Capitalismo verdadero, ZEDE y El Salvador

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29 de mayo de 2021
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12:05 am
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Capitalismo verdadero, ZEDE y El Salvador

Esperanza para los hondureños

Por: Héctor A. Martínez
(Sociólogo)

En Honduras, el verdadero “derrame” económico -como dicen los economistas-, se cumplirá cuando sentemos las bases de un verdadero capitalismo que nos permita, al fin, ver la luz del día. Es decir, debemos comenzar a implantar un proceso de crecimiento económico a largo plazo, que obedezca a un plan estratégico donde los protagonistas sean, el Estado, los empresarios y la sociedad. El Estado sentaría las bases para la transparencia institucional, mientras la población contribuiría con su conocimiento y con la mano de obra.

Ha llegado la hora de entender que, sin el fortalecimiento de una economía de mercado, continuaremos viviendo en la miseria mientras el “stock” de desocupados -causa y origen de la migración y violencia-, seguirá su marcha ascendente. Y si no hay empleo en suficiencia, es porque a la mayoría de nuestros empresarios e inversionistas, por un lado, y a los políticos conservadores, por el otro, jamás les ha interesado el crecimiento económico, que no ser aquel que genere rentabilidad y ganancia egoísta para esos grupillos aristocráticos en cuyos mundos se ignora por completo, la fatalidad que promueve la pobreza. Nada de eso se parece al desarrollo pregonado, al crecimiento económico ni al tan cacaraqueado derrame económico del que tanto hablan los inútiles tecnócratas de nuestros gobiernos.

Mientras los políticos hondureños nos conducen perversamente hacia las arenas movedizas de las elecciones generales; mientras se prepara el malévolo proyecto de las Zonas de Empleo y Desarrollo Económico -ZEDE-, en El Salvador las cosas se están viendo de otra manera: no solo con una lupa diferente, sino con un propósito más inteligente. Los salvadoreños, al mando de Nayib Bukele, parecen haber encontrado la manija para salir de esa miseria a la que los gringos le achacan el origen de los males en su frontera. Todo indica que el pulso geopolítico se lo llevará la China Continental por su agresividad para hacer negocios, y porque los chinos han resultado ser mejores estrategas que los propios gringos. Resulta que con el megaproyecto del Puerto de La Unión en el Golfo de Fonseca se iniciaría la tan ansiada salida salvadoreña al Atlántico, el verdadero canal seco que nunca fue posible en Honduras por desidia y por corrupción de un gobierno tras otro. Si uno analiza las coyunturas posibles, podemos visualizar los ambientes venideros, sin descartar los conflictos políticos que podrían surgir en nuestro territorio.

Si lo vemos desde el punto de vista geopolítico, a los Estados Unidos no les conviene la influencia de los chinos sobre la región: eso implicaría un estímulo para los demás países de la zona, que no resistirían la tentación de alinearse con la China Continental, aprovechando los entremeses “gratuitos” ofrecidos a salvadoreños y costarricenses. Por lo demás, es fácil imaginar una pugna sin precedentes entre un imperio global que mengua en capacidades estratégicas y otro que sube como la espuma, y que nada parece detenerlo.

La historia de Centroamérica podría cambiar radicalmente. La inserción de Honduras al capitalismo norteamericano, bajo la categoría del enclave bananero, o bajo el patrón de las zonas libres, no hizo ni ha hecho más que crear polos de modernidad, generando empleo, es verdad, pero jamás progreso ni crecimiento económico. El progreso se ha ido para otros lados. Lo mismo pasará con las ZEDE, no le busquemos más explicaciones. Aunque nos mostremos entusiastas unos, y escépticos otros -sin saber exactamente las intenciones de los protagonistas-, el proyecto de marras tampoco será la solución a los graves problemas que enfrentamos los hondureños. Las ZEDE parece más bien un cenobio de compadres que otra cosa, como cualquier invento de desarrollo fabricado en Honduras: funciona al revés de lo que pregona su “sagrada” misión.

De modo que no debería extrañarnos si la región sucumbe a las ofertas de la China Continental, instaurándose una nueva etapa del capitalismo que, a lo mejor, nos convertiría en naciones más dependientes, en satélites de un nuevo imperio global, pero quizás con mayores y mejores oportunidades para la población, hastiada de la miseria y sin un futuro promisorio. Quién sabe.

[email protected]
@Hector77473552

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