Por: Carlos Medrano
Periodista
Indudablemente el tener clases presenciales en medio de la pandemia, es como meter a un novillo en una manada de lobos hambrientos en el bosque, sería un suicidio o una muerte anunciada, pues hemos sido incapaces de contener el virus en todo el país.
Y si el manejo de la pandemia ha sido desastroso, aperturar las escuelas o centros escolares que son una completa calamidad, lo que generará son más contagios y, por ende, más muertes al no tener un sistema de salud robusto que admita a tanto contagiado.
Las secuelas dejadas por la covid-19, y las tormentas Eta e Iota, en los casi 17,500 centros de estudio del país, son realmente fatales para el sistema educativo, que de hecho ya venía reportando índices lamentables.
Un informe de organismos internacionales indica que actualmente existen casi 5,700 centros escolares que no tienen agua, vital para la contención del virus, pues los expertos dicen que hay que lavarse constantemente las manos, pues el jabón mata a la covid-19.
Actualmente 5,326 escuelas no cuentan con tratamiento de aguas residuales. Poner agua y construir letrinas, pozos y tratamiento de aguas residuales, suma casi 1,300 millones de lempiras, a los que hay que sumarle unas 14 mil escuelas que tienen problemas con sus techos, por lo que se requieren más de 2,900 millones de lempiras.
A estos datos escalofriantes de las condiciones de infraestructura de las escuelas hay que sumarle todo el atraso educativo que han sufrido nuestros infantes al tener más de un año sin clases, producto del prolongado confinamiento.
Se necesita que las empresas que han hecho un gran negocio con la comercialización del Internet en Honduras, que, por cierto, les ha ido superbién en el confinamiento, pues se ha incrementado significativamente el teletrabajo, educación privada en línea y herramientas como el Zoom para reuniones virtuales, solo para mencionar algunas, que pongan su infraestructura para llevar el Internet gratis a todos los pueblos del país.
Se requiere que las grandes empresas de telecomunicaciones que han tenido ganancias multimillonarias gracias a la covid-19, hagan un esfuerzo adicional para llevar el Internet al último rincón de Honduras y así educar a nuestros hijos en primaria y secundaria.
Señalo a los privados, pues la estatal de telecomunicaciones, Hondutel, está “en las latas”, y su capacidad de inversión es sumamente limitada, pero en algo puede ayudar en este proceso educativo.
La pandemia lejos de disminuir va en ascenso, la vacuna todavía es una quimera, los triajes tienen serios problemas para sostenerse, la corrupción a nivel de gobierno no para y lejos de eso se incrementa, sino solo hay que ver lo que sucedió con los hospitales móviles, de modo que deben ser los privados que en un acto de compensación le ayuden al sistema educativo.
Con un bloque de empresas de telecomunicaciones queriendo ayudar, con un Internet moderado y con maestros con deseos de cooperar, estamos seguros de que en algo se puede ayudar para que nuestros infantes y adolescentes no pierdan estos años sin educación.
La brecha entre los niños de clase media y alta versus los infantes pobres se ensanchará de manera gigantezca, condenando a miles de chicos de clase baja a la pobreza extrema, condenándolos a migrar, a engrosar los ejércitos de maras y pandillas y a mendigar en los semáforos de las grandes ciudades, lastimosamente.
