¡Quiere llorar, quiere llorar!

MA
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11 de mayo de 2021
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01:16 am
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¡Quiere llorar, quiere llorar!

No se si ustedes han sido testigos de situaciones donde un grupo de personas gritan en coro: “¡quiere llorar, quiere llorar!” cuando desean molestar a alguien que visiblemente esta conmovido por algo. Por lo general se trata de un juego inocente, aunque a veces hay gente abusiva que lo hace con la idea de molestar a alguien más; en las escuelas suele darse este segundo escenario. El caso es que cuando yo voy a abordar el tema de la maternidad, pareciera que tengo dentro de mí, un personaje que empieza a decirme: “¡quiere llorar, quiere llorar!” … y es que cuando interiorizo todo lo que la madre es en la vida del individuo, no pueden dejar de asomar en mis ojos una que otra lagrima… y entonces surge la pregunta ¿Por qué?…

Quiero contarles que mi carrera artística me ha permitido hacer muchos viajes, y cada uno viene acompañado con experiencias y personajes nuevos. Una cosa que siempre me ha llamado la atención es que, cuando me ha tocado platicar con mis compañeros, ellos al hacer un resumen de su vida, no pueden dejar de mencionar a sus progenitores; y yo diría que el noventa porciento platican de sus papás con desdén y hasta desprecio, mientras que ponen a sus madres en un pedestal… no estoy queriendo con esto hablar mal de los padres ¡de ninguna manera! Mas bien, lo que estas experiencias han hecho, es ponerme a analizar la situación cultural en que vivimos: nuestra patria, por no decir toda Latinoamérica, está llena de madres solteras, o lo que es peor, matrimonios unilaterales, en donde solo la madre aporta amor y compromiso y muchas veces el padre en lugar de sumar resta.

No quiero adentrar mucho en el tema, aunque para los hombres que lean este artículo es válido el consejo de poner “las barbas en remojo” y hacer un autoanálisis de su papel varonil en su familia y sociedad. Con esas experiencias que les cuento, lo que ha pasado en mi mente, es que he comprendido un poquito más del porque la maternidad es un tema tan recurrente en las obras de arte… esas imágenes de amor incondicional, de protección, de sufrimiento, esfuerzo y hasta dolor, nos acompañan en nuestro subconsciente para siempre.
En la historia del arte podemos reconocer el papel que las maternidades han tenido a lo largo del tiempo; las pinturas religiosas están llenas de ellas, las esculturas en todas las sociedades y tiempos exaltan también su papel. En el diario vivir, pasa algo similar; recuerdo escuchar de una señora ya adulta que al verse invadida de dolor lo único que podía gritar era ¡mamá!… Yo misma, cuando era niña, recuerdo, no gritar, pero si pensar inconscientemente la palabra “mami” al recibir un susto. Y es que esa tan corta palabra significa tanto…

Quiero relatarles también como anécdota, que un día que fui a un acto preparado para las madres en la escuela donde estudian mis hijos, los niños entonaron el himno a la madre… yo lo había escuchado y cantado miles de veces antes, pero en esa ocasión, y no se porque, la letra caló profundo en mi corazón: ”en el nombre de madre se encierra la más alta expresión del amor, porque no puede haber en la tierra, una imagen mas clara de Dios… cuando abrimos los ojos inquietos, al primer resplandor de la vida, es su pálida faz conmovida, nuestra dulce y primera visión… y al entrar al ignoto camino a su sombra benéfica y santa, cada espina que hirió nuestra planta la convierten sus manos en flor”… les confieso que trague saliva e intente controlar mis emociones, y como duendecillo travieso y malvado, apareció ese personaje que llevo dentro cantando: “quiere llorar, quiere llorar” y asomaron lágrimas en mis ojos…

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