A PONER ORDEN

ZV
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15 de mayo de 2021
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12:49 am
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A PONER ORDEN

EL CONTAGIO Y LAS ALARMAS

A eso apuesta el oficialismo. A que la desperdigada oposición no vaya a llegar a nada. Como muestra un botón: “La esperanza de una gran alianza electoral opositora en Nicaragua de cara a los comicios del 7 de noviembre pareció naufragar cuando los dos grandes bloques adversos al gobierno sandinista no alcanzaron un acuerdo de unidad”. Por si la sensatez –de pensarlo con la almohada– los hacía cambiar de opinión, el comandante los atajó de un solo golpe. Metió una disposición recortando el tiempo a lo inmediato, como fecha fatal para inscribir alianzas, que ya venció. (Parecido a lo que aquí acontece. Los desparramados opositores en vez de empeñarse al arreglo de alianzas andan divagados en quiméricas propuestas –para tapar el ojo al macho y poder decir que algo intentaron– cuya factibilidad se encuentra en los lejanos cuernos de la luna. En menos de dos semanas vence el plazo).

No hay que equiparar zapotes con nísperos tampoco. Por lo menos aquí los políticos aparentan jugar a la democracia. Algunos. No se incluye a los promotores de esa campaña insidiosa montada por perdedores y sus bocinas –emulando lo que sucedió allá en Washington cuando una turba enardecida casi quema el Capitolio– empeñados en minar la confianza ciudadana en el proceso electoral. Van a ser lágrimas de cocodrilo de algunos y alaridos de arrepentimiento de otros, cuando les toque llorar sobre la leche derramada por haberle empañado a Honduras el horizonte democrático que le queda para salir de la crisis. En lo doméstico, algún avance ha habido después del zafarrancho postelectoral. Con retazos de la ley y en medio de la pandemia, los mortales del CNE lograron, puntuales al calendario estipulado, montar elecciones internas y primarias de los partidos. Una fiesta cívica concurrida sin incidentes. Si no es porque al día siguiente la intolerancia y los intereses mezquinos de derrotados y las vitrolas RCA Víctor, enfilaron baterías para deslegitimar lo construido y socavar la confianza de la opinión pública en las elecciones. No hay ley electoral completa y definitiva todavía. Sin embargo, para no perder la costumbre, arreglando cargas en el camino, elecciones general –mucho más transparentes y limpias que en Nicaragua–sin duda que van a haber. Allá el comandante sandinista no anda con maromas. Bailó al Secretario General de la OEA al que tuvo asistiéndolo en una apangada de diálogo fingiendo que en las pláticas pretendía entenderse con la oposición. La tregua la utilizó para ganar tiempo mientras reprimía el estorbo de las protestas en las calles.

La pobre gente se quejaba de los efectos nocivos ocasionados por la debacle del sistema económico y lo perpetuo del régimen que va a su tercera reelección. Ello es sin contar el período que estuvo cuando la revolución tumbó la dinastía somocista; para después medir, al sufrido pueblo nicaragüense, con la misma vara y una cuarta más. Pero como allá la oposición es parecida a la de otras partes que no aprende por más duras que sean las lecciones pasadas, esta vez tampoco hubo alianza. En Managua el comandante tuvo una misión de la OEA entretenida con un proyecto de ley electoral dizque para democratizar el proceso, que nunca fructificó. Una vez que agotó por cansancio a la “preocupada” comunidad internacional y corrió a los obispos, íngrimo pero contento, se quedó haciendo una ley a su medida. Él y la Chayo tienen la paciencia de San Francisco para esperar que la oposición se desarme sola. De ser necesario –como el embajador estadounidense, Adlai Stevenson increpó al ruso en la ONU demandando una respuesta a las fotos aéreas captadas por aviones espías que mostraban la colocación de armas nucleares en Cuba durante la crisis de los misiles– que estaba dispuesto a esperar “hasta que el infierno se congele”. Las amañadas reglas del juego con las que van a elecciones –y un tribunal electoral bajo su control– más la división de sus opositores, podrían hacerle el cambalache. Con la suerte que allá el salvadoreño suma otro dolor de cabeza a Washington. Así las cosas, concluimos con una nota esperanzadora. Bien podría ser –según cuentan en los pueblos, ha vuelto a aparecer– que baje el Sisimite de las boscosas empinadas a poner en orden a los políticos en las ciudades. “Nunca se sabe”.

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