Un lobo herido

MA
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12 de mayo de 2021
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12:33 am
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Un lobo herido

Edgardo Rodríguez *

La peor forma de actuar de un ser humano es cuando se está enojado o resentido, ya sea en las relaciones familiares, de amistad, en el amor y en la política no es la excepción. Actuar en política movido por odio o resentimiento ensucia las acciones que se efectúan y generalmente no tienen el impacto deseado, entre otras razones, porque la gente se da cuanta cuál es la motivación que mueve a los que así proceden. Cuando la política y el discurso de odio se fusionan, los resultados son contrarios al que usa ese oscuro sentimiento como instrumento de lucha. La estrategia de quienes impulsan el odio tiene objetivos claros: es silenciar o anular a su rival o enemigo. Según Nicolás Maquiavelo el odio es una herramienta política poco óptima, para el rendimiento político, y poco beneficioso para los asuntos de gobierno.

En los últimos diez años en Honduras los abanderados de la acción política de odio han sido los sectores de izquierda radical, del Partido Libre, estos personajes se han especializado en los ataques personales y en denigrar con falacias a los que no comparten sus ideas anarquistas. Sin embargo, esa estrategia ya no solo se practica por esa tendencia ideológica, poco a poco también la están volviendo a emplear personas de la centro derecha.

Tal es el caso del expresidente, Porfirio Lobo Sosa, que en los últimos años se ha enfrascado en una lucha personal mediática contra el actual mandatario, Juan Orlando Hernández, a quien culpa por los procesos judiciales que llevaron a la cárcel a su actual esposa Rosa Lobo. Tal ha sido el enfrentamiento Lobo-Hernández que el expresidente primero intentó, sin lograrlo, formar una corriente interna en el Partido Nacional encabezada por uno de sus hijos y actual diputado al Congreso Nacional. Pero ese intento fracasó al no encontrar respaldo dentro del “cachurequismo”.

Desde el inicio del juicio a su mujer, Lobo Sosa, ha aprovechado todas las tribunas y redes sociales para enfilar sus ataques y denuncias contra Hernández, abandonando su condición de expresidente e imitando a su paisano y cercano amigo, “Mel” Zelaya, al entrar nuevamente al ruedo político para intentar mediante la autopromoción, un nuevo protagonismo en la escena política nacional, después de haber gobernado el país, dejando una enorme estela de corrupción y los más altos índices de muertes violentas en la historia reciente.

Es claro que la motivación de Lobo al reingresar a la arena de la competencia política es puramente la venganza y resentimiento contra quien en su momento fue su “delfín”, por no haberse hecho de la vista gorda de los presuntos delitos de corrupción de “mi Rosa”, a quien dicho sea de paso, se comenta en el ambiente político y judicial, debe dar gracias porque no se le juzgó por otros supuestos delitos, como pudo ser el de enriquecimiento ilícito. El enfrentamiento entre estos dos líderes del Partido Nacional y ante el fracaso de levantar un movimiento opositor para las elecciones internas azules, es que el olanchano promovió una alianza electorera con su hermano gemelo, el Partido Demócrata Cristiano, cuyos líderes fueron generosamente tratados durante la administración de Lobo Sosa.

Por las personas que la integran y los fines que la motivan, esta “aliancita” no tiene posibilidad alguna de atraer la simpatía del electorado, mucho menos enamorar una mínima parte del votante duro nacionalista, lo que pudiera lograr es una diputación de Lobo Sosa, para desde el Congreso Nacional, continuar con su campaña personal de ataques a su enemigo Hernández Alvarado. Y es aquí donde la actividad política, que es un ámbito para trabajar por el bien común, se contamina y se desnaturaliza por los odios que mueven a este personaje a dejar su digno retiro político para enlodarse en el fango de la lucha por resentimiento y revancha.

Los manuales básicos de marketing político y cualquier principiante como estratega de campañas, recomienda a los políticos que no basen su proselitismo en función al ataque personal, al odio, a la destrucción, porque de eso la gente ya está cansada. Un político inteligente, con talante de líder, es propositivo, constructivo y con visión de futuro, no de pasado. Pero, ya sabemos que una buena parte de las élites políticas nacionales son casi analfabetas, no leen, no estudian, no evolucionan, quieren seguir haciendo política como hace cincuenta años, tal como el “Lobo herido”.

*Politólogo y Periodista

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