“LA HISTORIA DE LOS NIÑOS HONDUREÑOS EDUCADOS EN LA ESCUELA DE “IVÁNOVO”

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30 de mayo de 2021
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12:53 am
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“LA HISTORIA DE LOS NIÑOS HONDUREÑOS EDUCADOS EN LA ESCUELA DE “IVÁNOVO”

JUBAL VALERIO HERNÁNDEZ.

He solicitado al director de la Academia Hondureña de la Lengua, Lic. Juan Ramón Martínez, le diera la oportunidad de hacer el comentario a la obra “Historia de los niños hondureños educados en la Escuela de Ivánovo” del ingeniero agrónomo Andrónico Espinal Oliva, que hoy se presenta ante esta augusta Academia.

Lo he hecho por varias razones: Al ingeniero Espinal, solo lo conocía por referencias de otras personas. Mi principal fuente de información, ha sido su honorable señora esposa, la enfermera profesional Susana Ponce (Susy, la enfermera del Cuarto Piso de La Policlínica), con quien nos une una cercana amistad cultivada a lo largo de varias décadas, en mi condición de visitante asiduo del más importante centro hospitalario de Comayagüela: El Hospital “La Policlínica”, fundado a inicio de los años 30 del siglo pasado por el recordado medico hondureño Salvador Paredes.

Cuando leí mi trabajo de incorporación a la Academia Hondureña de la Lengua, el ingeniero Andrónico Espinal se encontraba en la primera fila de los asistentes al acto. Posteriormente, adquirí en una librería de Tegucigalpa, su libro intitulado “Memorias y Reflexiones entre los Albores de mi Infancia, Juventud y el ocaso de mi vida“, publicado en el año 2016. Mediante la lectura de este libro, pude tomar un conocimiento más preciso sobre su vida y trayectoria.

Recientemente, el ingeniero Andrónico Espinal tuvo la gentileza de obsequiarme sus dos últimas obras: “Susy: La enfermera del cuarto piso de La Policlínica”, en el cual rinde un merecido homenaje a su esposa y madre de sus hijos doña Susana Ponce. Admiro y celebro este noble y amoroso gesto del ingeniero Espinal, por cuanto no es usual, en nuestro medio que un esposo haga un homenaje de esa naturaleza a su compañera de hogar.

Y he dicho, que mi buena amiga Susy, lo tiene bien merecido, ya que absolutamente todo lo que se narra en esa biografía es rigurosamente cierto. Susy se ha ganado el aprecio, el agradecimiento y el cariño de muchas personas a quienes ella ha atendido con gran profesionalismo, respeto y calidez humana, de lo cual yo puedo dar fe personalmente.

Refiriéndonos al libro que en esta ocasión comentamos, es necesario aclarar, en primer lugar, que su autor no es un Literato de profesión, no ha hecho estudios especializados en la materia, ni es egresado de ninguna carrera universitaria de letras. Su profesión, es la de ingeniero Agrónomo, graduado en la Universidad “Patricio Lumumba” de Moscú.

Sin embargo, hay algo que es obvio y patente: Andrónico Espinal ha sentido la necesidad imperiosa de transmitirnos sus experiencias y vivencias ocurridas a lo largo de su existencia y esa es la razón por la cual ha escrito y publicado siete libros, intitulados: Hombres y Meditaciones (2010), El Sueño Americano (2010), “Por los Caminos de una Nueva Sociedad“ (Testimonios, 2013, Memorias y Reflexiones entre los Albores de mi infancia, juventud y el ocaso de mi vida (2016), Homenaje Póstumo al maestro Clodomir Santos de Moráis (2018) y Susy: La enfermera del cuarto piso del Hospital La Policlínica (2018) y ahora nos ofrece su último libro: “Historia de los niños Hondureños educados en la escuela Internacional de Ivánovo” (2010).

Pero, ¿qué es Ivánovo? ¿Y qué fue de la escuela Internacional de Ivánovo, también conocida como Interdom?

Ivánovo es una ciudad localizada en el centro de la Rusia Europea y es el centro administrativo de la región de Ivánovo. Está ubicada a 300 kilómetros de la ciudad de Moscú. Ya en 1561, se le menciona por primera vez por los viajeros como un antiguo Centro Textil. La Ciudad de Ivánovo, desde los tiempos del Imperio Ruso, fue considerada como el Centro de la Industria del algodón y en el devenir del siglo XIX, como el Primer Centro Textil del país. Fue la primera ciudad en donde un soviet (asamblea de obreros) fue organizado, por ello es que se conoce a Ivánovo como la ciudad del primer Sóviet. Como en esta ciudad la mayoría de los trabajadores de la Industria Textil del algodón son mujeres, también se le conoce como “La Ciudad de las Novias”.

La fundación de la Escuela Internacional de los niños ocurrió en el año 1933. La idea de un internado para niños de los revolucionarios de todo el mundo, pertenece a la activista Suiza Mentona Moser, cuya familia había formado la empresa Relojera Moser quien visito Rusia en 1926, y al regresar a su país, después de consultar a sus padres y demás familiares, decidió donar parte de su herencia a la creación de la escuela. En esta solidaria decisión, afirma Andrónico Espinal, le ayudó su compatriota Fritz Plattem, más conocido por ayudar a los emigrantes rusos que estaban en Suiza y que se aprestaban a regresar a Rusia en 1917. Entre ellos, Vladimir Ilich Ulinanov, más conocido como Lenin.

