Legados de la Gran Huelga Obrera de 1954 (*)

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29 de mayo de 2021
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12:49 am
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Legados de la Gran Huelga Obrera de 1954 (*)

El autor pronuncia su discurso sobre la Gran Huelga en el lugar donde en 1954 se inició este movimiento de rebeldía laboral, que cambiaría las relaciones obrero patronales en el país.

Por: Albany Flores García

Honorables señores de la mesa principal, respetables autoridades locales y nacionales, invitados especiales, discreto auditorio:

A lo largo de doscientos años de construcción, la sociedad hondureña ha luchado por la configuración de un Estado, una nación, una cultura, un sistema de mercados e industrias, símbolos de identidad, sentido de pertenencia, progreso y cohesión social.

En el transcurso de ese prolongado viaje, hubo procesos y momentos de imprescindible valor, pero también actores claves —hombres y mujeres—, cuya labor fue inestimable para la realización de ese propósito.

El Bicentenario de la Independencia de Honduras del imperio español, después de tres siglos de explotación y dominio, nos encuentra con los retos y desafíos de una nación que todavía se pregunta —como un adolescente— de dónde viene, qué es ahora y hacia dónde va.

Cuando en abril 1954 explotó la gran huelga obrera en este muelle de Puerto Cortés, Honduras era una provincia que apenas unos años antes, durante el régimen de Tiburcio Carías, había erradicado el viejo caudillismo, conseguido la ansiada centralización del poder y consolidado la legitimidad de las instituciones que fortalecieron la figura del Estado.

Por ello, a partir del gobierno de Juan Manuel Gálvez, se comenzó a hablar del Estado moderno o la modernización del Estado; una modernización que no habría sido posible sin el orden civil, el control político y militar, y el respeto por la ley y las instituciones que impuso la administración de Carías en todo el territorio.

Juan Ramón Martínez, coordinador nacional del bicentenario de la independencia (1821/2021), coloca la primera piedra del monumento conmemorativo que se inaugurara el 15 de septiembre en el lugar mismo en donde los trabajadores se negaron a laborar e iniciando la Gran Huelga de 1954.

Aquella huelga que enfrentó el gobierno de Gálvez durante 69 días consecutivos, supuso el punto de inflexión de una deriva laboral que tenía décadas; se trataba de reivindicar la condición humana y salarial de los trabajadores hondureños.

Desde mediados del siglo XIX, trabajadores del hato ganadero y compañías mineras habían manifestado sus desacuerdos con la situación de explotación y desamparo que se vivía en las haciendas, en los trabajos ferroviarios y en las vetas mineras de San Juancito, Tegucigalpa, El Paraíso y Choluteca.

Más tarde, con las guerras subsiguientes, los conflictos políticos, económicos y civiles —sumados al aparecimiento de grupos comunistas en las primeras décadas del siglo XX—, las luchas desembocaron, inevitablemente, en una serie de grupos de trabajadores organizados contrarios a las directrices de los gobiernos y las empresas mineras, ferroviarias, portuarias y bananeras. Así comenzó el largo proceso de sindicatos y huelgas que pondrían al país en vilo a mediados de siglo.

Entre 1916 y 1954, se registró —con notable interrupción durante la dictadura de Tiburcio Carías—, una innumerable cantidad de pequeñas protestas en las plantaciones bananeras y, más tímidamente, en otros sectores del trabajo.

En la década de 1920, las protestas y huelgas bananeras fueron cada vez más comunes en todos los países hispanoamericanos donde los capitales estadounidenses tenían plantaciones, como la recordada Masacre de las bananeras en Colombia, donde el gobierno de Miguel Abadía Méndez decidió reprimir a los más de 25,000 obreros que se rehusaban a trabajar en las plantaciones de la United Fruit Company por abusos de la compañía, dejando como saldo centenares de muertos.

En 1954, la huelga general hondureña fue posible gracias los remanentes bélicos de la Segunda Guerra, al contexto mundial de Guerra Fría, a las libertades recobradas por el sindicalismo y los grupos comunistas reprimidos durante la dictadura de Carías, al ambiente de tensión tras el derrocamiento de Jacobo Árbenz en Guatemala, a la declaración de los Derechos Universales del Hombre en 1948, a los movimientos sociales por el sufragio universal, a la apertura democrática del gobierno de Gálvez, y a la cierta educación política y formal de algunos dirigentes como Julio César Rivera, César Augusto Coto, Óscar Gale Varela, Juan Canales, Céleo Gonzáles, Rafael Alberty y Benigno Gonzáles.

