Cómplices entre las víctimas

MA
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19 de mayo de 2021
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12:38 am
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Cómplices entre las víctimas

Rafael Jerez Moreno
Twitter: @RafaJerezHn

“Necesitamos más ciudadanos y menos pobladores”, expresó en una entrevista televisiva el connotado analista político, Raúl Pineda. Certeras palabras a las que agregaría la necesidad de tener menos cómplices de la corrupción, entre los ciudadanos.

En una encuesta publicada el domingo 16 de mayo de 2021 por el Centro de Estudio para la Democracia (Cespad) se proyecta que el Partido Nacional se alzaría nuevamente con la victoria en la competencia electoral a nivel presidencial, con una clara superioridad opositora, si hubiese una alianza política, y un alto porcentaje de indecisos. Vayamos más allá de la lógica detrás de los beneficios de una alianza opositora. Usualmente cometemos el error de menospreciar, desde una posición de superioridad moral, las posibilidades de triunfo del partido oficialista, y nos olvidamos que después de casi doce años en el poder, el sistema que han instaurado funciona justamente para el propósito que persiguen: continuar en el poder. El 14 de marzo de 2021 las filas en las Mesas Electorales Receptoras (MER) del Partido Nacional eran concurridas, muchos aducían que se trataba de empleados públicos que eran obligados a votar, otros que eran activistas cegados por los pírricos beneficios que el clientelismo les provee, entre otras teorías; lo cierto es que, en cualquier caso, eso se tradujo en votos -muchos de ellos inflados, como ocurrió en el Partido Liberal y en el Partido Libertad y Refundación también- que dejaron entrever, por lo menos, que la corrupción y el narcotráfico no ha derrotado a esa organización política.

La corrupción no solamente permeó las altas esferas del actual gobierno, también es parte del modus operandi de buena parte de la ciudadanía que está dispuesta a mantenerlos ahí para poder continuar en la dinámica transaccional que les permita beneficiarse a sí mismos y a su entorno familiar. Las acusaciones por corrupción o narcotráfico deberían ser factores que descalifican a quienes ostentan el poder, pero también a quienes desde la oposición tienen ese objetivo, pues vimos que en un sector de esta, ese tampoco fue un problema para elegir candidatos al más alto nivel, para quienes solamente es corrupto quien está en el poder, pero no quien “ya pagó su pena”, aunque si no hubiese sido por la justicia norteamericana probablemente habría continuado sin obstáculo alguno su vida política en el país. Corrupción relativa.

¿Quiénes son las víctimas de todo esto? Desde una perspectiva amplia, todos y todas, porque las afectaciones al sistema democrático son transversales, pero la pandemia dejó bastante claro a quiénes afecta -y afectará- en mayor medida. Mientras el debate se reduce a quiénes deben encabezar las alianzas, los 2 millones de jóvenes que fueron expulsados del sistema educativo debido a la pandemia siguen sufriendo las desigualdades del sistema, los hospitales continúan desbordados, la pobreza se mantiene en niveles alarmantes y qué decir sobre el panorama migratorio. En esta dinámica lo lamentable es que en medio de estas víctimas también hay cómplices, algunos a los que la conciencia tarde o temprano les hará corregir su conducta, otros a los que no, porque la política -y sus beneficios- son así. Construir ciudadanía es todo un reto cultural, pero debemos partir reconociendo la realidad para no repetir los errores del pasado y aspirar a un sistema en el que las elecciones no sean un fin para la repartición de cuotas de poder, sino un medio para abordar necesidades sociales que requieren de respuestas sostenibles. Para esto requerimos no solo de mejores políticos, también de mejores ciudadanos.

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