Historia, legados y convenciones

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28 de mayo de 2021
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12:01 am
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Historia, legados y convenciones

Independencia y recuperación patria

Por: Abog. Octavio Pineda Espinoza(*)

La historia, nos dicen los diccionarios, es la narración y exposición de los acontecimientos pasados y dignos de memoria, sean públicos o privados o el conjunto de los sucesos y hechos políticos, sociales, económicos, culturales, etc., de un pueblo o una nación, y es en ese sentido histórico que quiero hacer mi reflexión del día de hoy, justo cuando se acaban de celebrar dos convenciones, aunque una esté cuestionada legalmente, una del Partido Nacional y otra del Partido Liberal de Honduras en donde ha quedado evidenciado, el poco entendimiento que tiene la clase política de nuestra realidad o la perversidad aparente de la misma, con respecto a las diversas crisis que sufre el pueblo hondureño.

El legado, nos dicen esos mismos textos, es la cosa material o inmaterial que se deja o se transmite de padres a hijos; de generación en generación y debo agregar que el mismo tiene un valor intrínseco y extrínseco para cada persona en lo particular así como para cada generación en lo general, por lo cual, representa algo valioso y positivo o destructivo y negativo en ambos casos y por eso, mi comentario girará en torno a la historia de las convenciones y el legado de las mismas, de las pasadas y de las presentes.

Personalmente recuerdo ir muy niño, de seis ó siete años acompañando a mi padre, al cine Centenario primero y a otros cines posteriormente a vivir en carne propia, las convenciones del Partido Liberal, cuando en realidad eran verdaderos cuadriláteros de talento y oratoria, aquellos tiempos donde ser convencional por un municipio tenía peso real y específico ya que eran estos los que con su voto, elegían realmente al candidato presidencial del Partido Liberal, lo que conllevaba una seria negociación entre los diferentes candidatos a presidente y un conteo al detalle de los convencionales que tenía y había ganado cada quien. Recuerdo ver los discursos encendidos de Modesto Rodas Alvarado y de sus contendientes Carlos Roberto Reina, Jaime Rosenthal Oliva, Ramón Villeda Bermúdez y otros, deleitarme escuchando la profundidad ideológico-política, social, reformadora y magistral de mi padre, Rafael Pineda Ponce y de otros líderes de las antañonas Tegucigalpa y en particular de mi querida Comayagüela, de igual forma seguíamos en radio la convención del adversario político.

Se elegían como convencionales, a verdaderos líderes de las comunidades que tenían méritos propios, a líderes gremiales de verdad, a dirigentes importantes de las bases, de las mujeres, de la juventud, de los sindicatos que pasaban por su mejor momento, líderes realmente campesinos, a profesionales distinguidos del Derecho, del magisterio, de la salud, de la ingeniería y otras profesiones liberales que, en una negociación podían acuerpar a tal o cual candidato, de tal manera que, en los 3 días que duraban esas convenciones, las fuerzas podían cambiar de un día a otro dependiendo de la fortaleza de las propuestas y de la cualidad retórica y oratórica del aspirante. Ah, bellos tiempos aquellos donde privaba el interés general y colectivo, y no, particularmente, los apetitos personales de unos y otros.

El asunto es que eso cambió cuando se decidió ir a elecciones internas y las facciones de cada candidato se convirtieron en pequeños y personalistas partidos dentro del abanico o paraguas grande que era el Partido Liberal, que abarcaba desde la izquierda extrema, pasando por la moderada, por el centro y la posición más de derecha, y el Partido Nacional, que siempre fue más personalista y caudillesco, menos abierto entonces, elegía sus candidatos prácticamente de dedo, lo cual sigue haciendo ahora pero maquillándolo con una supuesta apertura en la que hay más convencionales pero sin posibilidades ni poderes reales para cambiar el resultado preconcebido desde el Comité Central de ese partido y ahora por JOH.

En fin, he hecho este recordatorio porque lo que tenemos hoy, son convenciones más mediáticas que programáticas, más de talante pero de menos talento, más dedicadas al culto a la personalidad que al culto a los valores y principios que informan la minuta doctrinaria original de los partidos y el legado que dejan las mismas a las nuevas generaciones en vacío e inexistente, razón por la cual, el ciudadano, el electorado se sienten cada vez menos representados por los partidos que, se han convertido en haciendas personales de unos pocos y que tienen poco atractivo real para las nuevas generaciones que entienden, que los mismos, anquilosados, llenos de errores fatales y corrompidos por el tráfico de drogas, el lavado de activos, la corrupción y la impunidad, no los representan a ellos ni a nadie del pueblo real.

Así pues llegamos al legado que tendrán estás convenciones recién pasadas, por un lado, un legado de irrespeto al mismo resultado fraudulento certificado por el CNE, con una torpe integración de la autoridad partidaria que refleja más, el deseo de venganza, que el deseo de unidad intrapartidaria, ya que, por primera vez en la historia del Partido Liberal, se elige ilegalmente desde el CNE al Central Ejecutivo antes que la celebración de la Convención Nacional, que es la verdadera y máxima autoridad del partido y que demuestra desesperación de parte del movimiento supuestamente ganador ante la imposibilidad de construir una alianza y, por el otro, un show de poder de JOH, en donde coloca como monigotes a aquellos que le conviene, procurando construir desde ahí un muro de impunidad que evite su traslado a las cortes americanas y la continuidad de su tiranía inconstitucional, ilegal e ilegítima y agregando que Libre y el nuevo PSH no andan lejos de los mismos errores.

En todos los casos, el que sale perdiendo como siempre, es el pueblo hondureño, ¡Que Dios nos ampare!

(*)Catedrático Universitario

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