El presidente del sindicato de la ENP firma el nuevo contrato de condiciones colectivas de trabajo. Fueron testigos de honor el viceministro de Trabajo y el coordinador de la Comisión del Bicentenario de la Independencia de Honduras.

Pero también, gracias al apoyo de los estudiantes, de los sectores populares y civiles, y de comerciantes palestinos que buscaban la supresión de los comisariatos con la intención de aniquilar el monopolio frutero, ampliar el mercado interno y expandir la circulación de efectivo a los sectores mercantiles y obreros.

La huelga, en realidad, inició en las últimas semanas de abril de 1954 —aunque de manera informal—, después de que el 10 de abril de ese año la Tela Railroad Company (subsidiaria de la United Fruit Company) se negara a cumplir lo estipulado en el Decreto Legislativo N° 96 del 4 de marzo de 1949, que ordenaba a las compañías bananeras pagar doble jornal a los trabajadores en los días festivos o de descanso.

Ante la negativa, los trabajadores decidieron suspender sus labores y demandaron a la compañía, pero la demanda no prosperó en los tribunales. En represalia, la subsidiaria de la Tela Railroad Company en Puerto Cortés, despidió al dirigente obrero del muelle, el muellero Rafael García, lo que provocó el inmediato malestar entre sus compañeros quienes, desde entonces, se declararon en huelga.

Previendo la amenaza de un problema mayor, el vicepresidente y ministro de Gobernación, Justicia y Sanidad, Julio Lozano Díaz, acudió personalmente a la zona del conflicto con la intención de intermediar, pero la detención del representante del Departamento de Mecánica, Juan Canales, un día antes, agravó la situación y, para el 30 de abril, el efecto dominó de la huelga ya se había expandido hasta El Progreso, donde todos los trabajadores bananeros se declararon en huelga en solidaridad con sus compañeros de Puerto Cortés.

El coordinador nacional del bicentenario, Juan Ramón Martínez, pronuncia el discurso inaugural en los actos celebrados en Puerto Cortés, el miércoles 26 de mayo.

«El Comité Central de Huelga —escribe Víctor Meza—, convencido de ampliar el movimiento a las demás instalaciones de la compañía, excitó a todos los trabajadores del enclave para que se unieran a la huelga decretada por los obreros de El Progreso, y fijó como fecha única de inicio el 3 de mayo de ese año. Muy pronto, los 25,000 trabajadores de la Tela Railroad Company se encontraban involucrados en la huelga, y las operaciones de la compañía se detuvieron por completo».

Al detenerse las acciones de la compañía, también se paralizaron los obreros de la Standard Fruit Company y el país entero. Y solo después de casi dos meses de huelgas y protestas, de multimillonarias pérdidas para las compañías bananeras (y para el Estado hondureño) y de intensas negociaciones salariales y de condiciones de trabajo, el 9 de julio de 1954 se firmó un acta en la que las compañías se comprometían a cumplir algunas (no todas) exigencias de los trabajadores.

Los acuerdos no se cumplieron de inmediato, pero gracias a la huelga y sus preceptos, en 1959, ya en el gobierno liberal de Ramón Villeda Morales, el Estado de Honduras dictó el Código del Trabajo que, por primera vez, garantizaba los derechos de los trabajadores asalariados y dignificaba su lucha por el bienestar individual, por el desarrollo de la sociedad y del Estado mismo.

Para conmemorar esa gran gesta —una de las más importantes en la historia republicana de Honduras—, hoy, 26 de mayo de 2021, la Comisión Nacional del Bicentenario de la República de Honduras, la Empresa Nacional Portuaria y Honduras entera, rinden tributo a los ideólogos, líderes y al lugar donde inició la huelga en estos viejos muelles de Puerto Cortés; porque la historia es ahora, y porque «toda historia es presente».

Puerto Cortés, 26 de mayo de 202

(*) Discurso pronunciado en el evento de conmemoración del 67 aniversario de la Gran Huelga Obrera de 1954 en los muelles de Puerto Cortés, como parte de las conmemoraciones de la Comisión Nacional del Bicentenario.

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