Dilema crucial, la vida o la bolsa

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10 de mayo de 2021
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12:01 am
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Dilema crucial, la vida o la bolsa

La necesidad de neutralizar la infodemia

Por: Coronel ® José Antonio Pereira Ortega

En el fondo la vida de cada uno es divina, pero poca gente lo sabe
Margarita Yourcenar

Es difícil entender cómo le negamos el valor real a la vida, y si lo hacemos es cuando ya estamos con problemas de salud, un hecho inexplicable; porque pareciera que nos seduce la idea de arriesgar la vida sin necesidad o por necedad.

Si bien existen infinidad de ejemplos en nuestro entorno que hemos mencionado frente a la problemática de la inseguridad personal, para complementar lo expresado arriba, he elegido mencionar a los atrevidos e irrespetuosos conductores de motocicleta, que en su mayoría, aun y dándose cuenta que su cuerpo es el parachoques de la moto, se desplazan como locos, desafiando el peligro para ellos mismos y arriesgando la de los demás actores viales, lo cual se constituye en un ingrato ejemplo del desprecio por la vida.

A suerte del mismo defecto, se pueden incluir a los conductores de rapiditos, taxistas y un sinnúmero de conductores jóvenes y adolescentes que se conducen sin respetar a los demás, violentando las leyes de Tránsito y amenazando con su imprudencia la integridad física de las demás personas.

Como introducción he referido los casos de la imprudencia en la seguridad vial, pero lo esencial de la opinión que hoy quiero compartir es la irracional e incomprensible actitud de muchas personas frente a la pandemia de la COVID-19, que además de ponerse en riesgo ellos y sus familias, extienden su influencia de peligro a los demás conciudadanos, que por diversas razones y en especial por necesidad ineludible, deban establecer una relación de intercambio o contacto personal.

Como mencioné en un artículo anterior, esta pandemia ha puesto al descubierto la fragilidad gubernamental y de la sociedad en general, pero además de esas falencias, se ha podido develar una triste actitud cargada de irresponsabilidad y mezquindad en las personas frente a los problemas del prójimo, al grado que no ha faltado los que se han aprovechado de la situación, haciendo prevalecer el valor materialista sobre el espiritual que se puede simplificar en una frase de escogencia: la vida o la bolsa.

Inicio criticando la nefasta actitud de las empresas farmacéuticas y otros complejos comerciales que han hecho de la medicina y sus derivados una fuente de lucro personal o societario transando con las necesidades del enfermo, a vista y paciencia de un gobierno tolerante e incapaz de poner en orden a los empresarios de la medicina, al contrario, los encubre y se evidencia ausente y desentendido de los problemas de salud de su pueblo.

Pero bien, comentar la ineptitud del gobierno y los otros poderes del Estado es arar en el mar, y no es mi intención seguir remachando en algo que no funciona, lo que me ocupa hoy es comentar y tratar de revertir la maléfica disposición de las personas ante los peligros comprobados de la COVID-19, es preocupante que a sabiendas de poner en riesgo su vida, dándose cuenta que esa enfermedad es mortal, adopten una perniciosa práctica de desobedecer las recomendaciones de bioseguridad, que por muy sencillas que parezcan son la primera línea de contención establecidas contra el virus, remarco que es preocupante la parsimonia y descuido de las personas en autoprotegerse, cuidarse a sí mismas, ellas y su entorno familiar.

En todo esto, tampoco se puede dejar de señalar la culpabilidad de las autoridades a todos los niveles, si se toma en cuenta que la mayor falla en la gobernanza, es el incumplimiento en la tarea de proveer las mejores condiciones de bienestar a la persona humana como lo señalan nuestras leyes, flagrante desobligacion que se traduce en un gran déficit en el capital social positivo, entendido este como la capacidad para desempeñar un trabajo conjunto, desarrollando colaboración que emboca en una acción colectiva, permitiendo que los esfuerzos individuales se sumen y se simplifiquen hasta las tareas más complicadas para una sola persona. Sin lugar a dudas este ha sido el problema del actual liderazgo, su incapacidad de incorporar a la sociedad en la solución de problemas.

Cuando se señala la culpabilidad de las autoridades, debe incluirse entre estas a los padres de familia y a los educadores, pilares de la formación moral y ética de los hondureños, acentuando que la formación en el hogar y la educación elemental en nuestro país han sido vulneradas, se ha sustituido la autoridad parental por la modernización tecnológica y el marco conceptual de los criterios materiales han sustituido los valores morales, provocando grietas en el comportamiento moral, como la irresponsable confusión de darle mayor valor a la bolsa que a la vida, olvidando que todas las riquezas se vuelven nada con la salud deteriorada.

Se sobreentiende que es necesario trabajar para proveer bienestar y seguridad a la familia, pero los desenfrenos y arrebatos sociales son peligrosos, hay que tener moderación, no es necesario correr riesgos innecesarios, primero la vida y después la bolsa.

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