, restringe muchos derechos constitucionales de la oposición. Castiga con inhabilidad a los que se pronuncien a favor de las sanciones que otras naciones imponen al régimen.

“Nicaragua tiene previsto celebrar elecciones presidenciales y legislativas el 7 de noviembre próximo, en las que el presidente Ortega aspira a su tercera reelección consecutiva”. Así como sucede con las vacunas, que la burocracia internacional no pasa de manifestar su preocupación por la injusta distribución groseramente lesiva a las naciones más pobres del mundo, el Secretario General de la OEA dice sentir “extrema preocupación” por el proceso electoral nicaragüense. (Nótese que en este caso ya no se trata de una preocupación cualquiera, sino de una “preocupación extrema”. Como si la nota agravante –“extremo”– vaya a quitarle el sueño al comandante sandinista. “La OEA había dado un plazo para este mes de mayo para que Ortega implementara reformas electorales que permitieran la modernización y reestructuración del CSE a fin de asegurar comicios libres, transparentes y observados, en medio de una grave crisis sociopolítica que se inició tras las protestas sociales que estallaron en abril de 2018”. Similar pronunciamiento emitió la Unión Europea. A ver cuándo la preocupación de la nerviosa comunidad internacional rinde algún fruto prometedor.

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