Escuela deliberativa de los derechos humanos

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2 de junio de 2021
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Escuela deliberativa de los derechos humanos

Ángela Marieta Sosa
Especialista en derechos humanos

Dado el contexto social y político de Honduras, es pertinente invocar la nueva ortodoxia de la escuela deliberativa de los derechos humanos, en la cual fundamentó la mejor propuesta de fortalecimiento sobre democracia y Estado de derecho, dada la coherencia existente en este planteamiento entre la evolución del derecho fundamental garantizado por un gobierno en correspondencia a las necesidades sociales de las mayorías y en la búsqueda del equilibrio en el choque de fuerzas políticas y económicas cada vez más polarizadas.

En tal sentido, la escuela “deliberativa”, consiste en la construcción de consensos sobre cómo la política de la sociedad debe de ser orientada; consecuentemente, la universalidad de los derechos humanos es potencial y depende de la capacidad que se tenga para ampliar el consenso acerca de los mismos. La figura más destacada de esta corriente deliberativa es, sin duda, Jürgen Habermas y la de John Rawls. (Revista número 24 del Centro Nacional de Derechos Humanos de Mexico 2015).

Al respecto, desde un punto de fuga pragmático, la escuela deliberativa, propone que en democracias debilitadas y al borde de un deterioro irreversible, se invite a una mesa redonda intersectorial, en la cual todos los actores sociales, económicos y políticos puedan llegar a puntos de encuentro sobre cómo reiniciar una dinámica socioeconómica y política funcional para todos, dentro del orden capitalista productor de bienes y servicios privados y/o públicos que puedan ser utilizados dentro de estándares de satisfacción humana altos.
En Honduras, como en muchos países del hemisferio, es harto conocido el posicionamiento reactivo sistemático postviolatorio, cuando sobre derechos humanos se trata, lo cual obedece a la prevalencia de la dinosaúrica escuela discursiva contestataria, que hace valer la disidencia nihilista, en la cual muchas organizaciones no gubernamentales de desarrollo sostenible se fundamentan para obtener recursos económicos importantes, que en la mayoría de casos contradice el “sin fines de lucro” que manda la ley sobre ONGD.

Es entonces, cuando se debe transitar de la escuela discursiva contestataria propia del resentimiento popular, por la falta de formación y perdón social, no trabajado desde la multidisciplinariedad necesaria, para evitar la descomposición del tejido social, hacia la escuela de pensamiento deliberativo de los derechos humanos.
El consenso multisectorial con enfoque de derechos humanos, dentro del pensamiento deliberativo, se contrapone a la concepción utópica e inalcanzable de los derechos humanos, “es abierto”, sí, ¿y qué hay de negativo en abrirse a nuevas realidades que están superando leyes mojadas inhertes y sistemas obsoletos sin capacidad de respuesta y protección al ser humano. Asimismo esa apertura tiene un solo fundamento, la persona humana como fin supremo de la sociedad y del Estado, lo cual es muy conveniente según los principios de teoría económica, puesto que una persona satisfecha en sus deberes y derechos, equilibrada y feliz, genera mayores beneficios a menores costos para cualquier sistema.

Los hijos de Roma, seguramente dirán “herejía”, y es aceptable en una democracia, no todos vamos por el mismo camino. Pero ellos siempre cuestionan las nuevas escuelas, la nueva ortodoxia y sobre todo si es en relación a los derechos fundamentales, “es demasiada velocidad evolutiva del pensamiento” ante la cavilación momificada del conservador ortodoxo, que no puede ver que la situación se está saliendo de las manos. Es tiempo de abrirse a nuevas formas de funcionalismo capitalista democrático y de sistemas de protección jurídicos, sobre todo cuando se trata de conductos de pensamientos abiertos al fluido filosófico que plantean nuevas posibilidades y espacios para deliberar y consensuar entre liderazgos reales multisectoriales, en el marco de la vinculación de los derechos humanos con temas socioeconómicos y políticos.

Solo para fines ilustrativos, las cuatro “escuelas” de pensamiento sobre derechos humanos son: naturalista (ortodoxia tradicional); deliberativa (nueva ortodoxia); protesta (de resistencia) y discursiva-contestataria (disidente). De manera sucinta y básica se explica que el modelo y/o tipo ideal de la escuela o tendencia naturalista concibe los derechos humanos como dados o inherentes; la deliberativa como acordados o socialmente consensados; la disidente como resultado de las luchas sociales y políticas; en tanto, la contestataria como un hecho de lenguaje, meros discursos referidos a los derechos humanos.

Finalmente puedo afirmar, con claridad meridiana, que la escuela más conveniente a la democracia, al Estado de derecho y al sistema capitalista, es la deliberativa, lo cual es validable sociológicamente. Así que, hay mucho por hacer desde la sociología y los derechos humanos, ya que es tiempo de escuchar al que resiente el desamparo estatal por la falta de prevención para la implementación eficiente de la garantía de derechos fundamentales. Oportuno sería reducir las brechas entre lo que para muchos es una utopía lejana a la vida cotidiana de la hondureñidad.

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