La Escuela Internacional para los niños de Ivánovo, estaba inspirada, originalmente, en las doctrinas pedagógicas de Anton Macarenko, nacido en Ucrania en 1888 y fallecido en Rusia en 1939. En el año de 1920, tercer año de existencia de la República de los soviet, aunque la guerra civil todavía no ha terminado, la vida pacífica comienza a encausarse. En este año, el Departamento de Instrucción Pública encarga al joven maestro Anton Macarenko que organizara en las cercanías de Poltava, ciudad del sur de Rusia, una colonia para delincuentes, menores de edad, que posteriormente recibió el nombre de colonia Máximo Gorki.

Macarenko, introdujo algunas reformas interesantes en el Sistema Educativo, como el concepto de Escuela Abierta, que permitía estudiaran niños de ambos sexos y la introducción de El Trabajo, como aspecto esencial de la formación de los educandos. Como educador y gestor cultural no estoy de acuerdo con algunos aspectos de las doctrinas pedagógicas de Anton Macarenko, por cuanto de conformidad con ellas, el Estado debía asumir en forma total la Educación de los niños, sin tomar en cuenta la participación de las familias, a las que consideraba fuente de perversión y malas costumbres, obligando a una colectivización forzosa de la educación, neutralizando y obstaculizando el desarrollo personal individual de los niños. Debo admitir, que de alguna manera se justificaba, por cuanto el caos prevaleciente al término de la guerra civil en Rusia, así como la proliferación de la delincuencia entre la niñez y la juventud, requerían la aplicación de una mano fuerte que restableciera el orden y diera lugar a un sistema educativo eficiente.

Para 1962, cuando llegan a Ivánovo los primeros niños hondureños, ya han transcurrido nueve años de la muerte de Yosif Stalin y quedado atrás la época del aberrante culto a la personalidad, que apuntalaba su régimen dictatorial. Nos encontramos ya en la época de Nikita Jruchov y se produce una relativa apertura en los métodos de enseñanza.

En ese año arriban a Ivánovo los hijos de varios militantes del partido comunista de Honduras, entre ellos los vástagos de Dionisio Ramos Bejarano, (Dionisio Ramos Miranda) de Gabriel David Galeano, (Tesla David Martínez) de Luis Manuel Zúñiga Saravia (los niños Ramón Amílcar Guzmán y sus hermanas Rosa y Soya Guzmán), los hijos de Mario Sosa Navarro (los hermanos Jorge Mario, Alfonzo y Angelina Sosa Pohl) y de Andrés Pineda Gutiérrez, un señor maestro de la carpintería y la albañilería. la niña (Nohemí Pineda Lagos).

El largo trayecto desde Honduras a Rusia, fue encomendado a dos jóvenes militantes, Noé Mejía Rivas y Jorge García Yánez, quienes se ocuparon de acompañarlos, haciendo escala en la Ciudad de México, donde fueron atendidos por el célebre muralista y pintor hondureño Álvaro Canales y después en La Habana, donde el escritor Longino Becerra se encarga de darles las últimas instrucciones, previo al trayecto final por barco hasta la ciudad de Leningrado, hoy San Petersburgo.

De acuerdo a lo narrado por Andrónico Espinal, quien recogió los testimonios, información documental de la hoy doctora en medicina Nohemí Pineda Lagos, y también fotografías. Los niños hondureños, eran recibidos con todas las atenciones del caso por sus anfitriones soviéticos y luego de pasar por exámenes médicos y psicológicos, eran incorporados al sistema de enseñanza primaria y secundaria que se impartían en la Escuela Internacional o Interdom.

En la ciudad de Moscú, se encontraba el dirigente obrero Sebastián Suazo, más conocido como “Pachán”, a quien tuve el gusto de tratar personalmente en Tegucigalpa, un auténtico representante del proletariado urbano, quien siempre fue muy respetado y querido por la firmeza de sus convicciones revolucionarias. Por cierto, me resulta extraño que sus hijos no hayan sido beneficiados como estudiantes becados en la Interdom, a donde El visitaba, con alguna frecuencia, a los hijos de sus coterráneos, brindándoles su apoyo moral y animándolos a culminar con éxito sus estudios.

La Escuela de Ivánovo continuó en funciones, aun después del desmantelamiento de la Unión Soviética. El presidente Vladimir Putin había estado permitiendo que continuaran las actividades de la Interdom, aunque eliminó de ella su carácter internacional, dejándola únicamente como una escuela para niños de la República Federativa de Rusia. Recientemente, ha manifestado su interés en clausurarla para instalar en sus edificios una escuela para cadetes, lo cual ha ocasionado el malestar y las protestas de los padres de familia como de los alumnos que se forman en ella. Es de esperar que el nuevo Zar de Rusia renuncie a tan nefasto propósito y permita que continúe este ejemplo de una experiencia pedagógica que ha sido ejemplar y admirada internacionalmente.

Tegucigalpa M.D.C. 14 de mayo del 2021

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